Crítica de música

Jordi Savall deslumbra con su Bruckner

El director y Le Concert des Nations reinterpretan el sinfonismo romántico en L'Auditori

Jordi Savall y Le Concert des Nations

  • El Auditorio. 16 de octubre de 2024

Jordi Savall es incombustible. A sus 83 años no sólo sigue dirigiendo, sino que no se cansa de crear proyectos nuevos que entusiasman al público. Así fue el miércoles en el concierto de inauguración del ciclo El Son Original en L'Auditori de Barcelona, ​​con la presencia, entre los asistentes que llenaban la sala, del presidente de la Generalitat, Salvador Illa. Savall llegó con sinfonías románticas muy poco interpretadas (excepto la celebérrima Inacabada de Schubert), les quitó el polvo y nos las ofreció interpretadas con el estilo, la formación orquestal y los instrumentos propios de cuando fueron escritas.

Cargando
No hay anuncios

La estrella del concierto era Anton Bruckner, de quien este año se celebran los doscientos del nacimiento. Schumann y Schubert completaban el programa. Savall contó con unos sesenta músicos –amorizando el sonido al que estamos acostumbrados–, separando primeros y segundos violines en cada lado de escenario y colocando las cuerdas graves, violas, violonchelos y contrabajos en el centro, estos últimos detrás de todo. Esto, más la nueva acústica de la sala 1 de L'Auditori, favorecieron enormemente la recepción de los detalles musicales.

Abrió con la Sinfonía núm. 8 en sí menor, Inacabada, de Schubert, con lo que demostró por dónde iría el concierto: contraste entre sonidos dulces y fluidos con otros más contundentes, articulación precisa y atención a la dinámica ya los tempos, envuelto en una gran elegancia llena de matices . Schubert sonó brillante y renovado, con un primer movimiento emocionante y un andante de sonido suave y ligero, con gran presencia de la madera, que desafinó en algún momento.

Cargando
No hay anuncios

Siguió la raramente programada Sinfonía en sol menor, Zwickauer, de Schumann, también inacabada y rechazada por el autor, donde el director insistió en acentuar los contrastes entre las partes más melódicas y la contundencia de metales y percusión.

La segunda parte fue el turno de Bruckner con la también autorrechazada Sinfonía en re menor, Nullte, una obra de 45 minutos, compleja y que ya adelanta lo que será el sinfonismo del compositor austríaco. Savall destacó los sonidos de las maderas, la contundencia de los metales del primer movimiento, los crescendos de las cuerdas en elandante, de bellísima melodía, un scherzo rápido y dificilísimo, y un último movimiento vigoroso que te va poseyendo hasta el final.

Cargando
No hay anuncios

La ovación del público fue antológica, todo el mundo de pie, hecho que Savall aprovechó para pedir que acabe ya la guerra de Israel en Gaza y Líbano, unas tierras y una población que él conoce bien y con quien hace música desde hace muchos años.

Cargando
No hay anuncios