Esquí

"Con Blanca Fernández Ochoa no podía decirse ni que se había suicidado"

La sobrina de la medallista olímpica reivindica hablar de la salud mental de los deportistas

BarcelonaEl 4 de septiembre de 2019 la Policía Nacional y la Guardia Civil encontraron el cuerpo de Blanca Fernández Ochoa en el pico de la Peñota, en la sierra de Cercedilla. La esquiadora, que llevaba desaparecida desde el pasado 24 de agosto, se suicidó por culpa de un trastorno bipolar. Sus familiares recuerdan que cuando llegaba el otoño solía desaparecer dos o tres días sin dejar rastro, pero que siempre acababa apareciendo. Esta vez fue diferente.

El congreso Deporte y Salud Mental, la XV edición del Foro Olímpico, emitió hace unos días El viaje. La medalla de la salud mental, un documental producido por TVE que utiliza el trágico final de Fernández Ochoa como hilo conductor de distintos deportistas que han sufrido episodios relacionados con la salud mental. “Con Blanca no podía decirse ni que se había suicidado. Recuerdo que un periodista me dijo que explicarían que había muerto en extrañas circunstancias. Cuando empecé a decir que se había suicidado, a interiorizarlo, lo asumié mejor”, dice Paula Fernández Ochoa, sobrina de la medallista olímpica que ejerce de consultora y speaker en entornos de alta competición.

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“Soy la hija de Paco Fernández Ochoa y la sobrina de Blanca Fernández Ochoa. Y lo digo con orgullo. Mi padre escribió un libro en el que comparaba la vida con un eslalon, donde debes ir superando obstáculos sin rendirte”, avanza. Éxitos deportivos aparte, el gran legado que dejó a su tía fue el de hablar con normalidad del suicidio.

La crudeza del deporte de alto rendimiento es desconocida por el gran público. Paloma del Río, entrañable periodista de TVE, lo resume con una frase. “Cuando Blanca Fernández Ochoa tenía 30 años no sabía ni sacar dinero de un cajero automático”.

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“La salud mental es la piedra angular del éxito. El bienestar es un concepto amplio e incluye distintos aspectos tanto físicos como mentales. Por suerte el éxito está mutando. Veníamos de una época en la que el éxito se relacionaba sólo con ganar. Estamos pasando del tener al ser. Los profesionales necesitamos tener un propósito vital, sentir que estamos haciendo lo que nos gusta y nos aporta. El éxito consiste en poder escoger nuestro camino, en ser auténticos y coherentes con lo que estamos intentando conseguir. El éxito ya no es ser los primeros”, advierte.

“A mí me han tildado mucho de asilvestrada. Antes, por ser un profesional de éxito, tenías las cartas marcadas. Soy soltera, soy autónoma y acepto cualquier reto que me propongan”, suelta orgullosa. Sus charlas siempre recuerdan que trabajar la salud mental es la mejor inversión. “Yo he vivido en mi entorno familiar la presión del deportista de élite, que debe cumplir expectativas. Yo intento aportar mi copito de nieve y ayudar a los deportistas a trabajar su disciplina y su salud mental”, resume.

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“La salud mental ha dejado de ser un estigma. Yo voy al psicólogo y seguiré yendo haciendo las veces que haga falta, igual que voy al traumatólogo o al fisioterapeuta. La vulnerabilidad no debe estar ligada a la debilidad, al contrario. No somos máquinas e incluso las máquinas se estropean”.

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“Cada vez somos más conscientes de que los trabajadores necesitan tener bienestar para ser productivos. Las empresas son conscientes de que los trabajadores producen más cuanto más felices son”, dice Fernández Ochoa, cuya marca se llama Viviendo Corriendo. “Uno de mis lemas de vida es “No tengo fuerzas para rendirme”. El éxito no es ganar, sino darlo todo en cada cosa que haces, tanto en el deporte como en la vida”.

“La ilusión también se entrena”

“Creo en el talento, pero en un talento responsable. Debemos cuidarnos para dar la mejor versión de nosotros. No hemos venido a la vida a empatar, sino a ganar, en el sentido de saber que estoy exprimiendo al máximo mis posibilidades. La ilusión también entrena. Tener un enfoque optimista es esencial porque el contexto es difícil, complejo y competitivo”, argumenta Fernández Ochoa.

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“Antes de morir de cáncer, mi padre me hizo prometer que a reír no me ganaría nadie en la vida, y hago todo lo posible por cumplirlo cada día”, concluye.