Cementerio

La excepcional historia del segundo mejor cementerio del Estado

El legado de un indiano de Montornés de Segarra recibe el reconocimiento en el IX Concurso de Cementerios

Fachada principal del cementerio modernista de Montornés de la Segarra
Genís Miquel
18/08/2025
4 min

Montornés de la SegarraEl cementerio de un pueblo de sólo 88 habitantes, en el interior de la Segarra, ha sido premiado como segundo mejor cementerio de España en el IX Concurso de Cementerios organizado por la revistaAdios Cultural, por detrás del de Las Ruedas de Pintia, en Valladolid. Montornès de Segarra es un pueblecito apartado de las grandes vías de comunicación y al que, hasta principios del siglo XX, sólo se podía acceder por caminos rurales. Sin embargo, esconde un cementerio único, no sólo por su belleza, sino por su excepcional arquitectura e historia.

Josep Balcells i Cortada (1854-1931) es el protagonista de este cementerio y de la historia reciente de Montornès. Hijo del pueblo, se marchó a La Habana, donde hizo fortuna con una empresa dedicada a la exportación y la importación, sobre todo de vino y tejidos. Con esta riqueza, quiso devolver a su lugar de origen parte de lo que había ganado, por lo que sufragó la construcción de las escuelas y promovió un cementerio singular, donde cada familia del pueblo recibía una hilera de nichos.

El cementerio empezó a construirse en 1896, y se alza en una pequeña colina en el sector oriental del término municipal, alejado del casco urbano. En este punto de víspera de la villa se erige este singular recinto funerario. De planta cuadrada y con una torre en cada ángulo, el edificio enmarca el espacio con una simetría que lo hace solemne. El color juega un papel esencial: el amarillo intenso de las paredes y el rojo cerámico del tejado contrastan con el entorno y lo hacen visible desde lejos.

La entrada, situada entre dos torres, se distingue por una portalada neogótica con arco apuntado. Las torres laterales, además, presentan cubiertas que evocan las pagodas orientales, con tejas solapadas en dos aguas. Una vez dentro, el visitante encuentra un jardín cuadrado rodeado por hileras dobles de nichos porticados. Al final del camino central una pequeña capilla marca el punto focal del espacio. La fachada combina el aire sólido del neoclasicismo con detalles neogóticos, visibles sobre todo en el tímpano. El interior, con bóveda de crucería y clavos ornamentados con motivos vegetales, culmina en un retablo de madera policromada, recientemente restaurado. En los bajos de la capilla, el panteón familiar de los Balcells permanece vacío: Josep Balcells no está enterrado.

Cripta sin uso en el cementerio de Montornès de Segarra.

"Sabemos que se marchó de Cuba tras la pérdida de las colonias y que hizo fortuna como comerciante", explica Dionís Oña, alcalde de Montornès, que conoce la trayectoria vital del indiano benefactor. Fue diputado en el Congreso de los Diputados por Igualada en 1898 y por Cervera en 1903, con el Partido Liberal. Además, fue senador, de forma discontinua, por Tarragona desde 1910 hasta 1917. Tal y como recuerda Oña, Balcells "llegó a ser senador por Tarragona y vinculado al Partido Liberal, pero quería serlo por su demarcación natal, y no lo logró". "Eso rompió el vínculo con el pueblo. Lo cierto es que dejó escrito que no quería ser enterrado aquí", dice el alcalde.

Josep Balcells i Cortada murió en Barcelona el 20 de abril de 1931, y fue enterrado en el cementerio de Montjuïc de Barcelona. Pese a su distanciamiento, Balcells dejó un fondo económico y un reglamento específico para garantizar el mantenimiento del cementerio de Montornès. "Se ha ido gastando con los años, pero de forma muy prudente -remarca Oña-. La restauración del retablo de la capilla fue la última gran actuación". Ahora que este fondo se ha agotado, el consistorio ha decidido crear una nueva tasa para las familias con nichos que permitirá continuar las labores de mantenimiento.

Retablo del cementerio de Montornès de Segarra, restaurado recientemente.

Este 2025, el pueblo volvió a presentarse al concurso estatal de cementerios. "Ya lo habíamos hecho otros años, pero nunca habíamos quedado finalistas -dice el alcalde, que añade:-. Ahora, después de algunas mejoras y con el impulso de un nuevo proyecto de restauración interior, hemos conseguido el segundo premio". Entre los proyectos inminentes se encuentra la instalación de columbarios en el interior de una de las torres, una actuación menor que no altera la estructura de un edificio protegido. Actualmente, el cementerio ofrece dos nichos por casa, un dato que forma parte de la memoria colectiva del pueblo. "Es algo que siempre se ha dicho, pero no hemos encontrado ningún documento que lo acredite", reconoce Oña. Sin embargo, asegura que respetarán esta tradición.

Este vínculo familiar con el espacio se mantiene vivo entre los vecinos. "La casa natal del señor Balcells todavía está, en el pueblo. Se llama Cal Balcells, pero no es de su familia, la vendieron hace mucho tiempo, quizá por necesidad o por el hecho de que ya no querían saber nada más, de Montornès", explica Ramona Berengué, de Cal Chirill, vecina de toda la vida.

Berengué también recuerda cómo se ha gestionado siempre el acceso al cementerio. "No está abierto como en otros lugares. Hay unas cuantas casas del pueblo que tienen la llave, y si alguien quiere ir, la pide. Siempre ha funcionado así", dice. También rememora una de las últimas grandes celebraciones en el recinto: "Cuando cumplió cien años, en 1996, se hizo una misa en la capilla. Fue muy bonito, porque hacía muchos años que no se hacía nada".

El cementerio no se puede visitar libremente, pero el Ayuntamiento está trabajando en un sistema de visitas concertadas con horario y teléfono de contacto. "Queremos que la gente le conozca, que forme parte del circuito patrimonial de la zona. Con Cervera cerca y otros elementos rurales, podemos construir un itinerario de descubrimiento muy potente", concluye el alcalde.

En silencio, entre los muros amarillos y la acequia de los cipreses, el cementerio de Montornès sigue contando una historia de retornos, rupturas y legado. Un patrimonio vivo que, desde la discreción del paisaje, comienza a ser reconocido.

Vista interior del cementerio de Montornés de Segarra.
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