Historia

"Entre 1939 y 1943 fallecieron 200.000 personas de hambre en España, y fue una decisión política"

Franco enmascaró el hambre y construyó muchos mitos que desmonta el historiador Miguel Ángel del Arco Blanco

Espárragos y cigarrillos en la cola de racionamiento en Madrid hacia el año 1940
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BarcelonaEl hambre en España durante la posguerra, pese a los intentos de la dictadura de enmascararla, está bastante presente en la literatura. La percibimos en novelas como Nada (1945), de Carmen Laforet; La colmena (1951), de Camilo José Cela; Tiempo de silencio (1961), de Luis Martín Santos, y La plaza del Diamante (1962), de Mercè Rodoreda. El historiador Miguel Ángel del Arco Blanco (Granada, 1979) va un paso más allá: la documenta y la demuestra en La hambruna española (Crítica, 2025). Habla de las víctimas del hambre pero también de sus responsables. "Todas las grandes hambrunas del siglo XX están relacionadas con decisiones políticas. En España fue un arma de guerra contra los vencidos", afirma.

No ha sido fácil seguir el rastro del hambre en los archivos. "El régimen franquista ocultaba las cifras y falsificaba las causas de la muerte", dice Arco. No existen prácticamente certificados de defunción donde se lea inanición, sino que en la mayoría de los casos se habla de muerte natural. "He calculado la sobremortalidad, es decir, cuando comparando los años he detectado que las muertes aumentan de forma espectacular, y puedo decir que entre 1939 y 1942 murieron 200.000 personas de hambre en España. Fue una decisión política, porque habrían podido evitarse", afirma el historiador. En marzo de 1941 se inauguró el Matadero de Madrid, era un espacio donde se cerraba los sintecho. En tan sólo veinte días, pasó de ser un espacio para matar animales a alojar a seres humanos. Se metieron entre 1.500 y 1.700 personas, muchas de las cuales habían perdido a la familia durante la Guerra Civil. Entre abril de 1941 y mayo de 1942, murieron 838.

Un sistema perverso

El régimen controló los alimentos a través de las cartillas de racionamiento. "Fue un sistema muy efectivo porque llevó a los vencidos al límite de la subsistencia y eso también comportó la desmovilización política. Quienes ganaron la guerra no pasaron hambre y se repartieron el botín. Fue un sistema perverso que también explica por qué el régimen duró tanto, hubo mucha gente que se benefició de ellos y el resto estaba demasiado exhausto para plantearlos. perdiendo la capacidad de soñar o de pensar cómo hacer un mundo mejor", afirma el autor.

El hambre como arma de guerra es algo que el régimen empezó a aplicar durante la Guerra Civil. Por ejemplo, en Barcelona se bombardearon almacenes y centros de abastecimiento para dejar a la población sin recursos ni alimentos y provocar su resignación. "El hambre era una manera de deshumanizar a los presos. Por ejemplo, los guardias comían delante de los prisioneros y éstos tenían que compartir una misma cuchara y no tenían dónde sentarse", detalla Del Arco.

El historiador lamenta que algunos mitos sobre Franco hayan persistido. "Franco fue el máximo responsable del hambre que provocó tantos muertos. ¿Cómo alguien puede decir que el dictador fue una persona honrada, si fue un régimen corrupto que implicó a mucha gente en el mercado negro y el aumento de precios de los alimentos? No es que no hubiera nada que comer, es que mucha gente no podía comprar nada", afirma el historiador.

El hambre dejó una fuerte huella. "Mucha gente tuvo que hacer cosas que no pudo contar, por vergüenza, para sobrevivir. Creo que esa relación con la comida ha quedado inscrita también en la memoria colectiva", asegura Del Arco. Habría habido muchas más muertes si no hubiera sido por la solidaridad. "Hubo también mucha red de ayuda mutua y muchos sacrificios. Madres que dejaron de comer para que lo hicieran sus hijos –dice el historiador–. Mujeres solas que tuvieron que hacer cosas que moralmente estaban castigadas por la supervivencia de sus hijos. Hubo prostitución por un plato de comida".

Entre estas historias de sacrificio, hay una que impactó especialmente a Miguel Ángel del Arco. "Había un padre y un hijo encerrados en prisión. La dieta que tenían no era suficiente y el padre dejó de comer para que comiera su hijo. Este último intentó reaccionar y le dio de comer, pero ya era demasiado tarde. El padre murió de hambre", explica.

El desconocimiento sobre democracia

El libro va deshaciendo todos los mitos que se han perpetuado durante décadas. El primer mito es que el hambre fue consecuencia de la guerra. El segundo mito es el aislamiento internacional. Franco se alineó con las potencias fascistas y exportó materias primas y alimentos para su ayuda. Una de las consecuencias fue el bloqueo económico de los aliados, pero a partir de 1945 y con la guerra fría, las relaciones se restablecieron. Tampoco el hambre fue consecuencia de una sequía persistente como publicitaba el régimen de Franco.

La hambruna española defiende que en una democracia no hay hambre. Tampoco en tiempo de paz, porque es un arma de guerra. "Hay un gran desconocimiento sobre qué es una democracia y de todo lo que nos aporta con todas sus imperfecciones. Más que de historia de la democracia, deberíamos hablar de historia de la democratización, porque es algo que no ha terminado", concluye Del Arco.

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