Crítica de ópera

Sabadell vuelve a casarse con Fígaro

La Fundació Òpera Catalunya estrena la temporada 2025-2026 con Mozart

'Le nozze di Figaro', de Mozart

  • Libreto de Lorenzo Da Ponte
  • Dirección musical: Daniel Gil de Tejada. Dirección escénica: Miquel Gorriz
  • Intérpretes: Pau Armengol, Rosa Maria Abella, Fernando Albrich, María Hinojosa, Laura Orueta, Asunta Cumí, Arturo Espinosa, Jorge Juan Morata, Roberto Redondo-Sainz, Víctor de la Fuente, Laura Gibert, el Coro Amigos de la Ópera de Sabadell y la Orquesta Sinfònica

Le nozze di Figaro es una de las óperas más difíciles del repertorio. Y, a pesar de su aparente ligereza, no puede tomarse a la ligera (valga la redundancia). A Sabadell la conocen bien, porque es un título programado en varias ocasiones por los Amigos de la Ópera, ahora bajo el amparo de la FOC (Fundación Ópera Cataluña). Pero en esta ocasión no puede decirse que el matrimonio entre el título mozartiano que abre la trilogía Da Ponte y la entidad vallesana haya terminado de funcionar.

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Las causas pueden ser diversas, empezando por un reparto joven pero poco homogeneizado al amparo del estilo que pide Mozart. Y si bien hay voces destacadas en el cuadro protagonista, la conjunción no siempre ha encajado entre los cantantes que debutaban en sus respectivos papeles. Pau Armengol es un Figaro seguro, pero el registro es limitado, sobre todo en unos agudos no siempre pulidos. Sin embargo, el talento natural del barítono le permitió abordar el aria del cuarto acto con inteligencia y exitosa expresividad. A la deliciosa Susanna que ofreció Rosa Maria Abella tan sólo se le puede reprochar un exceso de volumen en algunos de los pasajes más sinuosos del Deh vieni, no tardar y sugerirle un viraje hacia un repertorio de mayor peso, quizás romántico. Muy notable el Conde de Ferran Albrich, de voz incisiva pero quizá poco autoritario como Almaviva, pese a la innata musicalidad que confirió al personaje. Y la veteranía de Maria Hinojosa se notó en la piel de una Condesa de Almaviva de mejores resultados en el tercer acto más que en el segundo. Excelente el Cherubino de Laura Orueta y, entre los secundarios, el Basilio (sin aria en el cuarto acto) de Jorge Juan Morata. Pasable el resto.

El problema, insisto, es la carencia de cohesión estilística entre los intérpretes citados. Las causas pueden ser diversas: o bien la elección del cast no lo tuvo en cuenta o bien la dirección musical no lo ha trabajado lo suficiente. El resultado de estas Nozze es, en consecuencia, un matrimonio no muy avenido.

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Otra causa de esa desigualdad fueron los errores de concertación, que provocaron algunos lapsus en determinados números de conjunto y la pérdida de algún cantante. Para ser justos, cabe decir que estos problemas fueron salvados rápidamente por la batuta de Daniel Gil de Tejada, frente a una Sinfónica del Vallès de buen rendimiento. Sin embargo, la imaginación y el detallismo humorístico de la partitura se dejaron sentir poco.

La escenificación de Miquel Gorriz resultó anodina y rellena de tópicos y clichés asociados a una ópera como esta. Los puntuales detalles humorísticos fueron escasos y el trabajo de personajes no se veía por ninguna parte, en medio de la escenografía sintética y eficiente de Pau Monterde, pese a la monótona iluminación de David Bofarull. Correctos los figurines de Eva Selma.