Una emocionante reflexión sobre la muerte y el duelo
Sergio Blanco presenta en Temporada Alta 'Tierra', un interesante homenaje a su madre
Tierra
- Autor y director: Sergio Blanco
- Intérpretes: Andrea Davidovics, Sebastián Serantes, Soledad Frugone y Tomás Piñeiro
- Teatro del Canal. Salto. Temporada Alta.
- 25 de octubre de 2024
La tierra que cubre a los muertos es el nexo de unión de los personajes convocados por el dramaturgo francouruguayo Sergio Blanco en su nueva propuesta de teatro de autoficción. De Blanco hemos conocido, a lo largo de los últimos años, deliciosas experiencias como Tebas Land (2014), Ostia (2019) y El bramido de Düsseldorf (2018). Y si en esta última nos hablaba de la agonía y muerte de su padre, en Tierra rinde homenaje a su madre, Liliana Ayestarán. Lo hace a través de las palabras y evocaciones de tres exalumnos de ella, a quien Blanco (el actor que lo interpreta, queremos decir) convoca en la pista deportiva de la escuela en la que impartía clases.
Son tres exalumnos: la mujer analfabeta que limpiaba la escuela, marcada por la muerte en accidente de tráfico de su único hijo y al que Ayestarán enseñó a leer ya escribir; otra mujer que busca los restos de su abuelo en las fosas comunes de la dictadura con el tesón y la fe que le insufla la profesora y, finalmente, el joven asesino de su hermano gemelo al que visitó asiduamente cuando estaba en prisión . Tres testigos, más el del autor, que plantean una conmovedora mirada sobre la muerte y una reflexión sobre el luto que conlleva. Unas variaciones escénicas en un prólogo, tres actos y un epílogo en el que conviven de forma natural la música pop de Billie Eilish, la pintura de William Turner, Los persas de Esquilo, Si te vas de Julio Iglesias y Leonard Cohen.
Para Blanco el teatro es un juego muy serio. El género de autoficción en el que trabaja sitúa al espectador en el territorio de la duda. Aquí brilla su fantástica habilidad para componer justamente un juego metateatral de giros y roturas entre la verdad y la ficción, que se reproducen de una u otra forma en sus espectáculos y conforman un estilo muy personal. Un juego nada frívolo en el que aparecen también las referencias culturales del autor y de sus personajes y una perenne reflexión sobre el hecho teatral, tanto desde el punto de vista del creador como del espectador. Un teatro con una narrativa y estructura dramática moderna, con los elementos que la caracterizan (cámaras, pantalla, micrófonos, música) y el compromiso de abordar temas universales con una poética contemporánea.
Es una lástima que espectáculos como este, que ha venido a España de la mano del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz y el Temporada Alta, no recalen en Barcelona donde seguro tienen un público como el que aplaudió entusiastamente a Salt.