Música

Ángeles Toledano: "No puedes quedarte a medias. Si quieres transmitir una emoción, tienes que ir a por todas"

Música. Autora del disco 'Sangre sucia'

BarcelonaEscenarios catalanes como el del Festival Vida de Vilanova y la Geltrú, el Teatro la Atlántida durante el Mercado de Música Viva de Vic o la Sala Apolo de Barcelona han sido testigos del impacto sonoro y visual de Ángeles Toledano (Villanueva de la Reina, Jaén, 1995). Cantaora de formación, y exploradora de tipo como la cantaora Rocío Márquez, Toledano está construyendo un relato artístico muy interesante a partir del disco Sangre sucia (Universal, 2024).

Hace un año de la publicación de Sangre sucia. ¿Qué balance haces?

— Superpositivo. Me siento muy orgullosa de todo lo que ha logrado el disco. Es más de lo que había soñado. Estoy supercontenta de la gira que estamos haciendo.

¿También es una recompensa a tantos años de estudio y de trabajo? No es un éxito que llegue con 20 años, sino prácticamente a los 30 años.

— Sí, totalmente. Lo abrazo como una recompensa a todo el trabajo, toda la reflexión, todo el estudio y todo el amor que he dedicado a la música durante tanto tiempo. Y a haberlo hecho a fuego lento, con mis tempos, porque hasta que hice el disco apenas conocía el mundo de la industria musical y no sabía que existía la prisa. En el flamenco es todo tan lento... Se empieza a reconocerte como cantaora cuando ya tienes una edad. Ahora me he dado cuenta de que he hecho un disco a una edad más madura.

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Sin embargo, notas que tu voz todavía tiene recorrido, ¿no? Todavía no le has llevado al límite.

— No, por nada. Me estoy conociendo en otro aspecto, fuera del flamenco. El flamenco, aunque sea muy personal, no deja de estar imitando, por así decirlo, cantaores antiguas o cantaores de tu tiempo. Y se torna algo impersonal también porque en realidad está reinterpretando cantos de Camarón, de Enrique Morente... Fue en el momento de meterme en el estudio y hacer mi música que me planteé que puede haber una vía más personal. Pero debe hacerse con calma. Mi personalidad todavía se está formando y le daré el tiempo que sea necesario.

Tu relación con el flamenco es desde muy joven, pero no por el entorno familiar, ¿no?

— En mi núcleo familiar, nada. De hecho, a mi madre no le gustaba el flamenco. Ahora le gusta más que a mí (ríe). En casa nadie me dijo lo que debía escuchar. Simplemente, sucedió así. Y hoy en día toda mi vida y la de mi núcleo familiar se ha construido en torno a la música. Mis padres me han dado todo el apoyo, me han llevado a la escuela durante años y cerraduras para aprender y, al final, su vida también se ha construido en torno a esto.

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Cantaores cómo Rocío Márquez han aprendido a relacionarse de una forma más activa con el micrófono y el estudio, que es algo que no ocurría tanto antes. Y también ha introducido nuevas temáticas en las letras.

— Rocío es una referente indiscutible para todas, y debemos valorarla como se merece. En la forma de crear, en los procesos creativos y en la forma de proponer, nos ha animado a ser valientes ya hacer nuestras propias propuestas.

Probablemente, sin el precedente de Rocío Márquez, no habrías tenido el atrevimiento de contar con Sara Torres en La palabra en la boca y construir la canción como lo haces.

— Ella nos ha enseñado todo este mundo. Totalmente.

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¿Hacia dónde crees que irán tus próximos pasos artísticos?

— De momento sigo creando sobre Sangre sucia, dando forma a un directo muy vivo y que me encanta. Lo vivo con mucha intensidad. Sí es verdad que hay algo, como si fuera una suerte de síntoma físico en la zona del esternón, que va hacia otro lado. Pero todavía no sé qué es, ni cómo será, ni cuándo, ni nada. Pero hay algo que ya está haciendo pensar en cosas. Estoy escribiendo, hay desorden.

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¿Un desorden hacia dónde? En la línea de lo que haces en Seguiriya,Mamá, tenías razón o Nocturna manzana?

— Hacia algo que todavía no he encajado.

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A propósito de Sangre sucia, el disco comienza con Araora cómosi fuera la banda sonora de una película de terror, aunque después el disco no es nada terrorífico.

— Sí, existía la intención de romper ese miedo. Cargamos muchos miedos, y quería hacer ficción, hacer música. Me apetecía gusto. Recuerdo cuando me enviaban los cambios que hacían en el vídeo, que yo les decía: "Tiene que dar más miedo, más pesadilla". Nunca me parecía suficiente. Hubo un momento en que la gente me decía: "¡Qué miedo!". Y pensé que quizás me había pasado. Pero con el tiempo comprendí que no puedes quedarte a medias. Si quieres transmitir una emoción, tienes que ir a por todas. Para que las cosas perduren, debes ir hasta el fondo.

Por eso tus conciertos son tan contrastados, con partes muy solemnes y contenidas que de repente se rompen y dejan entrar mucha alegría.

— Sí. Contraste, mucho contraste, como buena Gemelos.

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¿Cuál es tu mejor recuerdo relacionado con la música?

— El recuerdo más bonito que tengo de la música es haber estado sentada con mi abuelo y haber compartido aquellos momentos que nos hicieron conectar uno con otro. Él ya no está, pero me deja un recuerdo maravilloso.

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¿Y un recuerdo musical que querrías olvidar?

— Quisiera olvidar por completo la época de los concursos. Estuve muchos años concursando en las peñas flamencas, y eso me ha dejado muy tocada. Me gustaría olvidarla porque no fue una época nada feliz. De hecho, esta competitividad no me gustaba en absoluto. Lo pasé muy mal. No puedo obviar que me ha pasado, pero quisiera olvidarla y oír que la música no es competición, que es otra cosa.

¿Y te angustias, por ejemplo, con los números de reproducciones de las canciones?

— No es algo que me haya preocupado hasta ahora, que es cuando me estoy enterando de cómo funciona la industria musical. ¿Me preocupa? Hombre, quiero seguir teniendo recursos y seguir trabajando; y si para conseguirlo necesito números, pues sí, me preocupan. Porque quiero seguir currando, porque quiero seguir llegando al público y haciendo discos, porque quiero seguir dedicándome a la música. Me parece un privilegio decir que no me preocupa, porque si no te preocupa es que tienes los recursos y la pasta detrás que te hace de almohada. Me preocupa porque lo necesito, pero no me preocupa demasiado.

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