Crítica

Virginia Woolf, madre literaria de todas nosotros

Mireia Vidal-Conte analiza la influencia de la autora inglesa en 'Era Woolf', una aventura única fascinante que rompe corsés literarios

'Era Woolf'

  • Mireia Vidal-Conte y Clara Frisachs
  • Barcino
  • 450 páginas / 24,95 euros

Si en un artículo anterior ya tuvimos oportunidad de hablar de las madres de Virginia Woolf, ahora vamos a hablar de las hijas. Pero no de unas hijas cualesquiera, sino de las autoras catalanas que han bebido de sus aguas taumatúrgicas, empezando por la autora del volumen, la poeta y traductora Mireia Vida-Conte (Barcelona, ​​1970). Que no os engañe la doble firma, porque Clara Frisachs es un alter ego inventado, un juego literario que entenderá cuando lea este monumento de admiración a la escritora inglesa que es Era Woolf.

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Cuando un buen día la autora me preguntó si podía citarme en su nuevo libro, pensé simplemente que quería enriquecer su mirada con alguna mirada escasa más (la colección de Barcino donde se ha publicado el libro se llama justamente "Miradas"). Pero no, la cosa iba mucho más allá. El resultado ha sido una conversación polifónica donde se expone la conexión con la autora de La señora Dalloway por parte de letraheridas de diversas generaciones y registros. No están todas, y no por falta de voluntad de la autora –falta por ejemplo el testimonio de Marta Pessarrodona, woolfiana por excelencia–, pero sí encontramos muchas como Margarida Aritzeta, Antonia Vicens, Olga Xirinacs, Dolors Udina... Y otros más jóvenes también. Encontramos sus confesiones y también muestras de sus textos en los que sobrevuela el espíritu de la Woolf.

Woolf, la autora que necesita una segunda lectura

Por ejemplo, Maria Antònia Oliver explicaba en una entrevista reproducida en el volumen: “Maria Aurelia [Capmany] me descubrió en profundidad Virginia Woolf, cuando un día me ofreció traducir Los años, un libro que ya había leído de jovencita y que me había pasado desapercibido más bien”. Vidal-Conte tiene claro que Woolf a menudo necesita una segunda lectura: "Creo que no es una escritora para lectores que buscan lecturas rápidas y superficiales, y sí: existe, todavía, un 'lector o lectora común', exigente". Por su parte, la escritora Helena Valentí –demasiado olvidada y traductora al catalán de Un cuarto propio– decía que éste era un ensayo de lectura imprescindible para cualquier mujer que quisiera ser escritora. Mientras Victoria Ocampo afirmaba que la historia de la hermana de Shakespeare vive en todas nosotros.

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Son una rareza las escritoras que no han leído Una cámara propia o, al menos, alguna novela woolfiana. Woolf ha ido pasando de eslabón en eslabón. Ha pasado por Capmany, Roig, Marçal, Isabel-Clara Simó, Josefa Contijoch... De entre sus obras, Vidal-Conte se queda con Orlando, que la sacudió cuando tenía cerca de treinta años y le dedica una nouvelle titulada “Otro Orlando, por favor” donde se sirve del juego del heterónimo. Y por si esta incorporación de la narrativa fuera poco, a modo de hueso medular, el volumen incluye el poemario “Era Woolf”, un viaje woolfiano que pasa por Vita Sackville-West, Rodmell y el río Ouse, entre otras paradas obligadas.

Un rompecabezas que también es cubo de Rubik, telaraña woolfiana y, asimismo, congreso de literatura hecha por mujeres. Que no le asuste el grueso del volumen, ni la multiplicidad de los géneros literarios, ni el viaje autobiográfico que atraviesa el texto. Sumérjase en una aventura única fascinante que rompe corsés literarios. Incluso dispondrá de una banda sonora, que se puede escuchar en Spotify.

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