BarcelonaDespués del drama que se ha vivido en la gala de los Oscar de Hollywood, resulta imposible abordar la figura de Will Smith sin intentar comprender el abismo que se abre entre dos gestos antagónicos: una bofetada propinada con plena conciencia sobre una persona indefensa, y unas lágrimas sinceras, derramadas en el nombre del amor al prójimo. Hasta este lunes, el épico relato de superación de Will Smith, nacido en 1968 en un barrio de clase media de Filadelfia, tenía como punto álgido aquel día del 2012 en el que se convirtió en la estrella de Hollywood mejor pagada de la historia: 100 millones de dólares por protagonizar Men in Black 3. En cuanto a los puntos bajos, la publicación el año pasado de Will, unas memorias a corazón abierto coescritas con el escritor Mark Manson, revelaban una odisea vital construida sobre la losa del trauma. En una entrevista concedida para promocionar el libro en el programa Good Morning America de la cadena ABC, Smith rememoraba una niñez marcada por la violencia doméstica: “Desarrollé un sentimiento de cobardía, porque veía a mi padre golpeando mi madre y yo no hacía nada”.
En su autobiografía, Smith reconocía que, en un momento dado de su vida, decidió forjarse una imagen pública completamente ficticia, una máscara bajo la cual esconder un cúmulo de frustraciones, miedos y violencia. Así emergió el nuevo rey Midas de la Meca del cine, el hombre de la risa expansiva, el invitado soñado de los programas de entretenimiento de medio mundo –Smith compró los derechos del programa El hormiguero para adaptarlo en Estados Unidos–, el actor que, mientras protagonizaba la serie El príncipe de Bel-Air, diseñó de pe a pa su camino al éxito analizando las diez películas más taquilleras de la historia. Aun así, la máscara ocultaba demasiadas heridas. En una entrevista reciente con Oprah Winfrey, el actor rememoraba el fin de semana que pasó en prisión, de joven, por culpa de una pelea en la cual se vio involucrado su guardaespaldas, solo ocho meses después de ganar su primer Grammy como cantante de rap: “Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que todo eso, las subidas y bajadas, no eran el resultado de mi estupidez, debilidad o cobardía. ¡Es la vida!”
Sobreponerse al desprecio
Justo es decir que la carrera y el talento actoral de Smith han reflejado con claridad la ambivalente relación del protagonista de Ali, el biopic de Muhammad Ali por el cual fue nominado al Oscar, con la luz y la oscuridad: por un lado, el deseo de volverse un “embajador del amor y la preocupación por el otro”, según declaró Smith, entre lágrimas, sobre el escenario del Kodak Theatre; por otro, la certeza de habitar una industria, Hollywood, en la cual “tienes que aceptar que la gente te falte al respeto”. En este sentido, la escena más brillante de El método Williams, la película por la cual Smith ha ganado el anhelado Oscar, es aquella en que la esposa de su personaje –Richard Williams, padre de las tenistas Venus y Serena Williams– le recrimina el hecho de haber abandonado los hijos de un matrimonio anterior. En aquel momento, la confianza del personaje en la consecución del sueño americano se hunde momentáneamente para revelar auténtico pavor: el miedo a la propia mediocridad, el pánico ante la posibilidad de no ser capaz de sobreponerse al desprecio vivido por el pueblo afroamericano a manos de la América blanca.
En sus memorias, Smith escribe: “Pasa una cosa extraña cuando alguien cae: tu fin parece dar la razón a todos aquellos que te llevaron la contraria. Se ven satisfechos y parecen disfrutar brutalmente con el hecho de que, finalmente, Dios ha decidido castigarte”. La desmesurada e inexcusable reacción del actor ante la broma impertinente de Chris Rock sobre la alopecia de su mujer, Jada Pinkett Smith, solo se puede entender como la respuesta de un hombre ahogado por la presión de los medios y la historia. Una presión que, por otro lado, el matrimonio Smith ha decidido autoinfligirse convirtiendo su “relación abierta” en materia de dominio público. En cuanto a la historia del sometimiento, la rebeldía y la reconquista del pueblo afroamericano, hay que esperar que periodistas y académicos llenen páginas y tesis doctorales con la sangrienta imagen de la gran estrella negra del Hollywood del siglo XXI agrediendo a uno de los mejores cómicos afroamericanos de las últimas décadas.