Baloncesto

El abuelo de 92 años que luchaba por salvar a su club de barrio

Rafael Murgadas considera al CB Pedagogium como su cuarto hijo

BarcelonaEl barrio barcelonés de Gràcia esconde una de las historias de longevidad más bonitas del baloncesto. Rafael Murgadas tiene 92 años y preside el CB Pedagogium. “Seguiré hasta que el cuerpo aguante o encuentre a una persona que pueda seguir mi legado. Volví al club como tesorero, pero me enzarzaron para convertirme en el presidente. Ahora el CB Pedagogium para mí es más que un club, es como mi cuarto hijo", explica en el ARA.

El Polideportivo Municipal Josep Comellas es su segunda casa. “Cada día vengo en el pabellón para ver los entrenamientos de todos los equipos. Los sábados me estoy desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche. Me gusta ver el baloncesto y hablar con los jóvenes entrenadores. Algunos no conocen mi historia y se quedan asombrados cuando les hago algún comentario”, dice. La lucidez sigue intacta. "Si no fuera porque las piernas ya no me sostienen, todavía seguiría entrenando", presume.

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Aunque en el baloncesto catalán no hay ninguno de su edad, los retos de Murgadas son similares a los de cualquier otro presidente. “Conseguir dinero por mantener el club es lo más difícil. Las subvenciones son muy bajas y mantener 18 equipos cuesta. Estamos buscando a un patrocinador”, avanza.

“Hace 70 años que conocí a mi mujer. Sabe que se casó con un loco del baloncesto y siempre me lo ha respetado. Creo que en todos estos años sólo me he perdido un partido. El baloncesto es mi vida. Evidentemente, mi mujer y mis hijos son lo más importante y van delante de todo, pero después viene el baloncesto", reconoce.

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Un Biscúter por recorrer Catalunya

Nacido en 1931, Murgadas fue uno de los fundadores del CB Pedagogium. "Primero entrené chicas y luego chicos. Siempre decían que yo era un entrenador ascensor, porque equipo que cogía, equipo que ascendía. Me compré un Biscúter y así empecé a moverme por Catalunya”, recuerda.

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Murgadas fue uno de los entrenadores más destacados de su época. El Pedagogium, Olesa, Juventud, Salle Manresa, Samaranch Molins de Rei, CN Sabadell, Picadero, Santfeliuenc y Salle Barcelona fueron algunos de los equipos donde entrenó. “No es que fuera un buen entrenador pero en dirección de partido pocos me superaban. En esa época las normas eran muy diferentes y permitían algunas acciones de picaresca. Una vez le dije a un jugador que, después de que un compañero anotara un tiro libre, le golpeara la pelota simulando que era involuntario. Como el tiempo no se detenía, el balón se marchó, el partido se acabó y ganamos”, recuerda.

“Cuando el Joventut me fichó, sufrí mucho porque fue un reto muy grande, pero también conseguimos grandes hazañas. Recuerdo que fuimos capaces de ganar en la pista del Real Madrid del Frontón a Fiesta Alegre, donde ningún rival había conseguido ganar nunca. Los diarios de Madrid hablaron mucho de eso porque nadie lo esperaba”, explica con orgullo.

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La aportación de Murgadas fue clave para introducir el minibaloncesto. “Impulsamos el proyecto desde una barbería que había en la calle Caspe de Barcelona. Intentamos impartir muchos cursillos por toda Cataluña para dar a conocer el reglamento y la técnica. Además, editamos un libro con los puntos clave”, resume.

Las relaciones con la Federación Española no siempre fueron sencillas. "Una vez me castigaron con una sanción de un año sin entrenar y 5.000 pesetas de multa porque hice unas declaraciones a la prensa que no gustaron”.

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Su pasión por el baloncesto empezó casi por casualidad. “Cuando estudiaba en los Escolapios nos dieron ropa para participar en una exhibición deportiva porque Franco visitaba Montjuïc. Como tenía la ropa, empecé a jugar al baloncesto en la calle Balmes, donde había unas cestas. Tenía 14 años y era muy malo, pero me gustó mucho", sentencia.