"Ni tan siquiera podemos saber el nombre del policía que mató al tío"
Hace 50 años, los obreros ocuparon la Seat y la protesta acabó con una batalla campal y la muerte de Antonio Ruíz Villalba
Es muy difícil saber con precisión qué pasó el 18 de octubre del 1971 cuando más de 6.000 obreros de Seat ocuparon la fábrica en solidaridad con 11 cargos sindicales y 33 trabajadores despedidos. Nunca se han investigado los hechos. Sí que son claras las consecuencias: uno de los policías –se desconoce el nombre– sacó el arma y apretó el gatillo no una, sino unas cuantas veces, y mató al trabajador Antonio Ruiz Villalba: "No disparó ni al aire ni al pie, el tío tenía seis orificios de bala en el abdomen y murió de las heridas días después, el 1 de noviembre", explica Anna Maria, una de las tres sobrinas de Ruiz Villalba. "Si hubiera sido ahora, habríamos salido con pancartas para exigir que se investigara".
Pero entonces las sobrinas eran niñas de 3, 6 y 7 años, y la mujer de Antonio Ruiz se quedó sola –porque no tenían hijos– y en una época en la que había mucho miedo: poca cosa pudo hacer. Salió adelante como pudo, limpiando casas. "En casa siempre ha habido silencio, no se ha hablado, supongo que nuestros padres no querían transmitirnos malestar, angustia o rabia, y la tía es muy buena persona, nunca ha hablado mal de nadie", dice Sol, una de las otras sobrinas de Antonio. Ni siquiera estaba sindicado y aquel día Antonio volvía a la fábrica después de una baja de quince días. Solo tenía 33 años.
Cada año, sus compañeros lo recuerdan, pero este 18 de octubre ha sido especial: se cumplen 50 años de su muerte y de una huelga que tuvo muchas consecuencias, no solo en el mundo obrero, sino también en el político. A Villalba lo han homenajeado en el lugar donde lo abatieron, en uno de los actuales parkings de la Seat, y le han dedicado un atril, en la plaza del Moviment Obrer del barrio de Marina, y un mural de la grafitera Andrea Beto.
Barras y caballos contra roscas, tornillos de acero y grasa
Uno de los sindicalistas más destacados de aquella huelga, que se convirtió en una de las más contundentes en Catalunya bajo el régimen franquista, es Pedro López Provencio, que ahora tiene 77 años. Aquel 18 de octubre tenía 27 y a gritos se dirigió a los trabajadores: "¡Compañeros! Hemos ocupado la fábrica para exigir la readmisión de los trabajadores. Queremos que la dirección reciba una delegación de la Comisión Obrera para establecer las condiciones, volver a la normalidad e iniciar las negociaciones del convenio colectivo". Miles de obreros acudieron. Cuando hacia la una del mediodía entró la policía a caballo se lanzaron gases lacrimógenos y, mientras los jinetes les pegaban con barras, los obreros lanzaban todo aquello que encontraban: roscas, tornillos, bolas de acero y grasa para que resbalaran los caballos.
López Provencio no se esperaba que todo ello acabara con aquella batalla campal. Era uno de los delegados escogidos en la primavera de 1971, cuando los representantes de CCOO –el sindicato era ilegal y se presentaban camuflados dentro del sindicato vertical– arrasaron en las elecciones. "Hoy, si miro atrás, pienso que fuimos audaces, pero en aquel momento estaba convencido de que eran nuestros derechos y para mí era natural defenderlos, no teníamos el miedo de nuestros padres, nuestra generación bailaba el rock and roll y el twist y las chicas llevaban minifalda, no entendíamos que nos prohibieran tantas cosas", asegura.
Cuando López Provencio y sus compañeros, semanas antes del 18 de octubre, fueron a hablar con la empresa para protestar por un cambio de turno, no encontraron diálogo sino la lista de despedidos, y por eso decidieron convocar las movilizaciones. "Habíamos hablado de hacer huelga de hambre, ocupar la iglesia de Sant Medir e incluso la catedral, pero finalmente escogimos la fábrica donde trabajábamos", dice.
La protesta empezó a las seis de la mañana y se alargó hasta las siete de la tarde. "A las seis todo el mundo estaba exhausto y la situación era insostenible. Algunos, cuando se supo que habían malherido a Villalba, querían quemar la fábrica, pero subí a un contenedor y lo desautoricé", recuerda en el libro publicado con ocasión de los 50 años, 18 de octubre de 1971. La ocupación de la SEAT. Narración y representación histórica, por la Associació Catalana d'Expressos Polítics del Franquisme. López Provencio y algunos compañeros se escondieron bajo los coches hasta que pudieron salir corriendo sin que la policía los detuviera. Hubo heridos a quien se llevaron, porque si los hubieran curado en la fábrica habrían quedado fichados; y hubo detenidos y decenas de despidos. López Provencio no se pudo reincorporar hasta que llegó la democracia.
El mito de la fábrica modelo tambaleó
La huelga duró quince días y hubo manifestaciones diarias por las calles de Barcelona. Y las paradas y las movilizaciones en solidaridad se sucedieron en otras poblaciones y empresas. El movimiento obrero había hecho tambalear uno de los mitos del franquismo, la fábrica modelo. Franco era reticente a llevar la Seat a Barcelona, una ciudad con una larga tradición de movimiento obrero, pero se impuso el criterio de los italianos y en 1950 se colocó la primera piedra de la planta de la Zona Franca de Barcelona. Los altos cargos los ocuparon, desde un primer momento, ex militares franquistas.
"Tenía una estructura interna muy jerarquizada, era la manera de blindarla de la 'mala influencia'del movimiento obrero", asegura Marc Andreu, historiador y director de la Fundación Cipriano García de CCOO de Catalunya. La huelga de la Seat fue un golpe duro para el régimen franquista. No solo por todo lo que pasó en octubre, sino también por las elecciones sindicales, que demostraron que los franquistas habían perdido el control y tuvo también consecuencias políticas. La Assemblea de Catalunya, plataforma antifranquista que reunía a sindicatos y entidades políticas y sociales del Principado para exigir la libertad y la recuperación del Estatut de Catalunya, se celebró poco después, el 7 de noviembre de 1971. "Lo que pasó hizo entender a la Assemblea que todo se tenía que acelerar y uno de los que habló fue precisamente López Provencio, para explicar la huelga de la Seat", dice Andreu. En 1971, según Andreu, en todo Catalunya hubo medio millar de huelgas y protestas en 300 empresas de cuarenta municipios.
Cuando el 18 de octubre del 2021 se ha descubierto el atril, Carles Vallejo, presidente de la Associació d'Expressos Polítics del Franquisme y aquel 1971 trabajador de la Seat y militante de las Juventudes Comunistas, ha recordado la importancia de recordar las luchas obreras ahora que resurgen los populismos y la extrema derecha: "Esperemos que las nuevas leyes de memoria incluyan las luchas por la democracia en los currículums escolares –ha dicho–. El hecho de que un tribunal de fuera de España tenga que procesar a Martín Villa ya demuestra la poca cosa que se ha hecho en este país". Vallejo cree que se tendría que investigar qué pasó aquel 18 de octubre. "Dicen que el tío intentó ayudar a una chica embarazada y el policía, que se había caído del caballo porque había resbalado, le habría disparado", dice Sol. Quién era el policía y en qué circunstancias disparó continúa siendo un interrogante.