El Museu Frederic Marès reivindica a las mujeres calumniadas y ocultadas
'Mujeres de palabra' tiene como protagonistas a mujeres de la Biblia, la mitología, la Edad Moderna y el siglo XXI
BarcelonaLa figura de Santa Ana, la madre de la Virgen María, no aparece en los evangelios canónicos y, de hecho, numerosos teólogos y teóricos cuestionan su importancia. En cambio, la mencionan los textos apócrifos y ha sido reivindicada por la religiosidad popular, que le ha representado con un libro bajo el brazo o enseñando a leer a su hija. "Muchos teólogos defienden que María aprendió a leer en el templo o por obra del Espíritu Santo y ocultan la figura de su madre", explica la historiadora de arte Maria Garganté, que comisaría Mujeres de palabra, la exposición que se puede ver en el Frederic Marès hasta el 25 de mayo del 2025.
De hecho, los evangelios canónicos no hablan mucho de la infancia de María. Quizás, porque, con muy pocas excepciones, han sido los hombres quienes han gobernado, han decidido cómo contar la historia, a quien mencionar ya quien condenar al olvido, o quienes han prescrito la gran literatura. Para contrarrestar todo este relato, Marès reivindica la palabra de las mujeres y de las madres como transmisoras del lenguaje. Lo hace partiendo de obras del siglo XVI al XVIII y de artistas contemporáneas, como Eulàlia Valldosera (Vilafranca del Penedès, 1963), Josefa Tolrà (1880-1959) o Kima Guitart (Esparreguera, 1947). A santa Ana, por ejemplo, puede verse en la escultura Círculo de Juan Imberto (Segovia, 1580-1626), compartiendo un libro con su hija, o en los dibujos que hizo un jovencísimo Picasso.
Otra de las mujeres religiosas que defiende la exposición es Maria Magdalena. "Es otra figura que ha sido tergiversada. Los evangelios canónicos llaman poco, como que Jesús expulsó a siete demonios de su cuerpo, y lecturas posteriores la tipificaron como prostituta –explica Garganté–. En cambio, el texto apócrifo gnóstico del siglo II, elEvangelio de santa María, la reivindica como una mujer sabia, como discípulo predilecta y depositaria privilegiada de las enseñanzas de Jesús". La artista Josefa de Ayala la representó en el siglo XVII ante unos manuscritos y Pedro de Mena la imaginó, también en el siglo XVII , como penitente.
Otra mujer censurada es santa Teresa, que en el Marès aparece en la celda con una pluma en la mano. La religiosa castellana se oía llamada, pero la oración interior era vista con recelo por las autoridades religiosas, especialmente en el caso de las mujeres, que insistían en limitarse a las oraciones y las celebraciones formales y aprobadas. religiosas catalanas rompieron también muchos esquemas, como Juliana Morell o Hipólita de Rocabertí. es la única que no ha tenido demasiado en cuenta a las mujeres o ha desacreditado su palabra. En la sala del Marès destaca sobre todo una túnica blanca manchada de sangre que cae sobre el suelo y representa a Cassandra. creó en 2021, simboliza la falta de reconocimiento público del discurso femenino. En la Cassandra de la Ilíada nadie la cree. Como no accede a las pretensiones sexuales de Apolo, la condenan al descrédito: dice la verdad, pero nadie le escucha y la tildan de loca.
Visiones alternativas
La exposición reivindica también a mujeres que salen del marco establecido, como Tolrà, que prácticamente no tenía ninguna formación, y firma Soy como tú vidente o Dibujo de amplias manifestaciones. El artista utilizó los dibujos para aliviar su propio dolor: había perdido a dos de sus tres hijos y aseguraba que percibía el aura de las personas y las ayudaba como sanadora. Por su parte, Valldosera a menudo ha reivindicado la subversión de las anarquistas espiritistas, y ha definido su trabajo como "mística activista".
Intentar refutar ciertos relatos no es nada nuevo. "Siempre ha sido difícil cambiar un relato impuesto y textos considerados canónicos e irrefutables", admite Garganté. De hecho, desde que existe la escritura, las mujeres han intentado hacerse oír. "En el siglo XV hubo una respuesta crítica de las mujeres a textos misóginos como El Roman de la Rose, una novela medieval alegórica donde se habla del amor que escribieron Guillaume de Lorris y Jean de Meung en el siglo XIII". Una de las voces más críticas fue la escritora y filósofa Christine de Pisan (Venecia, 1364 - Poissy, 1431), que reivindicaba una genealogía femenina y escribió Libro de la ciudad de las damas. En la exposición destaca también un autorretrato de la escritora catalana Caterina Albert (l'Escala, 1869-1966), uno de los grandes referentes de la literatura catalana y un espíritu combativo y extraordinariamente moderno de su época.
"No tenemos muchas mujeres en nuestra colección permanente y con exposiciones como ésta queremos incluirlas", afirma el director del Museo Frederic Marès, Salvador García Arnillas. De hecho, toda la obra escultórica que existe en el museo es de autoría masculina. "Con esta exposición no sólo mostramos la obra de mujeres artistas contemporáneas sino también un humanismo femenino", añade.