Espiritualidad pura en el concertazo del Orfeón Donostiarra
La más que centenaria formación coral vasca brilla en el ciclo BCN Clàssics en el Palau de la Música
Orfeón Donostiarra y ADDA Sinfónica Alicante
- BCN Clásicos
- Palacio de la Música. 13 de diciembre de 2023
Dos caras de la misma moneda (espiritualidad maragalliana de la mano de Montsalvatge y Beethoven) en este concertazo de BCN Clàssics que supone el regreso al Palacio de la Música Catalana del Orfeó Donostiarra. Una vez más, la más que centenaria formación vasca (se fundó en 1897) demostró su excelente salud, gracias al gran trabajo de su director, José Antonio Sainz Alfaro.
A estas alturas todo el mundo sabe que el texto del cuarto movimiento de la novena y última sinfonía de Beethoven es de Friedrich Schiller, uno de los paradigmas del Sturm und Drang. Pero en nuestro país la traducción de Joan Maragall tiene una significación especial, que va más allá de lo que representa el poeta de Sant Gervasi entre nosotros. Por tanto, es un acierto que el programa de mano de esta velada haya incluido la traducción del autor de La vaca ciega.
Más acertado aún fue programar en la primera parte el Canto espiritual de Xavier Montsalvatge, basado igualmente en la poética maragalliana. Porque la obra exuda una espiritualidad que puede leerse en clave universal –como la sinfonía del músico alemán–, más allá de las referencias explícitas a la divinidad en el texto. La contundencia de los primeros acordes con piano y orquesta, la fanfarra subsiguiente y la primera intervención del corazón estuvieron marcados por la precisión rítmica y por la perfecta afinación de la masa coral.
Esperábamos más de una formación orquestal como el ADDA Sinfónica de Alicante. Más implicada en la primera parte que en la sinfonía de Beethoven, Josep Vicent dirigió con temple y gestualidad siempre atenta a una correcta concertación. Pero no ocurrió de ahí: faltó algo más de imaginación en el temperamento y en el discurso de una obra que en un mes habremos oído dos veces en Barcelona. Insisto en que la labor del Orfeón Donostiarra fue inapelable, al margen del poco voladizo del papel orquestal. López, éste último bordeando la excelencia en su primera intervención. ¿Cuándo tendremos este excelente artista en un papel operístico de repertorio en el Liceu o en el Palau?