Música

Los escupitajos de Patti Smith siguen siendo sagrados

La cantante norteamericana deslumbra al público del festival Jardins de Pedralbes

BarcelonaLa primera vez que vi a Patti Smith fue en el Doctor Music Festival de 1996. No me hizo falta moverme de casa –tampoco habría podido, tenía 12 años– para que la retransmisión del concierto llegara al fondo de mi pequeña y protoadolescente alma. Recuerdo como Smith abría y cerraba los brazos, como hacía oscilar levemente las caderas al ritmo de la música y cómo, mientras cantaba Because the night, soltaba, de vez en cuando, un esputo denso y poderoso. A mi hermana y a mí nos tenía fascinados. Al público también. Miraban los escupitajos voladores con el deseo de recibir el impacto. Parecían sagradas.

Veintiséis años después veía salir a Patti Smith y al quinteto de músicos que lo acompaña en los jardines de Pedralbes. Cerca tenía a un grupo de chicas que esperaba a la cantante con una copa de vino rosado helado entre las manos. El ambiente pulcro empezó a desgranarse con la inicial Redondo Beach. Grateful y Dancing barefoot hicieron viajar al público hacia la década de los 70: hacia sus sueños y desengaños, hacia la "locura mística" que más tarde alabaría la cantante. Entre verso y verso soltó algún primer escupitajo prometedor.

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Tiene mérito lo que consigue Patti Smith. Setenta y cinco años, una década sin publicar ningún disco, haciendo memoria a través de los libros –Éramos unos niños, El año del Mono– y defendiendo el repertorio de siempre con la misma furia y frescura. Durante el concierto de ayer por la noche recordó a su amigo Allen Ginsberg –recitando un fragmento de Howl– y también a Bob Dylan con una emocionada relectura acústica de One too many mornings. Entusiasmó con Nine, Beneath the southern cross y Don't say nothing, cantando con especial énfasis "and the children were shot in the streets" ["Y disparaban a los niños en las calles"], quizás en alusión a la matanza reciente de criaturas en una escuela de primaria de Texas.

"Han sido dos años llenos de momentos duros, pero también de buenos –dijo en relación con la pandemia–. ¡Pero es hora de volver a trabajar! ¡Es hora de protestar! ¡De exigir la paz! ¡De cuidar a nuestros hijos! ¡De escribir poesía!" Quizás sonó un poco cansada en uno de los himnos esperados de la noche, Because the night, pero sacó fuerzas de una pequeña bolsa que la acompañaba para extasiar a la audiencia con People have the power. Y sí: volvió a escupir en el suelo. Y el público salió de Pedralbes convencido, una vez más, de que los escupitajos de Patti Smith son sagrados.