Crítica de teatro

Oriol Pla: ha nacido un gran payaso

'Gola', un gran espectáculo en la Sala Petita del TNC

'Gola'

  • Creación y dirección: Pau Matas Nogué y Oriol Pla Solina
  • Intérprete: Oriol Pla Solina

"Plegamos, que ahora iremos a cenar", le dice el guitarrista Pau Matas mientras le ofrece un vaso con un Alka-Seltzer. “Eso sí que no”, responde Oriol Pla, provocando la última de las muchas grandes carcajadas que han saludado el estreno de Garganta y que acaba con el público derecho y uno de los aplausos más entusiastas y largos que recordamos en la Sala Petita del TNC, y anuncia el nacimiento de un gran payaso.

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Oriol Pla y Pau Matas se han pasado muchos meses para parir un payaso que, pese a servirse de referentes de grandes nombres como Charlie Rivel, Groucho Marx, las carotas de Jim Carrey, la anarquía de Leo Bassi y un breve homenaje a Tortell Poltrona, es tan original como extraño, tan grotesco como divertido, tan fantasioso como entrañable. ¿Y cómo es este nuevo payaso? Pues al principio parece tímido. Llega al escenario con el miedo en el cuerpo y en la cara. Ya le pasará. Viste con una mezcla de clown y Augusto con zapatos negros y medias rojas, chaqueta negra con brillos y, en vez de nariz roja, lleva una gruesa tira roja en la frente y algo en la dentadura que le modifica la forma de hablar.

Pero lo que lo define y lo definirá ya para siempre es el movimiento elástico del cuerpo hasta extremos increíbles. Un movimiento como el de un alambre en manos de un fontanero, como el de una caña desterrada por el viento, como el de un espagueti dentro de la olla con agua hirviendo, como un impenitente saltamontes. Adelante y atrás. Agachándose y estirándose. Saltando. Trepando. Escalante. El habla es pausada, y mira por dónde que de vez en cuando se empuje alguna reflexión de payaso, explica un cuento cruel o trapa una bolsa de patatas fritas, barritas de chocolate y otros snacks de la máquina expendedora, pegamento, cava y puro. Claro, ¿entienden lo que decíamos al principio? Después del empacho, Oriol Pla no está para comer.

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Quizás hay cierta complacencia del actor con el personaje que alarga un poco los histriónicos recursos. Nada que no pueda pulir. Gran espectáculo. Gran payaso.