Antònia Vicens gana el premio de Honor de las Letras Catalanas

La autora mallorquina, de 80 años, ha publicado libros como 'Todos los caballos'

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Antònia Vicens, este miércoles en Barcelona

BarcelonaLa "solidez de la obra literaria" y "la innovación en la búsqueda de una voz narrativa" son los dos motivos principales que han hecho que el jurado del premio de Honor de las Letras Catalanas haya escogido a Antònia Vicens como ganadora de la edición de este año, la 54ª en su historia. La autora mallorquina se convierte, así, en la octava mujer que lo gana.

"La mía es una vida solitaria, casi sin hablar con la gente, y ahora me encuentro aquí –ha dicho Vicens–. Estoy emocionada, porque es un premio que no es inocente, me ata a las palabras que tanto quiero. Cuando era niña iba con una amiga a abrevar las vacas y veíamos una lengua llena de vida y de sudor. Nadie hablaba de la guerra, pero veía víctimas, allí, y con un habla muy potente. Quería coger aquellas palabras, coleccionarlas y conseguir que algún día volaran. Eran las palabras de la tierra y del mar, de la gente". Vicens ha recordado que la suya era "una lengua de calle, de trabajo, no tenía ningún prestigio", ha dicho, antes de recordar que su primer contacto académico con el catalán fue a principios de la década de los 60. "Ahora esto del prestigio ha cambiado –ha añadido–. Pero el catalán continúa siendo una lengua amenazada. Saben que si nos hieren la lengua, nos sangra el alma". Àntonia Vicens ha denunciado también la "falsa moral de muchos estados, que ahora acuerdan llevar comida o recursos a Ucrania, cuando en Catalunya, por unas simples urnas de cartón, nos enviaron al ejército". "Las palabras a veces son un poco traidoras –ha dicho también–. Hoy me fallan".

Una autora con dos vidas literarias

Nascuda en Santanyí el 1941, Vicens ha tenido dos vidas literarias: la narrativa, que arrancó en 1966 con los cuentos de Banc de fusta (Banco de madera) y continuó en 1968 con la novela 39 grados a la sombra, premio Sant Jordi, y la poética, inagurada en 2009 con Lovely (Moll) y que ha contado con libros tan reconocidos como Todos los caballos (Labreu, 2017), que recibió el Premio Nacional de Poesía en 2018. Un año después también ganó el premio Jaume Fuster, convocado anualmente por la Asociación de Escritores en Lengua Catalana y que reconoce toda la trayectoria, igual que el premio de Honor de las Letras Catalanas.

"No empecé a escribir poesía por voluntad propia, sino que me cayeron todas las imágenes de Lovely de golpe y me puse a ello –ha recordado–. No sé si lo que hacía era poesía, ni estoy segura de sí lo que hago ahora lo es". Después de Lovely, Vicens dedicó un libro "a la parte espiritual", Sota el paraigua el crit (Bajo el paraguas el grito - Lleonard Muntaner, 2013): "Añoro la pérdida de la fe", ha admitido. Gracias a una operación de los ojos, la autora pudo retomar la escritura después de un pequeño paréntesis: "Después de Fred als Ulls (Frío en los ojos - Cafè Central / Eumo, 2015) tuve un sueño en el que aparecían muchos colores y llegué a la conclusión de que eran los cuatro jinetes del Apocalipsis". De aquí nació el celebrado Todos los caballos.

Vicens ha recordado que el último libro, Pare qué fem amb la mare morta (Padre qué hacemos con la madre muerta), "ha sido un pozo negro" que ha ido "acumulando durante toda la vida". Ha reconocido que la experiencia la hizo sufrir: "Lo escribía llorando, a veces. Me pareció que no escribiría más poesía. Esta experiencia negra me viene probablemente de un mes que pasé en Montserrat en 1967. Un lugar donde se me confundieron alma y vida". La autora ha añadido, entonces, en relación a sus planes de futuro: "Debo tener el cerebro muy pequeño, porque solo sé hacer una cosa. Ahora reviso una novela breve que tenía empezada cuando empecé a escribir poesía. Se llama Maniquins (Maniquíes), pero es un título provisional, seguramente lo cambiaré".

Reconocer la riqueza y diversidad del catalán

El jurado ha destacado también "el compromiso con la lengua y el activismo" de la autora, "que se ve en el inconformismo que pasa por trabajar la voz literaria a lo largo de la vida, y también en la capacidad de cultivar la lengua en edades tardías desde diferentes géneros, hecho que ha generado como resultado una de las trayectorias más sorprendentes de nuestra literatura". Los últimos dos libros de Vicens son la antología de poemas Si no dius fort el meu nom em condenes per sempre (Si no dices fuerte mi nombre me condenas - Labrador, 2020) y Pare qué fem amb la mare morta (Padre qué hacemos con la madre muerta - Labreu, 2021).

"Este premio a Antònia Vicens reconoce la riqueza y diversidad de la producción literaria en lengua catalana", ha recordado Xavier Antich, actual presidente de la institución. Vicens "empezó a escribir en plena posguerra todavía, en un pueblo sin biblioteca pública, fijándose en el habla popular de los vecinos –ha continuado Antich–. Cuando se fue de Santanyí, trabajó en varios hoteles de Cala d'Or, y esta experiencia se refleja en sus primeros libros". 39 grados a la sombra se anticipó "a la eclosión de una generación prodigiosa de autores mallorquines", entre los cuales están Gabriel Janer Manila, Carme Riera, Biel Mesquida y Guillem Frontera.

"Vicens pudo empezar a estudiar en catalán en 1963, en plena dictadura –ha añadido el presidente de Òmnium–. No pudo escribir hasta entonces la lengua que había aprendido oralmente". Entre los temas de la obra de Vicens están los efectos de la dictadura, el papel de la mujer y la pasión por las palabras autóctonas, "que no son de funcionamiento generalizado en todos los territorios de habla catalana".

"El mundo que vi que el turismo iba destruyendo en los años 60 es el que quise explicar en 39 grados a la sombra –ha recordado la autora en relación a la novela–. ¿Qué explico? ¿Las fiestas y las borracheras, o la gente que trabajaba, los explotados? Elegí la segunda opción. Los trabajadores se ofendieron tanto por lo que hice que me dijeron que no encontraría trabajo nunca más en la hostelería".

Una autora admirada por los jóvenes

Xavier Antich ha destacado también la última etapa de la autora, la que está integrada por los cinco poemarios y una antología. "Su obra ha cautivado autores que la han precedido, ha gustado a sus coetáneos y admira a autores jóvenes como Sebastià Portell y Jaume C. Pons Alorda, Míriam Cano, Odile Arqué, Mireia Calafell y Anna Gual".

En 54 años de historia, es la octava mujer que gana el premio de Honor de las Letras Catalanas, organizado por Òmnium Cultural y dotado con 20.000 euros. Lo han precedido autoras como Mercè Rodoreda (1980), Maria Antònia Oliver (2016) y Maria Barbal (2021). Entre los autores que han recibido el premio de Honor y están Salvador Espriu (1972), Manuel de Pedrolo (1979) y Jaume Cabré (2010).

"Me levanto, voy directa a la cafetera, y después empieza el día –ha dicho Vicens, recordando su presente en una casa de la periferia de Palma–. Cuando me llamaron del premio estaba desbrozando un naranjo y me vinieron ganas de abrazarlo. No hago gran cosa, leo libros, escucho un poco de música y me escribo whatsapps con las amigas. El tiempo se me pasa como una niebla, no soy muy consciente ni del presente, ni del pasado, ni del futuro. Aparte de cuando me miro al espejo".

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