Sexo y deseo: cómo nos engaña la ficción

El coitocentrismo y el placer masculino predominan en las representaciones de la sexualidad en lo audiovisual y en la literatura

La actriz Keira Knightley no rodará más escenas de sexo dirigidas por hombres. "No quiero hacer estas escenas de sexo horribles en las que todo el mundo está gruñiendo", dijo la intérprete la semana pasada en el podcast Chanel Connects. Su decisión responde a la oposición de retratar "la mirada masculina" en la sexualidad en el cine y alimenta el debate sobre qué rol tiene que jugar la ficción a la hora de mostrar a sus protagonistas intercambiando fluidos. Las películas, los libros y las series han sido y son, para mucha gente, una fuente de conocimiento sobre el deseo. Ahora bien, ¿hasta qué punto son responsables de nuestra educación sexual? ¿Se puede pedir a las ficciones que tengan este rol? ¿Qué impacto tienen en las ideas que nos hacemos de la sexualidad?

Para la psicóloga especializada en sexología y terapia de pareja Marina Castro, el problema principal recae en el hecho de que la ficción marca las expectativas de la realidad. "La gente acaba intentando copiar lo que ve en el cine y en la televisión o en los libros. Se genera una mitología sobre lo que tendría que ser una relación sexual que no es real", afirma Castro. Las ficciones reproducen unos "patrones irrealistas" que, según la psicóloga, tienden a seguir los mismos pasos. "El sexo siempre es lineal, se empieza y se acaba. Hay preliminares, después penetración y siempre hay un orgasmo durante la penetración, cuando el 80% de las mujeres nunca podrán tener un orgasmo solo con penetración", explica Castro. De aquí se desprende también que si una mujer frena antes de acabar "es una calientabraguetas", mientras que si lo hace un hombre "no está cumpliendo con su masculinidad".

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La mujer, penalizada

Concebir la sexualidad tal y como nos la enseñan en la ficción puede desembocar en "problemas sexuales muy graves", dice la psicóloga. Pero durante muchos años esta ha sido una de las pocas herramientas para aprender y romper tabúes. El grupo de investigación CINE de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) ha analizado la representación de la sexualidad femenina en el cine español durante el franquismo. "En muchas películas el deseo femenino está alineado con el matrimonio heterosexual y el ascenso social", afirma el profesor de la UPF Albert Elduque, que ha estudiado sobre todo los films protagonizados por Carmen Sevilla. La actriz interpreta a mujeres "que tienen que llegar vírgenes al matrimonio" en films donde el cuerpo femenino "está muy ligado a la idea de patria y de hogar", explica Elduque.

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Todas aquellas películas del siglo pasado –en las que cuestiones como el aborto o la homosexualidad eran invisibles– se ven exageradamente sesgadas con el paso del tiempo. Ahora bien, del mismo modo que marcaron la idea de la sexualidad entonces, lo que ahora pasa por las pantallas está determinando el concepto que tenemos en la actualidad. "Nos relacionamos sexualmente y afectivamente de manera muy parecida a cómo los modelos culturales nos proponen que sea. Se han ido transformando, pero se sigue dando el mensaje de que la sexualidad de la mujer está penalizada, y la única manera de hacerla visible es a través de la objectualización", destaca el educador sexual y activista trans Teo Pardo. Las relaciones que salen de la norma heterosexual, añade Pardo, "o son invisibles o acostumbran a ser pozos de desgracia".

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Los expertos coinciden en definir en las ficciones un modelo de sexualidad "heterosexual, enfocada en el placer masculino y coitocéntrica". La artista y extrabajadora sexual Amarna Miller explica que "a la hora de pasar a la acción siempre hay elipsis extrañas" y subraya que las relaciones sexuales se presentan de manera idealizada. "No hay escenas en las que las cosas salgan mal, o que muestren momentos extraños como el de ponerse el preservativo. También se idealizan los cuerpos de las mujeres, que siempre aparecen depiladas y nunca tienen la regla. Mientras que la masturbación masculina se representa con normalidad, el deseo femenino no es tan visible", señala Miller, que acaba de publicar el libro Vírgenes, esposas, amantes, putas (Ediciones Martínez Roca).

Una mirada coitocéntrica

El impacto de este modelo a la hora de marcar una idea de la sexualidad es general y, por lo tanto, también tiene incidencia directa en los adolescentes. Pardo imparte talleres en las aulas de los institutos y, de su experiencia, extrae que la pornografía se ha convertido en una de las principales vías de información de los jóvenes sobre sexualidad. "La diferencia respecto a hace diez años es que, con la aparición de internet, el acceso al porno es mucho más precoz, y estos contenidos acaban educando la mirada de los jóvenes. Entienden la sexualidad de una manera absolutamente coitocéntrica. Esto tiene que ver con la pornografía, pero también con las clases de naturales que dan una visión puramente biológica de la sexualidad", dice Pardo.

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Para ensanchar las miradas y aportar un poco de aire fresco a la ficción, Terrassa tendrá este año un festival de cine orientado a la educación sexual. El Sex Education Film Fest se celebrará los días 22 y 23 de febrero con la intención de normalizar "todas las sexualidades en la gran pantalla", explica uno de los creadores de la iniciativa, Iván Albacete. Desde su punto de vista, uno de los roles de las películas es "actuar como un efecto espejo, que permitan comprender las historias y empatizar-, así como también normalizarlas". En los últimos años han surgido ficciones claramente orientadas en esta línea, como las series Sex education y Euphoria, que han creado furor sobre todo entre el público adolescente. Las dos han marcado un antes y un después en la ficción al incorporar desacomplejadamente escenas sobre la sexualidad y las dudas que genera, como también al dar relevancia a personajes transexuales sin que este hecho condicione sus tramas. "Sirven para construir un nuevo imaginario. Aún así, no basta, necesitamos más ficciones que vayan en esta línea para transformar la mirada del público", afirma Albacete.

En la literatura, el panorama no varía mucho. "Sempre ha predominado el discurso de la mujer deseada en vez de la mujer deseando. La sexualidad femenina es pasiva, cosa completamente inútil para las que lo tendrían que vivir pero muy útil para el lector masculino", señala la escritora y editora Luna Miguel, que en el ensayo Caliente (Lumen) hace una disección de la representación del deseo de las mujeres en la ficción y en la sociedad. En el libro, la autora menciona a regañadientes la arxiconeguda escena de Meg Ryan en la película Cuando Harry encontró a Sally como una evidencia que prácticamente no hay más ejemplos popularizados sobre orgasmos femeninos en la ficción. "Hay que romper con este imaginario de orgasmos delirantemente fingidos y de sonoridad loca. Si la ficción no es pornográfica, ¿porqué hacemos esta performance tan nefasta de la sexualidad de la mujer?", se pregunta Miguel.

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De 'La Sonrisa Vertical' a Eva Baltasar

A pesar de que la literatura también reproduce modelos con numerosas carencias, los últimos años han experimentado un cambio en el tratamiento de la sexualidad. "Antes el sexo explícito era propio solo de colecciones como La Sonrisa Vertical y de libros sobre literatura erótica. Ahora hay sexo en buena parte de la narrativa que se publica, y sobre todo en la narrativa escrita por mujeres. Ha pasado de ser un tema literario categorizado y marginal a formar parte de la misma trama y a convertirse en una cuestión de análisis también de la literatura de ensayo", dice Miguel, que cita como ejemplos los libros de Eva Baltasar, Annie Ernaux, Anna Pacheco y Sabina Urraca, como también el ensayo La luxúria (Fragmenta) de Anna Punsoda en el ámbito de la no-ficción.

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Estos títulos conviven en las librerías con otros en los que la sexualidad actúa como uno de los motores básicos de la trama, pero donde la mujer sigue siendo sometida a los designios del hombre. Los fenómenos de 50 sombras de Grey, de E.L. James, y la saga After, de Anna Todd, lo ejemplifican muy bien. Miguel explica que "son libros escritos por mujeres y llenos de banderas rojas", pero no cree que se tenga que culpabilizar a los creadores del mensaje que envían. "A la ficción, en general, no se le puede exigir nada. No creo que se tenga que pedir responsabilidad a los autores, pero sí a los que publican estas ficciones", considera Miguel.

La psicóloga Marina Castro coincide en destacar el patrón de la sumisión femenina en las novelas eróticas actuales. "En el 90% de los títulos la protagonista es una chica inexperta sexualmente que conoce a un hombre poderoso y complicado. Él la seduce, ella se vuelve loca por el sexo, soluciona los problemas del hombre y se acaban casando y teniendo hijos. Este prototipo romántico es muy destructivo, porque va asociado al maltrato de la mujer y a la idea de que ella lo tiene que aguantar para acabar salvándolo", resume Castro.

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Castro explica que en una librería de Girona las novelas eróticas están agrupadas en la estantería de ciencia-ficción. La decisión puede parecer desmesurada, sin embargo, según la psicóloga, es una manera eficaz de avisar de que lo que se narra no se puede tomar al pie de la letra, como tampoco se puede hacer con las escenas sexuales de las películas y de las series. "Hay mucha diversidad de posturas, pero no siempre se pueden practicar a la vida real, porque hace falta fuerza y flexibilidad. En una de las más comunes, el hombre coge en brazos a la mujer y ella se aguanta contra una puerta o una pared. La mayoría de gente no puede aguantar a cuestas a su pareja, y la mayoría de mujeres no están tan delgadas para que esto se pueda hacer", dice Castro. Una buena manera de resolver la confusión y tomar conciencia de la frontera entre realidad y ficción, añade la psicóloga, sería incorporar un aviso que diga: "No intentes hacer esto en casa, porque es ciencia-ficción".

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Un premio de literatura erótica no convencional

Huir de la pornografía, de la mirada heteropatriarcal, del sexo falocéntrico y del binarismo. Todo esto es lo que quiere conseguir el premio de literatura erótica no convencional que organiza la editorial Raig Verd junto con la psicóloga y sexóloga Silvia Catalán. La edición de este año de la iniciativa anunció el jueves a la ganadora, Alba Serrano Giménez. La escritora firma el relato Follar normal, que explora el consentimiento en las relaciones sexuales. Serrano se ha llevado los mil euros del primer premio y también se han seleccionado once finalistas que recibirán 150 euros. Todos los cuentos escogidos se publicarán el 15 de marzo en un volumen editado por Raig Verd y titulado Sexe fora de norma. Literatura eròtica feminista. "Queremos ampliar la mirada feminista rehuyendo de los estereotipos, ofreciendo una literatura erótica fuera de norma pero normal", explica la editora de Raig Verd, Laura Huerga. Entre los relatos finalistas hay historias protagonizadas por un matrimonio de ancianos, una mujer madura cansada del sexo tradicional, una chica tetrapléjica, una pareja transexual y un personaje hermafrodita.