Menú ruso en la vienesa en un concierto memorable
La Filarmónica de Viena y Daniele Gatti dejan el listón muy alto en la velada inaugural de la temporada 2024-2025 del Palau de la Música
Orquesta Filarmónica de Viena
- Dirección: Daniele Gatti
- Palau de la Música, 3 de octubre de 2024
Todo el mundo pone en boca de Helenio Herrera, un antiguo entrenador del Barça, una frase según la cual el equipo azulgrana no necesitaba bajar del autobús para ganar un partido. En el terreno que nos ocupa, la crítica de un concierto de la Filarmónica de Viena ya está prácticamente hecha antes de entrar en la sala de conciertos, porque se sabe que el rendimiento de la formación austríaca no bajará de la excelencia .
La velada inaugural de la temporada 2024-2025 del Palau de la Música deja el listón muy alto, gracias a una actuación memorable de una de las mejores orquestas del mundo. Un nivel de pluscuamperfección gracias a la dirección vibrante e intensa de Daniele Gatti, al rendimiento de los miembros de la formación ya un programa muy bien elegido: dos formas de entender la música a cargo de dos compositores rusos del siglo XX, pero en las antípodas por el en cuanto a estatus, estilo y posicionamientos éticos y estéticos.
En la primera parte, una de las piezas del período neoclásico de Igor Stravinsky, el ballet Apollon musagète, que el músico escribió entre 1927 y 1928 con el patrocinio de una mecenas estadounidense, aunque la obra se estrenó en París. La pieza está pensada para una treintena de instrumentos de cuerda, lo que permitió a la Filarmónica de Viena exhibir precisamente una de las marcas propias de la casa, con una sonoridad compacta, aterciopelada y impregnada de bondades tímbricas.
El contraste llegaba en una segunda parte de las que dejan sin aliento: la Décima sinfonía de Dmitri Shostakovich, de quien todavía podemos ver en el Liceo las funciones de la ópera Lady Macbeth de Mtsensk. Y si esta obra recibió la reprobación de Stalin, la décima sinfonía fue la primera de la serie de quince que Shostakovich estrenaría tras la muerte del dictador y tras un período de ocho años de silencio sinfónico, dado el miedo del músico a nuevas acusaciones de formalista con cargo al régimen.
La liberación todavía no se muestra en esta página, muy empapada por la herida, la humillación y el sufrimiento. Una obra monumental, eso sí, electrizante y de gran imaginación melódico-rítmica. De nuevo, la Filarmónica de Viena demostró que no es una orquesta, sino un instrumento de sonoridad segura, compacta, disciplinada, dúctil, sensible y de resoluciones perfectas. La intensidad y la seguridad de Gatti fueron igualmente garantías para hacer de la velada un éxito de quienes dejan huella entre las paredes del Palau y frente a un público entusiasta y que ocupaba todos los rincones de la sala modernista.