Música

Roger Mas, presidente

Magnífica presentación en la Feria Mediterránea de Manresa del segundo disco con la Cobla Sant Jordi Ciudad de Barcelona

BarcelonaQué privilegio poder compartir época con Roger Mas. Y qué gran idea tuvo el cantautor de Solsona cuando, hace ya más de doce años, decidió entregarse a la cópula artística con la Cobla Sant Jordi Ciutat de Barcelona. El primer fruto sabroso fue un disco de portada negra (y letras blancas) donde, además de remover temas propios con sonoridad de copla, añadía versiones de otras tradiciones como El aigle noir, de la francesa Barbara, y la copla española La bien paga, porque también se trataba de “mirar el mundo desde esta sonoridad nuestra y desde estas alpargatas”. Así lo recordó el viernes en el Kursaal de Manresa en la presentación en directo del segundo volumen (de portada blanca y letras negras) de esta aventura prodigiosa.

El espectáculo, producido por la Feria Mediterránea de Manresa y el Centro de Creación Musical la Marfà de Girona, y con Francesc Viladiu, del Festival (a)phónica de Banyoles, como agente espoleador, estuvo a la altura de los discos. Del primero, además de una relevante selección de temas, preservó la solemnidad de interpretaciones. Del segundo, el carácter más juguetón y una alegría que también transmitían los músicos de la copla y tres cómplices habituales de Mas: Arcadi Marcet (contrabajo), Josep Pinyu Martí (batería) y Xavier Guitó, pianista y arreglista de este repertorio.

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Todo el mundo estuvo a la altura de la propuesta, y sobre todo a la altura de la expectación del público, que recompensó el carrusel de maravillas con grandes ovaciones. La primera llegó en breve, después de la mágica Y la lluvia se secó (el último tema del segundo disco). Otra, al terminar Si tú me lo dices, una delicia arreglada para el segundo volumen con la profundidad del blues en la voz y la delicadeza del tible. Aún más rotundo fue el aplauso en Michela, una de esas miniaturas tan emocionantes que Mas canta al piano. Y sobre todo cuando el trueno de Solsona cantó El aigle noir en un tramo final pletórico culminado con la expansiva lectura deEl dolor de la belleza, el solo de tenora de Enric Ortí enBajo una fina capa de ceniza, una versión de Guarda che luna con arreglo jamesbondiano y la despedida con la copla en esplendor coblístico en la Santa Espina.

Si había nervios, no lo parecía. En el escenario había una quincena de músicos transmitiendo la alegría de tocar juntos y participar en grandes momentos artísticos, como una estratosférica versión de El conde Arnau en el que la copla esparció detalles dramatúrgicos mientras Mas hacía tronar a la leyenda. O una no menos extraordinaria versión de La llorona, cantada a la manera del mejor Víctor Manuel. Y aún hubo detalles que sólo están presentes en directo, como el gesto y el tono de profunda tristeza con la que Mas cerró el verso final de Cuando todo el mundo vivirá de amor: "Los soldados serán trovadores / pero quizá no lo podamos ver".

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En definitiva, un magnífico concierto en el que también sonó La oda a Francesc Pujols. Contrariamente a lo que pregonaba el filósofo, los catalanes no tenemos nada pagado, pero sería bueno que al menos Roger Mas sí tuviera todo pagado. Es lo mínimo que merece su arte. Roger Mas, presidente.

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