BarcelonaBlaumut cerraron el recorrido del disco Olímpica y primavera (2022) y la celebración del décimo aniversario del grupo con cuatro conciertos sinfónicos, incluido uno en el Palau de la Música el 5 de mayo de 2023. Un año después publica Abismo, capítulo 1 (Fanatik - Blanco y Negro, 2024), las primeras cinco canciones de un disco que se completará en otoño con otros cinco temas. Y este viernes 3 de mayo actúan en las escaleras de la catedral de Gerona, dentro de la programación del Festival Strenes. Hablan con el ARA Xavi de la Iglesia, Vassil Lambrinov y Oriol Aymat, tres de los cinco componentes del grupo del que también forman parte Manuel Krapovickas y Toni Pagès.
¿Por qué publica el disco en dos partes: cinco canciones ahora y cinco más en otoño?
— Xavi de la Iglesia: Es un trabajo que quizá tarde un año y medio en hacer, entre componer, grabar y plantearte todo el universo del disco, pero, en el contexto en el que vivimos ahora, publicas un disco de diez canciones y al cabo de una semana ya es antiguo. Intentamos hacer un consumo algo más sensato: sacamos cinco canciones, damos tiempo para que se saboreen, y dentro de un tiempo sacamos las otras cinco y publicamos el disco entero como tal. Queremos dejar espacio para que se vaya saboreando y entendiendo algo más el concepto. No tiene ningún sentido ese consumo desatado de la cultura, ese consumir en 30 segundos algo que quiere un tiempo, que quiere una inspiración, un dejar reposar.
Publicar sólo cinco canciones nos permite hablar canción a canción. La primera es Amateur, que tiene ese aire sintético del Franco Battiato de los años ochenta.
— XI: Podría ser. Vengo mucho de aquella música, me encanta, y supongo que las influencias están ahí y van saliendo.
¿Y el verso "amateur, eres un amateur" al que va dirigido?
— XI: Ésta es la canción que habla del síndrome del impostor, de las inseguridades. He visto que el disco tiene un hilo conductor: habla de enfrentarte a ti mismo, a tus miedos, tus abismos, por eso se titula Abismo. ¿Qué ocurre si salgo de la zona de confort? ¿Qué gano?
Calma, que arranca con un formato más baladístico, también es muy característica de Blaumut. ¿Qué miedo existe en esta canción?
— XI: El miedo al futuro. Te planteas cómo será la vida dentro de diez años, qué problemas tendrás, cuáles no tendrás... ¿Serás feliz, no serás feliz? Pero todo desde una calma, como quien mira una colina de lejos y se plantea el futuro.
¿Esta incertidumbre también la vivís como grupo?
— Oriol Aymat: Seguro.
— Vassil Lambrinov: No sabemos cuántos años va a durar todo... Una pandemia estuvo a punto de detenernos y estamos aquí. Hay guerras, que nunca habríamos imaginado que estaríamos con estos follones en el mundo, ahora. Pero bueno, creo que hay una tendencia al optimismo, que todo será como debe ser y que al final todo es para bien.
— OA: Y, siendo un grupo, cualquier decisión de uno solo puede afectarnos a todos. Pero es hermoso que hacer, el camino juntos.
En este camino es importante que se pueda bailar, que es lo que propone a Camisa de palmeras.
— XI: Aquí también nos hizo gracia ir hacia un terreno que no habíamos explorado todavía, con éste electrocaribbean mezclado con cuerda.
En En el nombre de la madre hay una cuerda más esplendorosa. Lo he escuchado tres o cuatro veces y no sé si acabo de entender la letra.
— XI: Es la historia de una excusa. Es un tipo que va con el coche, de repente empieza a llover a cántaros, todo se empieza a inundar, los animales corren, es una gran catástrofe mundial, sube el nivel del agua, al tipo le salen escamas , se convierte en un pez... y al final acaba diciendo la última frase: "Y por eso te cuento que he hecho tarde".
Y el título En el nombre de la madre?
— XI: Sale de la mezcla entre rezar que no ocurra nada y "la madre que me parió".
También hay Miopía. No recuerdo muchas canciones sobre la miopía. ¿Tiene ninguno como referente?
— XI: No. Ninguna. Quise hacer una analogía entre los que somos miopes, que cuando nos quitamos las gafas todo lo que está lejos lo vemos borroso, y el pasado, que se nos va borrando o va convirtiéndose en un recuerdo, pero que tampoco lo acabas viendo. Y aquí también hay un miedo: a perder cosas. Los que somos miopes de siempre, por nuestra concepción mental, nos hemos acostumbrado a una forma de entender las cosas a veces imaginándolas o intuiéndolas.
¿Detectais una evolución en las temáticas que utiliza Xavi en las letras?
— OA: Sí, y en la forma de escribirlo también. Creo que este último disco es superpoético y, a su vez, mucho más conciso que los anteriores. Está más claro lo que dice, más inteligible para todos. A mí se me ha hecho mucho más comprensible que el disco anterior.
— VL: Ostras, yo es que vivo mucho las capas sonoras, y no tanto las letras. Debo tener una especie de dislexia intelectual respecto a las letras, de él o de cualquier artista.
¿Disfruta más con la música sinfónica que con la sinfónico-coral y el lied?
— VL: Es curioso. Oriol y yo estudiamos en Alemania y hablamos el alemán, y un día escuchando la Novena sinfonía de Beethoven, una de las obras maestras de la música, con el último movimiento con el poema de Schiller, que le he tocado muchas veces con orquesta, pensé "Que chulo". Pero igualmente me quedo con la melodía, no con la letra. Y con la ópera, que es un arte único y maravilloso, nunca conecto con ella lo que cantan y la trama. En cambio, en Vocalise, de Rakhmaninov, que es cantada pero no tiene letra, la voz, la fuerza sonora y musical de la voz, conecta directamente con el espíritu y el alma como ningún otro instrumento musical.
— XI: Una de las primeras veces que te vi tocar fue en el Liceu, haciendo El holandés errante, de Wagner.
— VL: Me encanta tocar ópera, pero no conecto con la parte de seguir una trama. Ahora, admiro mucho al famoso periodista deÓpera en vaqueros, el Ramon Gener, que él sí es un maestro explicando una ópera: es como si vieras una serie apasionante con una trama superinteresante. Pero yo siempre conecto más con la parte puramente musical.
Ha cambiado de discográfica y de management, ¿verdad?
— OA: Para intentar estar mejor.
— VL: Obviamente, nos encantaría no tener que pensar en este tema, pero todo esto afecta directamente al funcionamiento y al futuro del grupo. Vosotros veis el resultado final, que son las canciones, la música y los conciertos. Pero, para que esto pueda ocurrir, hay tantos factores que cuando empezábamos seguramente ni conocíamos...
— XI: Además, cada disco es diferente y tiene sus necesidades, y pensamos que quizás lo tiene que gestionar alguien distinto. Si hacemos un contrato discográfico, sólo es por un disco y vamos paso a paso. Si estamos bien y trabajamos bien, nos pondremos de acuerdo. Y ya está. Eso sí que lo tenemos muy claro, y creo que todos los artistas deberían tenerlo muy claro a la hora de gestionar su propio material. Debe ser prioritario, porque después ves contratos que firman compañeros que dices "Chico, aquí tienes un problema". Hago un llamamiento para que todo el mundo esté bien asesorado y luche por sus intereses y sus derechos.
¿Cuál es el mejor recuerdo que tiene relacionado con la música y cuál le gustaría olvidar?
— VL: Lo mejor, hacer música con los compañeros, disfrutarla y que el público comulgue. Me ha pasado con Blaumut, pero también con proyectos sinfónicos. Recuerdo que en 1999 Rostropóvich, uno de los mayores violonchelistas de la historia, vino donde estudiábamos Oriol y yo a tocar el concierto de Dvořák y fue una semana muy intensa. Teníamos allí historia viva de la música, y el concierto lo recuerdo como una experiencia muy buena, de trascender la parte real y conectarte con esa parte única del alma, del espíritu, que es un idioma que sólo puede expresar la música. Y lo peor, las miserias humanas, que están en todos los ámbitos y que a veces toca también vivir en el mundo de la música. En cualquier caso, sin la música no podría vivir.
— XI: Lo mejor, ver que una canción que has hecho en una pequeña habitación de repente la estás tocando en el Palau de la Música con los amigos, y notar la energía tan bonita que se crea con el público. Esto es precioso. Y la parte negativa es lo que dice Vassil, las miserias humanas que hay en el mundo de la música, que hay mucho desaprensivo también, y muy aprovechado. Desgraciadamente, nos hemos encontrado y hemos tenido que luchar y desgastarnos con cosas que no son hacer música, sino que son cosas extramusicales que realmente marcan, dejan una huella y también aprendes de todo esto, pero hombre, mejor si puedes no pasar por allí.
— OA: Por no repetirme, porque lo de vivir en un escenario aquella euforia colectiva es insuperable, recuerdo cuando éramos chavales y éramos capaces de vivir la música tan activamente, escuchándola con una plenitud, como un sueño vivo: te' ibas a otro mundo y lo disfrutabas con todos los poros de la piel. Después te haces mayor, te vas profesionalizando y pierdes ese goce absoluto, pero este recuerdo nos ayuda a volver a buscar dentro de la música, dentro del sonido y el instrumento, e ir a encontrar esa esencia tan pura que teníamos de pequeños. Y, para olvidar, esas noches sin dormir, a veces con pesadillas y escalofríos, antes de según qué actuación, cuando sufres porque te sientes poco preparado, no has tenido el tiempo que querías o estás estresado y crees que no llegarás a hacerlo bastante bien. Con el tiempo aprendes a gestionarlo mejor, pero ésta sí que es algo que me gustaría no haber tenido que ocurrir nunca.