Una de las mejores óperas del siglo XX se pasea por la Rambla
El Liceu inaugura temporada con 'Lady Macbeth de Mtsensk', la ópera-thriller de Dmitri Shostakovich
- Música: Dmitri Shostakovich. Libreto: Aleksandr Preis
- Dirección escénica: Àlex Ollé. Dirección musical: Josep Pons
- Escenografía: Alfons Flores. Vestuario: Lluc Castells. Iluminación: Urs Schönebaum
- Intérpretes: Sara Jakubiak, Pavel Černoch, Alexei Botnarciuc, Ilya Selivanov, Núria Vilà, Goran Jurić, Scott Wilde, Mireia Pintó, Igor Tsenkman, José Manuel Montero, Javier Agudo, Luis López Navarro, Albert Casals, Facundo Muñoz, Marc Sala Jeroba Tejera, Paata Burchuladze, Alejandro López, Dimitar Darlev, Plamen Papazikov, Pau Bordas, Alejandro Zabala, Raquel Lucena y el Cor del Gran Teatro del Liceu
En el reciente libro coescrito por Àlex Ollé y Pablo Ley sobre el montaje de Lady Macbeth de Mtsensk que inaugura la temporada 2024-25 del Liceu, leemos: “La violencia que ejerce Katerina es el resultado de la impotencia que siente ante un entorno hostil. El sentimiento de vacío total le ha convertido en una bomba de relojería”. Este concepto, que refuerza la idea de que la protagonista no es la Lady Macbeth del relato original de Leskov sino la víctima de un entorno virulento y salvaje, es la clave del montaje del director catalán que, sin embargo, hace un guiño a la señora Macbeth shakesperiana en un apunte escénico en el que Katerina se lava las manos tras cometer uno de sus crímenes. Ollé presenta un montaje con buenas ideas, no todas suficientemente desarrolladas –una producción así y nueva pide más ensayos–, pero el competente equipo que lidera ha mantenido el edificio de pie, construido sobre la excelencia. La escenografía de Alfons Flores se ve sustentada por un suelo con agua, que somete a los personajes a su deriva, mojándose y remojándose en un líquido donde se mea y se vomita. Esto y la espléndida iluminación de Urs Schönebaum da pie a cuadros de innegable belleza, como el de los prisioneros en el cuarto acto, en medio de la inmundicia moral de los protagonistas.
El planteamiento de Ollé es incontestable, pero no sería suficiente si no se defendiera con buenos argumentos desde el foso orquestal. Josep Pons ha trabajado a conciencia y la concepción sinfónica de la pieza alcanza metas de calidad extrema en los pasajes netamente orquestales y en el acompañamiento de las voces. El lirismo en los pasajes de Katerina, el sarcasmo de escenas como la del mozo andrajoso o la de la comisaría de policía contribuyen a un relato musical impecable ante la batuta de Pons y con sensacionales intervenciones solistas, por ejemplo en el interludio del segundo acto con la intervención violinística de Kai Gleusteen. Extraordinarias también las intervenciones corales, lo que hace pensar en una prometedora temporada para las masas estables del Liceu.
Sara Jakubiak, un lujo
Esta ópera es difícil y pide una cantera vocal capaz de superar los arrecifes de la partitura. Encabeza el reparto la estadounidense Sara Jakubiak, que debuta el rol de Katerina. La voz tiene cuerpo, la proyección es incontestable, el color es de gran belleza y la expresividad está bien trabajada. Un lujo. También lo es Serguei de Pavel Černoch, bien timbrado e insolente cuando es necesario, al servicio de un papel testosterónico que el tenor checo sirvió con buenos resultados. Muy bien también el Zinovi de Ilya Selivanov y levemente por debajo el Boris de Alexei Botnarciuc, de proyección y volumen cortos y con intervención fantasmagórica sustituida por el cavernoso (y amplificado) Alejandro López.
De entre los secundarios, excelentes el mozo andrajoso de José Manuel Montero, el sacerdote de Goran Jurić y el jefe de policía de Scott Wilde. De entre los autóctonos, muy destacables la Aksinia de Núria Vilà (un rol de riesgo) y la Sonietka de Mireia Pintó. Y decepcionante a un Paata Burchuladze claramente en horas bajas al servicio del viejo prisionero.
Azotada por las invectivas estalinistas en un tristemente recordado editorial del diario Pravda, la segunda –y última–ópera de Shostakovich ha sobrevivido a los totalitarismos ya las calificaciones de "pornofónica" con las que fue saludada en su tiempo, aunque el estreno en Leningrado (1934) fue un éxito. Con justicia, es ahora una de las mejores óperas del siglo XX. Y el Liceu, que la programó por primera vez en el 2002, la representa ahora como inicio de temporada. Todo un acierto, aunque una ocasión así merecía la impresión del programa de mano, tan solo descargable en la web del teatro.
La primera inauguración de temporada de Salvador Illa
El presidente del Liceu, Salvador Alemany, ha sido el anfitrión de la primera inauguración de temporada liceísta de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, informa Xavier Cervantes. En una función solo para invitados (sin entradas a la venta), ha habido una amplia representación institucional: el presidente del Parlament, Josep Rull; la consellera de Cultura, Sònia Hernández; el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni; el delgado del gobierno español, Carlos Prieto, y la presidenta de la Diputación de Barcelona, Lluïsa Moret. También han asistido los expresidentes Jordi Pujol y José Montilla. Igualmente, ha habido presencia del mundo empresarial y financiero, como Josep Oliu (Banco Sabadell), Mauricio Llena (Aena), Miquel Roca (Aguas de Barcelona), Ramon Agenjo (Damm) y Ángel Simón (Criteria Caixa), y del mundo cultural como el cineasta JA Bayona, la compositora Raquel García-Tomás, el actor Joan Pera, la actriz Vicenta N'Dongo, la presentadora Núria Marín y el director artístico del Teatro Real de Madrid, Joan Matabosch, entre otros.