50 años de la muerte de Franco

Los obreros que pusieron a Franco contra las cuerdas

A mediados de los setenta, España era el estado con mayor conflictividad de toda Europa: hubo 3.662 huelgas en un año

BarcelonaEste año, el gobierno español celebra los 50 años de España en libertad. Es decir, en el medio siglo de la muerte del dictador Francisco Franco. Pese a la represión feroz siempre hubo gente que le plantó cara. En los últimos años de la dictadura hubo violencia, miedo y, sobre todo en Catalunya, miles de ciudadanos que salieron a la calle para defender las libertades, el Estatut y la justicia social. El ARA ya ha recordado con anterioridad cómo los campesinos plantaron cara y, en este segundo capítulo, recupera uno de los movimientos antifranquistas con mayor fuerza: el obrero.

En los años setenta, España era el estado con mayor conflictividad de toda Europa. "Trabajadores y trabajadoras de Seat, Laforsa, ELSA, Solvay, Pegaso, Ford Motor Ibérica, Hispano Olivetti, La Maquinista, MACOSA, Gispasa, Roca, Radio Ibérica, Harry Walker, y tantas otras industrias, protagonizaron el incremento de luchas y las 7 que le pusieron las guerras. remataron el régimen en la calle", afirma el historiador y periodista Marc Andreu, director de la Fundación Cipriano García de CCOO. Los datos de las huelgas así lo demuestran. En 1970 hubo 1.547 huelgas en toda España; en 1974 se incrementaron por encima de los 2.000; llegaron a 2.807 en 1975; y en 1976, que marcó significativamente el inicio de la transición democrática, subieron hasta 3.662. Ese año salieron a la calle más de 2,5 millones de trabajadores en huelga. "Unos obreros en conflicto y unas horas de huelga contabilizadas oficialmente que, en 1976, y sólo en Cataluña, fueron superiores a los datos de todo el conjunto de España en cualquier año anterior", añade Andreu.

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El fracaso de las promesas franquistas

El franquismo fue extremadamente útil para el empresariado. Prometió mucho y, entre las promesas, estaba la de disciplinar a la clase obrera. Pero todo saltó por los aires. "Sin todas estas huelgas, seguramente habríamos tenido otra Transición", dice Andreu. Este estallido del movimiento obrero no salió de la nada. En 1951, el boicot de los tranvías de Barcelona evolucionó en una huelga general en toda el área metropolitana y se inició una nueva etapa. "En 1951, las autoridades franquistas se vieron obligadas a llevar barcos de guerra al puerto de Barcelona ya desfilar a 4.000 soldados de la infantería de la marina por las calles de la ciudad como demostración de fuerza y ​​para recuperar el control de la situación", detalla Andreu.

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Hubo una reorganización del movimiento obrero, que se infiltró en la Organización Sindical Española creada durante el franquismo, conocida popularmente como Sindicato Vertical. Cuando Franco la creó en 1940 imitando el modelo de las organizaciones únicas de trabajadores de la Italia fascista y de la Alemania nazi, no era muy útil para el movimiento obrero porque era obligatorio tener el carné de Falange para participar. Todo cambió en 1954, cuando dejó de ser obligatorio y, más aún, a partir de la ley de convenios colectivos sindicales de 1958. Entonces, se abrió una brecha que sirvió para que el movimiento obrero se fuera infiltrando para reclamar y negociar derechos laborales. "Se utilizó el Sindicato Vertical para plantear reivindicaciones, pero el éxito de CCOO desbordó la dictadura, la cogió por sorpresa y se intensificó la represión", detalla Andreu. Dos de los episodios más dramáticos de esta represión fueron la detención, en 1972, de la cúpula de CCOO –es el conocido Proceso 1.001– y el asesinato del obrero Manuel Fernández Márquez por parte de la policía en la Térmica del Besòs, en 1973.

Pere Camps, fundador del festival de música Barnasants, tiene un largo currículum como activista y sindicalista. "Empecé a trabajar antes de cumplir los 14 años, en el Mercado de Hostafrancs, y en casa éramos rojos y separatistas. Tengo una fuerte conciencia de clase", asegura. Su primera militancia fue en el sector del metal de CCOO. En abril de 1975, el mismo año en que se había presentado como delegado, le despidieron. "Hice huelga de hambre, resistí y politicé el despido. En ese momento, tanto si ganaba el juicio como si no, la empresa tenía derecho a despedirme", explica. Camps no fue readmitido, pero logró una indemnización y el carnet del paro. "Entonces me di cuenta de que podía seguir luchando. Cada tres días tenía que ir a firmar el carnet del paro y había largas colas de trabajadores y trabajadoras. Propuse organizarlo y se convirtió en un movimiento brutal de trabajadores en paro", recuerda.

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El asalto al Sindicato Vertical

Camps explica que, a finales de los años sesenta, se consensuó que para derrocar la dictadura debían utilizarse también las herramientas legales, como el Sindicato Vertical, junto con las ilegales o clandestinas. Un punto de inflexión en este asalto al Sindicato Vertical fueron las elecciones sindicales de 1975. Las candidaturas unitarias y democráticas, en las que se encontraban Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión Sindical Obrera (USO), derrotaron ampliamente las listas electorales oficiales del Sindicato Vertical. Sólo algunos ejemplos: en la Seat, de 150 enlaces, ganaron 119 (un 79%), mientras que en Olivetti y en Riviere los ganaron todos, el 100%. En la Pirelli de Cornellà, 25 de los 28 enlaces escogidos fueron para la candidatura unitaria y democrática, que también ganó a bancos como Bilbao y Santander.

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Manuel Zaguirre Cano fue elegido secretario general y miembro de la dirección confederal clandestina en 1969. En octubre de 1977 fue elegido secretario general de la USO y en los siguientes congresos siguió siendo reelegido. "Yo era del PSUC, pero no estaba de acuerdo con algunas cosas. Cuando leí la carta fundacional de la USO, me enamoré. Se notaba que lo había escrito gente muy joven. No era lenguaje técnico, era una generación que no había vivido la guerra, que querían derechos y libertad", asegura. Zaguirre recuerda la portada de la revista Doblón, tras esa victoria sindical: "Aparecía la fachada del Sindicato Vertical, lleno de enanos, que llevaban una mochila donde aparecían las siglas CCOO y USO, y pintaban la fachada de rojo. El titular era: «Ha ganado el equipo coloreado». Una victoria así subía mucho la moral, fue un gran sal, fue un gran sal.

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Cuando Sabadell se convirtió en Petrogrado

En 1976, las manifestaciones desbordaron el movimiento represivo del Estado. No todo ocurría en Barcelona. En el Baix Llobregat se produjeron huelgas importantes, como la de Laforsa, que duró 106 días, entre noviembre de 1975 y febrero de 1976, o la de Sanitarios Roca, donde hubo 96 días de lucha y enfrentamientos durísimos con los agentes policiales. En el Vallès, el movimiento obrero también tenía mucha fuerza: a lo largo de cinco días, del 23 al 27 de febrero de 1976, Sabadell vivió uno de los capítulos más intensos de su historia obrera. Hacía cuatro meses que Franco había muerto. Obreros, niños, maestros, tenderos, banqueros... salieron a la calle. Manuel Fraga Iribarne, el ministro de Gobernación, espetó: "Sabadell ha sido ocupada como Petrogrado en 1917".

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Ese año, el régimen franquista abrió más de 59.000 fichas de represión para una ciudad de sólo 47.000 habitantes. La huelga de Sabadell empezó cuando madres, maestros y niños salieron reivindicando enseñanza gratuita y escuelas para todos. El 13 de febrero la policía cargó contra las madres y los niños. En plena calle se colgó la pancarta "La policía ha pegado a los niños". No fueron los únicos que salieron a la calle. Aquellos días también se manifestaron los trabajadores de Asea-Ces. Reivindicaban más seguridad después de que Patricio Matencio muriera electrocutado. La gente ya tenía suficiente. No querían un franquismo reciclado, sino recuperar la calle.

"Salió a la luz el movimiento popular local, harto de arbitrariedades, de represión y sediento de libertad. Un movimiento obrero, con ganas de salir de la clandestinidad, que decía lo suficiente y que era imposible de detener. Y un movimiento vecinal que supo organizar, de civismo en todo el país", explicaba el desaparecido periodista Xavier Vinader en el libro Cuando los obreros fueron sus dueños. Una semana de huelga general política en Sabadell en febrero de 1976.

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"Éramos una nueva generación que no tenía tanto miedo porque no tenía el recuerdo de la guerra, aunque también había torturas y muertes. Queríamos tumbar la dictadura y evitar un gobierno continuista", dice Pere Camps. El fundador del Barnasants defiende que condicionaron el gobierno de Adolfo Suárez (presidente español entre 1976 y 1981). "Hubo una alianza muy potente entre el movimiento obrero, los vecinos y la cultura y, en Catalunya, teníamos un instrumento que no existía en el resto del Estado, que era la Assemblea de Catalunya. La solidaridad fue clave y sigue siendo clave", añade.