Muere el músico Robe Iniesta, líder de Extremoduro, a los 63 años
El artista extremeño ha sido una figura primordial del rock en castellano
BarcelonaEl músico extremeño Robe Iniesta, líder del grupo Extremoduro, ha fallecido este miércoles a los 63 años. Así ha informado a su agencia de representación en un comunicado en el que no se detalla la causa de la muerte. "Hoy despedimos al último gran filósofo, el último gran humanista y literato contemporáneo en lengua hispana, y al cantante cuyas melodías han logrado impactar generaciones y generaciones. Pero por encima de todo, hoy despedimos al maestro de maestros", dice el comunicado. Hace un año sufrió una embolia pulmonar que le obligó a cancelar unos conciertos de la gira del disco Se nos quita el aire, uno de los mejores álbumes del 2023 según el ARA. Fue el mismo disco que había presentado ante 23.000 personas en el Parc del Fòrum en un concierto pletórico que, efectivamente, demostró que tanto las canciones de Extremoduro como las que publicó a su nombre llegaban a un público generacionalmente diverso. Roberto Iniesta Ojea, elRobe, nacido en Plasencia el 16 de mayo de 1962, conectaba con mucha gente, y de qué manera.
Robe Iniesta era una poética de voz áspera y rimas canteladas extrañamente tiernas, rock de altísima temperatura emocional donde de repente aparecía un verso inflamado de procacidad. Era, de hecho, uno de los grandes letristas del amor, del deseo que le revienta el sexo a Prometeo, del amor más transparente y de lo más críptico, de la añoranza inconsolable de Salir y del amor como alimento que describió en Nada que perder, la canción monumental del último disco a su nombre; una canción que entre los riffs durísimo de la guitarra y la almohada del violín se interpreta ahora como el último autorretrato de un artista extraordinario, seguramente el más influyente del rock en castellano, referente para Estopa y Albert Pla, por ejemplo. "Extremoduro es el mejor grupo que ha existido", decía Albert Pla. "Robe me inspira porque tiene sesenta años y no se le ha ido la inspiración. Hay gente que ha hecho canciones buenísimas, pero se ha secado. Y él no", explicaba David Muñoz, de los Estopa, que añadía: "El otro día casi lloro escuchando Nada que perder. El hijo me decía: «Papá, ¿qué lloras?» No, no. Es una canción que me flipa: «Volvería a mis adicciones si acaso fuera, si fuera necesario. [...] Volvería a hacerlo por amor, si acaso fuera, si fuera necesario»".
La biografía musical de Robe Iniesta comienza mientras trabaja en el taller mecánico del padre. De esa época son los ensayos en un local cerca de la catedral de Plasencia bajo la influencia de Leño y Rory Gallagher. El primer concierto lo dio en 1983 en un festival de grupos nuevos en un campo de fútbol, y en el repertorio ya había un par de canciones propias; él tocaba la guitarra. Bajo el nombre de Dosis Letal, graban una maqueta y al poco tiempo Iniesta decide que también será el vocalista. Tomar decisiones y cambiar a los músicos de la banda será una constante en aquella época. Por último, en 1987 nace Extremoduro.
Sin embargo, todavía tuvieron que pasar un par de años antes de la publicación de la maqueta Rock transgresivo (1989), que incluía Jesucristo García, que sería una de las piezas más populares del cancionero de Robe Iniesta. La canción baraja recortes autobiográficos con estrofas que muestran un talento lírico especial para combinar el amor desesperado ("Vomité mi alma en cada verso que te di"), la culpa ("Desquicié tu vida por ponerla junto a mí"), la adicción ("Por conocer a cuántos se margina, un día me vino metido en la heroína") y el sarcasmo fatalista ("Resucité al tercer día en el psiquiátrico. Absurdo invento"). Jesucristo García es la canción a partir de la cual crece el culto a Extremoduro, la canción que marca el estilo de Iniesta y que más adelante le permitirá alcanzar cimas del rock en castellano como los discos Agila (1996) y La ley innata (2008), ambos de Extremoduro, o Destrozares, canciones para el final de los tiempos (2016) y Se nos quita el aire (2023), de Robe Iniesta.
Los Extremoduro de los primeros años hacen agujero en bares donde la policía busca drogas en los bolsillos y antecedentes en el DNI, pero también entre una juventud menos marginal que apenas salía de la adolescencia y encontraba en esas canciones lo que no sonaba en las emisoras comerciales de radio. Como había ocurrido con el punk-rock vasco de los ochenta, el rock transgresor se esparcía por el boca a boca sobre todo en los barrios populares.
El carácter de Iniesta y las adicciones narcóticas no facilitaban los tratos con la industria musical, aunque la productividad del grupo fue lo suficientemente alta. La proyección de la banda hizo un cambio de escala a raíz del fichaje por Warner y la publicación de los álbumes Deltoya (1991) y ¿Dónde están mis amigos? (1993). Pero el punto de inflexión artístico llegó con Pedrá (1995) y Agila (1996) y la incorporación como productor y guitarrista de Iñaki Uoho Antón, que venía del grupo vasco Platero y Tú. Tal y como recordaba Antón, el propio Iniesta se dio cuenta en cuanto el tándem funcionaría. "Empezamos a trabajar en canciones hacia 1993. Y con Pedrá vimos que entre Robe y yo saltaban chispas y pasaban cosas. Luego me pidió que le ayudara a arreglar el Rock transgresivo y enseguida nos metimos con Agila", decía Antón. Ambos supieron ordenar el caos sin perder la rotundidad, ni la sonora ni la poética.
Iniesta y Antón enriquecieron el universo musical de las canciones. Por ejemplo, con los arreglos de cuerda de Canciones prohibidas (1998) y sobre todo Yo, minoría absoluta (2002), y con la incorporación del violín como elemento casi estructural en La ley innata (2008) y Material defectuoso (2011), un violín que tocaba Ara Malikian. A finales de los años noventa, instalado como referente indiscutible, Iniesta encontró un espacio de confianza para volar las palomas de la ambición en trabajos conceptuales y composiciones cada vez más complejas que, sin embargo, no perdían la esencia de Extremoduro. Llegó un momento en que Iniesta empezó a publicar discos al margen del grupo, pero, como ocurría en los conciertos, era difícil saber dónde terminaba Extremoduro y empezaba el Robe. Al fin y al cabo, todo llevaba la marca del músico extremeño, uno de los mayores del rock en castellano.