Emocionante homenaje a la amistad entre Conxita Badia y Pau Casals
El Festival de Peralada reivindica el legado de una de las mejores sopranos catalanas del siglo XX
'Melodías compartidas'
- Montserrat Seró, Pau Codina y Marc Heredia
- Iglesia del Carmen del Castillo de Peralada. 17 de julio
Hay amistades que perduran más allá de la propia vida y que repercuten en las siguientes generaciones. Sería el caso de Conxita Badia y Pau Casals, dos músicos y amigos a los que la Guerra Civil truncó sus respectivas carreras. Este año, en los cincuenta años de su muerte, se celebra el Año Conxita Badia con una serie de actos que quieren reivindicar la figura –no suficientemente conocida– de una de las mejores sopranos catalanas del siglo XX.
Con el título de Melodías compartidas, la soprano Montserrat Seró, el violonchelista Pau Codina y el pianista Marc Heredia ofrecieron un recital íntimo y emotivo en la iglesia del Carmen de Peralada, que celebraba esta amistad ininterrumpida a pesar de la guerra. El concierto, estructurado en dos partes, transitó por las canciones más queridas de la soprano, evocando lieders, melodías internacionales y canciones compuestas por Casals y la propia Badia.
Seró, una de las sopranos catalanas al alza en el ámbito internacional, desplegó una voz clara y limpia, de buena proyección y agudos intensos, con un fraseo cuidado y expresivo. Abrió con Elegia eterna, del malogrado maestro de Badia y gran amigo de Casals, Enric Granados, seguida de Bist du bei mir, de Gottfried Heinrich Stölzel, y el maravilloso lied de Schubert Ständchen. En Después de un rêve, de Gabriel Fauré, destacó el violonchelo cálido y musical de Codina, de texturas delicadas.
Morgen, de Richard Strauss, fue un momento especialmente inspirado, con una interpretación exquisita de los tres músicos. En La cautive, de Berlioz, Seró luchó con la dificultad de la partitura, con un Codina apostando por una lectura expresiva y segura, mientras que en Élégie, de Julio Massenet, el violonchelista obtuvo todos los colores de su instrumento con un sonido romántico y profundo. El piano de Heredia, siempre atento y refinado, sonó un poco demasiado fuerte en elIntermezzo de Goyescas, tapando puntualmente el violonchelo en el pasaje más intenso.
La segunda parte, dedicada a la canción catalana, desgranó diferentes títulos de Pau Casals creados expresamente para Conxita Badia: Balada de la Nueva Solveig, la delicada En el entierro de un niño - El lirio Blanco y, evidentemente, El canto de los pájaros; mientras que de Badia descubrimos su gran sensibilidad melódica como compositora con Canción de cuna y dos versiones de Te quiero, la primera más naïf y delicada; la segunda, Te quiero tanto, más compleja, seguramente por ser cantada en público. Los dos bises finales, la canción popular catalana La chica del Empordà y la samba Azulão, de Jayme Ovalle, cerraron una velada elegante y llena de sensibilidades compartidas.