Música

Jarvis Cocker: "Una noche, para ligar con una chica acabé cayendo ventana abajo y me fracturé la pelvis"

El cantante de Pulp y Guillem Gisbert protagonizan uno de los diálogos más esperados del Kosmopolis

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Jarvis Cocker.

BarcelonaJarvis Cocker puede presumir de haber sido uno de los grandes iconos del pop británico de los 90 gracias a himnos como Babies, Disco 2000 y Common people. Años después, Manel volvieron a popularizar esta última canción, convertida en Gent normal, donde Guillem Gisbert cantaba "tu mai viuràs com viuen els altres, ni patiràs com pateix la gent normal", mientras las voces entusiastas de sus seguidores le acompañaban.

Ambos, Cocker y Gisbert, han acabado coincidiendo en el escenario, pero no para hacer un dúo musical, sino para compartir una hora de conversación con motivo de la publicación de Buen pop, mal pop (Blackie Books, 2023), un libro de memorias del británico motivado por los objetos que acumuló durante años en su loft de Londres. "Cocker es uno de los cantantes más espectaculares de las últimas décadas", ha dicho Gisbert. Su compañero de escenario, antes de asumir el rol de protagonista absoluto de la velada, ha prometido que hablaría despacio y que vocalizaría: "Sé que estamos en Barcelona", ha dicho en una voz grave y reposada.

A continuación ha empezado a hacer memoria de sus orígenes acompañándose de una mesa periódica en la que, en vez de elementos químicos, había algunos de los objetos que le permitieron construir el libro. "Escribir no es un ejercicio nada placentero –ha admitido–. No sé si volveré a ponerme nunca". Cocker se ha ayudado de imágenes para trasladar al público al loft saturado de corbatas, libretas, carpetas, discos y cintas de casete. "Durante mucho tiempo, me dediqué a coleccionar basura –ha dicho–. Cuando me fui de Londres, todo aquello se quedó ahí dentro, acumulando polvo. El día que volví podía tirarlo todo al contenedor o examinarlo".

Cocker optó por la segunda opción, y de ahí nació Buen pop, mal pop, que le ha permitido "recuperar varios trozos de vida que creía perdidos para siempre". El cantante de Pulp ha cargado hasta el CCCB una bolsa de basura de la que ha ido sacando una pequeña selección de sus "tesoros". Había una máscara de Margaret Thatcher, "la imagen más terrorífica del mundo". Un casete de Barry White, "cuya música parecía horrible pero que después molaba". Una libreta de cuando tenía 13 años donde estaba escrito Pulp cuatro veces, a la manera de los psicópatas o de los genios. "Antes de escribir ninguna canción imaginé cómo sería la ropa que llevaríamos los integrantes del grupo –ha dicho–. Es curioso porque ya tenía un plan, bastante ambicioso, sin saber tocar aún ningún acuerdo con la guitarra. Quería escribir canciones pop convencionales y al mismo tiempo algo extrañas que pudieran subvertir y reestructurar la industria musical".

El triunfo de la clase baja

En el Sheffield donde creció en los años 70 no era raro que los jóvenes ambicionaran tener un grupo de música. "Desde el éxito de los Beatles era bastante común –ha recordado–. Crecí en una época en la que la gente de clase baja creíamos que podíamos triunfar". Muchos años después, cuando mira hacia atrás y reflexiona sobre el camino que los Pulp emprendieron, considera que han sido "la suma de Scott Walker, Barry White, la música eurodisco y el realismo social".

"Fue trabajando en una pescadería del mercado de Sheffield que encontré a alguien con quien grabar nuestra primera sesión de estudio –ha contado antes de enseñar al público una cinta con las primeras canciones del grupo–. Hasta que entras en el estudio crees que la música es un bloque entero en el que todo está integrado. A partir de entonces pierdes la inocencia, porque te das cuenta de que es una suma de partes separadas". Otro momento de pérdida de inocencia de los años de formación del cantante fue la noche en que una chica le invitó a subir a su casa mientras estaban en la discoteca The Limit. "Llegó un momento que no hablábamos ni hacíamos nada, y me pareció que era el momento de darle un beso, pero no me atrevía –ha reconocido–. Para impresionarla salí por la ventana con la intención de entrar por la ventana de al lado a través de la cornisa". Pero la cosa no fue bien. "Acabé cayendo por la ventana y me fracturé la pelvis, me rompí la muñeca y me lastimé la cadera". Después de tres semanas en el hospital y de una larga rehabilitación encarriló su vida hacia la música. "Aquel accidente no me sirvió para ligarme a la chica –dice–. Es más, mientras estaba hospitalizado me envió una nota donde me decía: «Quédate ahí colgando, Jarvis». Firmado, Adrienne".

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