Crítica de teatro

Crítica de T de Teatre: Una comedia con fantasmas

Las cuatro actrices, dirigidas por el argentino Mariano Tenconi Blanco, hablan del misterio del teatro y de la vida

Las T de Teatro en 'La mujer fantasma'
2 min
  • Teatro Romea
  • Hasta el 26 de noviembre

Tras treinta años, T de Teatre sigue afrontando riesgos. Lejos de repetir esquemas para asegurar el resultado, las T de Teatre hacen honor al nombre de la compañía buscando en cada nuevo espectáculo algo especial que aporte el dramaturgo o director con el que deciden colaborar. En La mujer fantasma es el dramaturgo y director argentino Mariano Tenconi Blanco, que debuta entre nosotros con una obra escrita para las cuatro actrices de la compañía en la que se habla del misterio del teatro y de la vida.

Un texto de cierta complejidad para las actrices, que deben circular por diferentes momentos y con diferentes voces, pero que al fin y al cabo es una magnífica tribuna para que Mamen Duch, Carme Pla, Marta Pérez y Àgata Roca se luzcan. Un texto estructurado en cuatro monólogos de cuatro profesoras de escuela a finales de los años setenta (lo delata el vestuario) y un epílogo coral de fantasmas en un espacio escénico que, de entrada, evoca un atractivo tangram volumétrico pero que no aporta casi nada más a la función.

Son cuatro mujeres confrontadas con situaciones domésticas normales pero gestionadas con mucha imaginación y buenas dosis de humor. Delia, que ha perdido al marido en manos de una misteriosa argentina (Marta Pérez); Lena, que entierra a su madre y se enamora del médico que debería salvarla (se describe una hilarante, sensacional, cópula sobre la mesa) (Mamen Duch); Iris, enamorada de la profesora de gimnasia (Àgata Roca), y finalmente Nadia, a la que han encargado de montar una obra de teatro con las alumnas. Y, claro, salen los fantasmas. Ya se sabe que en los teatros hay fantasmas. De hecho, en una pared del foyer del Romea existe una creación del fotógrafo Joan Fontcuberta sobre el fantasma de la Xirgu.

No es, sin embargo, ella quien sale a escena, sino los fantasmas algo ridículos de cuatro actrices fusiladas antes de salir a escena que necesitan actuar para acceder al descanso eterno. Es un apunte de carácter político sin demasiado recorrido y que rompe la cohesión y el misterio del resto del espectáculo, pero que sirve para cerrar la función con sonrisas hablando de cosas de teatro.

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