Crítica teatral

Otro acierto de Parking Shakespeare

En 'Cimbelí' los actores hacen de todo, doblan y triplican personajes y están fantásticos

Cimbelino Autor: William Shakespeare

  • Versión y dirección: Jenny Beacraft
  • Intérpretes: Rebeca del Fresno, Adrià Díaz, José Pedro García Balada, Pep García-Pascual, Cris Martínez, Ariadna Matas, Santi Monreal, Luis Oliver
  • Espiral de los Tileres del Parque de la Estación del Norte. Hasta el 28 de julio

William Shakespeare es un misterio. Se sabe cuándo le bautizaron pero no cuándo nació. Se dudó sobre si era el autor de las obras que firma. No sabemos exactamente cuántas escribió. No se ha conservado ningún original porque se quemaron en el incendio de The Globe. El First Folio (la primera colección con obras de Shakespeare) lo publicaron dos de los actores de la compañía nueve años después de su muerte. El corrector de Word ignora la existencia de Cimbelino. Entenderán, pues, que si afirmo que Cimbelino (1610), una de las últimas obras que escribió, nunca se había estrenado entre nosotros y menos en catalán, pueda estar equivocado. O no. Y, en este caso, la compañía Parking Shakespeare tiene el honor de hacer el estreno mundial en catalán (alerta: no se encuentra en el extensísimo programa del Grec, vete por qué) de esta comedia con el sello y la imaginación del gran Bard en una versión muy lúdica que, dada la vuelta hacia el clown,hace las delicias del público sentado en las gradas elípticas del Parque de la Estación del Norte una tarde en la que sopla una leve brisa y el calor parece haberse retirado.

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Cimbelino es una comedia en la que resuenan ideas y recursos dramáticos de obras anteriores de Shakespeare en un enrevesado argumento entre Britania, Roma y Milford. Romeo y Julieta; hay travestismo femenino como Dos caballeros de Verona oa Noche de Reyes; está la trampa de la infidelidad de la protagonista que explota Iago en Otelo; está la maldad de una reina como Macbeth.

La obra arranca con el matrimonio por amor de la hija del rey y un plebeyo. Esto comporta el consecuente enfado de la reina, que quería colocar a su hijo desgarbado, y del rey, que rechaza un yerno pobre y lo destierra en Italia. La versión de Jenny Beacraft es muy clara y facilita la comprensión con un narrador que, de vez en cuando, sitúa lo que ha pasado y lo que va a pasar. Asimismo, la dirección es fiel a la letra al servicio de las acciones, sin olvidar el detalle, pero con la exageración que el mundo del clown y al aire libre requieren. Los ocho actores hacen de todo. Doblan o triplican personajes. Fantásticos. Atención en el vestuario de Berta Riera, capital en los múltiples cambios y en la concepción global de la propuesta. Teatro popular más que recomendable.