Música

"No teníamos piano y me enseñaron las notas subiendo y bajando los escalones de una escalera"

La Franz Schubert Filharmonia invita al pianista Dmitry Ishkhanov al Teatro Tarragona y el Recinto Modernista de Sant Pau

BarcelonaDmitry Ishkhanov (Moscú, 2005) es un pianista modélicamente precoz. Desde que se puso delante del piano con tres años, ha hecho todo lo que cabría esperar de una joven promesa de la música clásica. Con 11 años se convirtió en el finalista más joven del Festival de Eurovisión de Jóvenes Músicos, y con 14 debutó en el Auditorio Isaac Stern del Carnegie Hall de Nueva York. Sin embargo, sus primeros pasos no son nada convencionales. "Mis padres no querían que fuera pianista; querían que jugara al ajedrez o que estudiara matemáticas e ingeniería –dice Ishkhanov–. Fue mi canguro quien vio que tenía talento y les convenció. Como en casa no teníamos ningún piano , me enseñaron las notas musicales subiendo y bajando los escalones de la escalera del bloque de pisos. Más adelante, ya me compraron un piano electrónico". Tras debutar en ciudades como Washington, Viena, Salzburgo y Colonia, Franz Schubert Filharmonia le ha invitado a Cataluña, donde esta semana ofrece dos recitales: martes, en el Teatro Tarragona; miércoles, en el Recinto Modernista de Sant Pau, en Barcelona.

Algunos críticos le han bautizado como el sucesor de Grigory Sokolov y Evgeni Kissin, pero él rehuye las etiquetas: "Tengo ídolos, pero quiero seguir mi camino. No quiero compararme con Sokolov, aunque sea uno de los pilares de la música para piano. Que me comparen con ella es una buena señal, claro, pero intento no darle mucha importancia". Tampoco le gusta mucho la etiqueta de joven promesa: "Algún día tendré que dejar de serlo; cada vez soy mayor, el tiempo tiene unos límites". "Además, ser considerado una joven promesa conlleva mucha presión", añade.

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"Trabajar como un burro es esencial en todos los aspectos de la vida, pero la clave de vuelta es la forma en que trabajas –dice Ishkhanov–. Para interpretar bien una pieza, es fundamental ponerse por debajo del compositor, seguir lo que está escrito en las partituras". Aunque "cada concierto es igual de importante", el pianista recuerda especialmente la actuación en el Festival de Eurovisión de Jóvenes Músicos de 2016, en el que participó como representante de Malta, el país donde pasó buena parte de la infancia. "Fue mi primer concierto en una sala grande –explica–. Antes de salir a tocar, temblaba como un flan. Había muchas cámaras y nos hicieron muchas entrevistas. Podríamos decir que mi carrera empezó ese día".

"Chopin es el yoga de la música"

Aunque todavía no ha actuado en España, Ishkhanov se considera "un gran aficionado de la cultura hispánica". En este sentido, el programa del concierto incluirá la Suite española, op. 47 y el Corpus Christi en Sevilla de la suite Iberia de Isaac Albéniz. "Y empezaré con las Variaciones sobre un tema de Corelli de Rajmáninov, que parten de la locura, un tema antiguo originario de la península Ibérica", añade el pianista, que también tocará obras de Sergei Prokófiev, Aleksandr Skriabin y Nikolai Medtner. "Mucha gente no conoce a Medtner, porque tuvo una vida complicada y siempre se quedó un poco a la sombra de Rajmaninov, pero su música es demasiado buena, incluso mejor que la de Rakmaninov", explica. En esta ocasión no interpretará ninguna obra de Frédéric Chopin, pero es uno de sus compositores de cabecera y, de hecho, le dedicó el primer álbum, Virtuoso (Navon Records, 2021). "Chopin tiene un efecto sano en el alma, es el yoga de la música", añade.

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Pese a que nació en Moscú, la única relación que Ishkhanov tiene con Rusia son "las abuelas y los primos que viven", aparte de la lengua rusa, que habla con sus padres. Sin embargo, se muestra en desacuerdo con el veto a músicos y directores rusos por parte de algunas instituciones culturales de Occidente. "La música debe separarse de la política", argumenta. "En este concierto, tocaré a compositores rusos, pero no porque sean rusos, sino porque son muy buenos", añade.