Un musical entretenido con problemas de dirección
La fantástica música de Lloyd Weber y las buenas voces de los intérpretes merecen una visita al Tívoli
'El fantasma de la ópera'
- Música y libreto: Andrew Lloyd Webber
- Dirección: Federico Bellone. Dirección asociada y adaptación del libreto y de las letras: Silvia Montesinos
- Intérpretes: Daniel Diges, Mano Pilas, Ana San Martín, Judith Tobellas, Guido Balzaretti, Marta Pineda, Mario Corberán, Enrique R. Del Portal, Omar Calicchio, Sofía Esteve e Isabel Malavia
Casi cuatro décadas ha tardado el musical más emblemático y popular de Andrew Lloyd Weber al llegar a Barcelona. Y lo ha hecho con una coproducción de las productoras Letsgo y Amigos para Siempre (fundada por Antonio Banderas y Andrew Lloyd Webber) basada en la propuesta italiana dirigida por Federico Bellone. Es una propuesta algo diferente a la original que se estrenó en 1986 en el His Majesty's Theatre de Londres bajo la dirección de Harold Prince donde todavía se presenta, e incluso de la del teatro Lope de Vega de Madrid del 2002 que la replicaba con mucha exactitud. Uno de los motivos de que la nueva producción sea menos fiel al original es que estaba pensada desde el inicio para girar, y en consecuencia debía adaptarse escénicamente a teatros de distintas dimensiones.
Esto no impide que la similitud del Teatro Tívoli con un teatro de ópera donde transcurre la función proceda en grande al espectáculo y que la propuesta funcione en general bastante bien con voces poderosas y muy templadas y una orquesta de quince músicos que suena briosa y afinada. De hecho, destaca la parte musical sobre una débil puesta en escena.
El fantasma de Daniel Diges tiene encanto y se agradece la claridad de la pronunciación. En cambio, Christine de Ana San Martín, pese a brillar en los agudos, no siempre tiene la requerida inteligibilidad para seguir la historia. Bien también el resto de los personajes y el corazón (tampoco se le entiende demasiado), pero, como decíamos, la función tiene problemas de una dirección de escena carente de energía así como algunas decisiones erróneas. Nos referimos a la caída de la icónica luz, que aquí no queda clara, pasando por la confusa fuga del fantasma y al ridículo de la escena final con el fantasma declarando el amor a Christine ante el novio bien colgado pero todavía vivo. Sin embargo, ya que seguro que no habrá otra oportunidad de disfrutarlo, la fantástica música de Lloyd Weber y las buenas voces de los intérpretes merecen una visita al Tívoli.