Arqueología

Localizan en Granada la cestería más antigua del sur de Europa

Hay cestas de hace más de 9.000 años y sandalias de esparto de hace más de 6.000 años

BarcelonaUn equipo de científicos, liderado por investigadores de la Universidad de Alcalá (UAH) y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha estudiado y datado un conjunto de cestería elaborada por sociedades de cazadores-recolectores del mesolítico en el sur de Europa. Los investigadores han examinado la materia prima y la tecnología y han hecho dataciones de carbono catorce, que sitúan al conjunto entre el holoceno temprano y el medio, hace entre 9.500 y 6.200 años. Se trataría, por tanto, de la cestería más antigua documentada hasta ahora en el sur de Europa. El material analizado, 76 objetos de madera, caña y esparto, hace más de un siglo que se extrajo de la Cueva de los Murciélagos, pero hasta ahora no había podido datarse. Entre los materiales del conjunto se encuentran cestas y alpargatas de esparto no muy diferentes de los modelos que hoy en día se pueden ver en las playas de todo el mundo. El trabajo se ha publicado en la revista Science Advances.

"Las nuevas dataciones de los cestos de esparto de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol nos abren una ventana de oportunidades para entender las últimas sociedades de cazadores-recolectores de principios del holoceno. La calidad y complejidad tecnológica de la cestería hace que nos cuestionemos las presuposiciones simplistas que tenemos sobre las comunidades humanas anteriores a la llegada de la agricultura al sur de Europa.Este trabajo y el proyecto que se está llevando a cabo sitúa a la Cueva de los Murciélagos como un yacimiento único en Europa para estudiar los materiales orgánicos de las poblaciones de la prehistoria", asegura Francisco Martínez Sevilla, investigador del Área de Prehistoria de la Universidad de Alcalá.

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El expolio del siglo XIX

La Cueva de los Murciélagos es una cueva de difícil acceso, ubicada a la derecha del barranco de las Angosturas, en el término municipal de Albuñol, a unos siete kilómetros de la costa. Tiene una larga historia: la descubrió en 1831 el propietario de las tierras, Juan Martí, que sobre todo sacó provecho de las heces que dejaban los murciélagos, que utilizaba como fertilizante. Martí también utilizó la cueva para guardar los rebaños. Más tarde, en 1857, se halló una veta de galena y la cueva fue explotada para sacar el mineral. Fue entonces cuando se descubrió una galería con restos humanos parcialmente momificados y los objetos que ahora se están analizando. Sin ningún tipo de regulación ni control, todo el material fue expoliado.

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Sin embargo, poco menos de diez años después, el abogado y arqueólogo Manuel Góngora Martínez visitó la cueva y recuperó todo lo que pudo. Entrevistó a los vecinos y los compró decenas de restos arqueológicos que habían cogido de la cueva. Toda su investigación la publicó en el libro Antigüedades prehistóricas de Andalucía (1868), pero nunca pudo demostrar que lo que había encontrado era prehistórico. No fue hasta los años 70 del siglo XX, con las técnicas de carbono 14, que permiten poner fecha a los restos prehistóricos, que terminó la controversia. Góngora Martínez, que murió sin saber que tenía razón, dio todo lo recuperado de la Cueva de los Murciélagos en el Museo Arqueológico de Madrid.

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Las sandalias más antiguas de Europa

"Los objetos de esparto de la Cueva de los Murciélagos son el conjunto de materiales de fibras vegetales más antiguo y mejor conservado del sur de Europa hasta ahora conocido. La diversidad tecnológica y el tratamiento de la materia prima documentado pone en evidencia la habilidad de las comunidades prehistóricas en este tipo de artesanías, como mínimo, desde hace 9.500 años, en el mesolítico.Se ha identificado un único tipo de técnica relacionada con cazadores-recolectores, mientras que el abanico tipológico, tecnológico y de tratamiento del esparto se amplía durante el neolítico, desde hace 7.200 hasta 6.200 años antes del presente", detalla María Herrero Otal, coautora del trabajo e investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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Las alpargatas de esparto, que son de hace unos 6.200 años (Neolítico), son una parte muy importante del inventario. "Hay más de veinte y son de dos tipos", señala Herrero. El tamaño medio es un 37,5. "Hay un modelo en el que hay un haz central de fibras y después todo de trenzas que envuelven esta parte central, y un bancal de fibras que irían entre los dedos del pie, como las sandalias de dedo actuales. Además, diferentes cuerdas trenzadas saldrían de los lados y del talón para atarlas en el tobillo", añade Herrero. El esparto que se utiliza en las sandalias está siempre triturado, y esto podría estar relacionado con su función, porque debían ser flexibles y cómodas de llevar. Se trata de un diseño que no difiere mucho del actua. En otros yacimientos se han hallado sandalias prehistóricas, pero con otros materiales, como el cuero. "Se trata del calzado prehistórico más antiguo documentado hasta ahora en la península Ibérica y en Europa", dice Herrero.