Literatura

Sara Mesa se adentra en la realidad asfixiante de la burocracia

'Oposición' explica la experiencia de una joven que entra a trabajar en la administración pública

'Oposición'

  • Sara Mesa
  • Anagrama
  • 232 páginas / 18,90 euros

Si hay una queja compartida por toda la ciudadanía, sea de izquierdas o de derechas, es lo carregosa que puede ser la burocracia –también dicha burrocracia– y hasta qué punto nos envuelve como los filamentos pegajosos de una telaraña. En su última novela, Oposición, Sara Mesa (Madrid, 1976) se queda descansada sobre esta realidad asfixiante, que nos afecta a todos y todas, sin excepción.

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A Mesa siempre le ha gustado situar a los personajes en espacios enrarecidos y en situaciones incómodas, y aquí vuelve a hacerlo. La protagonista se llama como la autora, Sara, y es una joven que entra como interina en una oficina administrativa. El primer día llega llena de ilusión y se sienta en la mesa que le adjudican, una mesa sospechosamente vacía. Piensa que no tardará en recibir el primer encargo, pero el primer encargo tarda tanto en llegar que literalmente no sabe qué hacer con las horas vacías que tiene todos los días por delante. Desde el principio, se hace inevitable pensar en las obras magnas de esta temática, las novelas sobre la burocracia del genial Franz Kafka.

Al parecer, al igual que el autor checo, Sara Mesa también ha vivido la experiencia de trabajar en la Administración, o sea que sabe de qué habla cuando retrata la desesperación cotidiana de la protagonista. ¿Es una suerte o una desgracia, esto de no tener ningún empleo? "Intentó averiguar cuál era la función de un puesto como el mío, buscó en la web de la conserjería esa información, no sacó nada en claro –escribe–. En el organigrama del personal, hipertrofiado en algunas de sus ramas y esquelético en otras, no había ningún sitio donde encajarme".

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Casi durante la primera mitad de la novela, Sara de la ficción se aburre como una ostra y los lectores y las lectoras un poco también. No se trata, sin embargo, de un demérito de la obra, sino de un objetivo logrado que les suceda a los suyos. entre Remedios Zafra en el ensayo El informe. Trabajo intelectual y tristeza burocrática se quejaba del exceso de trabajo al que la gente se veía abocada "mientras el cuerpo aguante, para seguir pagando una vida", en Oposición somos testigos de la absurdidad del sistema burocrático que genera puestos de trabajo donde los trabajadores y trabajadoras se sienten inútiles, siendo la inutilidad el colmo kafkiano de un trabajo.

La progresiva adaptación de Sara y sus crecientes relaciones con otros empleados –incluida una amistad que puede considerarse como tal– hacen más digeribles las páginas a medida que la narración avanza. Semana a semana somos testigos de un proceso que a pesar de no ofrecerle ninguna solución definitiva, modera su desasosiego. "El mundo exterior se espolvoreaba, desaparecía, mientras que ahí dentro todo se afinaba, se volvía más nítido y adquiria multitud de matices que yo ya era capaz de distinguir como una experta", leemos. Lo que ha sucedido es que Sara ha asumido su destino dentro de la Administración: "Recuerdo que ese día, al pasar miedo ante un cristal, no reconocí mí reflejo. Pegó un respingo. ¿Esa era yo? ¿Tanto tiempo había pasado? Era como si me estuviera desvaneciendo o transformando en otra persona. Mudando de piel. Metamorfoseándome. O a lo mejor, pensé, me estaba convirtiendo en quien verdaderamente era".

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William S. Burroughs opinaba que era un error reducir El proceso y El castillo a obras contra la burocracia y la injusticia legal. Tenía toda la razón. Igualmente, Oposición no es sólo eso, sino una novela sobre la soledad, el deseo de compañía y la necesidad de encontrar nuestro sitio, desde el que poder pensar qué hacemos y quiénes somos. Sara Mesa aprueba con nota esta denuncia cargada de matices, escrita con la pluma firme y eficaz que la caracteriza. Oposición se puede leer también como un homenaje a Kafka, donde en las últimas páginas, como era de esperar, la autora verbaliza su deuda con el escritor checo: "Redactaba mi documento probatorio, mi absolución, mi petición de acceso al castillo, a toda velocidad y con la cabeza gacha".