Barça

Ser más que un club en el siglo XXI

El Barça encara unas elecciones cruciales inmerso en debates sobre su modelo de propiedad, buscando el equilibrio entre su identidad y un mercado global

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El Camp Nou visto desde el aire, en una imagen de archivo

BarcelonaEn una de las últimas reuniones de la directiva presidida por Josep Maria Bartomeu, el entonces presidente acabó perdiendo la paciencia mientras le explicaban que los futbolistas del primer equipo no ayudaban a la hora de recortarse los sueldos. “El Barça se hunde”, soltó, con la mirada perdida en la pantalla por donde le veían sus compañeros de junta. Se hizo el silencio en las casas y los despachos de aquella reunión telemática. Los directivos, que unos meses antes intentaban imaginar cómo podrían fichar jugadores como Neymar, se encontraban buscando soluciones para garantizar los salarios de los trabajadores. Ya aquellos días, por los grupos de WhatsApp de empleados del club circulaban bromas con una imagen del Titanic con el escudo del Barça. 

Messi celebrando un gol con Pedri esta temporada
La segunda grada del Camp Nou antes de un partido

Fundado en 1899 en el Gimnàs Solé, en un edificio cerca de la Rambla, el Barça es una entidad que defiende el espíritu romántico del siglo XIX: los socios siguen siendo los propietarios. Una entidad que se hizo grande en el siglo XX y que ahora emprende los retos del XXI con dudas y una crisis económica de la que todavía es difícil entender el alcance. “Hay que defender el modelo de propiedad del Barça”, admite Joan Laporta. “Estas son las elecciones más importantes de la historia moderna del club”, defiende Víctor Font. “El club tiene que seguir siendo un modelo independiente, solo y exclusivamente propiedad de los socios”, añade Toni Freixa. Los tres candidatos en las elecciones del 7 de marzo coinciden que el Barça no puede dejar de ser propiedad de sus socios y socias. Pero no comparten las estrategias para defender este modelo especial. El "més que un club" está en peligro.

Un club con valores

La singularidad del Barça, sin embargo, va más allá de este modelo. Otras entidades también son propiedad de los forofos. En el caso del Barça, el "más que un club" también hace referencia a unos valores, a una identificación con el país y a la voluntad de tener un papel en su sociedad. Ser más que un club en el siglo XXI implica mantener el equilibrio entre una dimensión local, la catalana, y una global, la internacional. Y seguir aspirando a ser mucho más que una entidad deportiva. El Barça de 2050 poco tendrá que ver con el actual. Tendría que tener un estadio nuevo para un fútbol diferente en que las competiciones tal y como son ahora no existirán. El club azulgrana, de hecho, ha estado en la primera línea de las conversaciones para modificar el sistema del actual Champions League y crear, si hace falta, una Superlliga cerrada. Será un nuevo Barça, con nuevas secciones, como podrían ser los e-games, y cada vez con más aficionados en todos los continentes, lo que pone a debate una identidad singular que aun así ya ha superado muchas crisis anteriores, como cuando en 1908, con apenas 32 socios, se celebró una asamblea con un solo punto a la orden del día: disolver la entidad. O la posguerra y la crisis económica de los años 60 posterior a la construcción del Camp Nou. Unas crisis que han ido modelando la personalidad de una entidad que presume de ser diferente.

El Camp Nou sin público debido a las restricciones por el coronavirus una noche de liga de Campeones

Todo esto tambalea por culpa de la crisis económica. Actualmente el Barça tiene un pasivo total de 1.173 millones de euros, con una deuda a corto plazo de 730 millones con entidades bancarias, personal y otros clubes. La economía, pues, se ha convertido en uno de los campos de batalla del proceso electoral, en el que los candidatos han criticado a sus adversarios afirmando que pueden poner en peligro el modelo de propiedad del club. A pesar de que en Europa existen otras instituciones deportivas que son propiedad de los forofos, la mayoría de rivales del Barça en las competiciones internacionales son regidos por empresas privadas y, en algunos casos, por fondos financieros vinculados a estados como los Emiratos Árabes Unidos o Qatar. Durante su mandato, el presidente Josep Maria Bartomeu usó el concepto “clubes estado” para referirse a oponentes como el PSG francés y el Manchester City inglés, entidades con capital de monarquías del Golfo Pérsico detrás. “Hay que defender nuestro modelo de propiedad, pero buscando soluciones, puesto que esto complica poder luchar contra estos nuevos rivales”, admitía Bartomeu al ARA hace cinco años. Cuando Francesco Calvo, jefe de marketing del Juventus italiano, fichó por el Barça, salió de alguna reunión con los directivos afirmando que “este modelo de club complica mucho poder competir con otros rivales” y quejándose de tener que pedir permiso por cualquier decisión a unos directivos que no se pueden dedicar al 100% al club porque tienen otros trabajos y no cobran ningún sueldo. Cuando en una gira por los Estados Unidos los trabajadores del club explicaban cómo funciona el Barça, los ejecutivos de las ligas profesionales norteamericanas se miraban sorprendidos. “No entendían cómo podía tomar decisiones importantes un presidente que no cobra y no puede ser despedido”, recuerda un ex directivo.

La ley del deporte 

El actual modelo de propiedad del Barça data de 1992, cuando la nueva ley del deporte española obligó a los clubes de fútbol de Primera y Segunda División a convertirse en sociedades anónimas deportivas. Solo cuatro entidades pudieron acreditar una buena gestión presentando auditorías con las que demostraban que no habían sufrido pérdidas económicas durante los años anteriores: el Barça, el Real Madrid, el Athletic Club y el Osasuna. Ahora bien, había que adaptar sus estatutos a una nueva época, y la ley del deporte añadió una disposición adicional que obligaba a los directivos a avalar el 15% del presupuesto anual de la entidad. Este hecho limitaba mucho la cifra de socios que se podían permitir presentar una candidatura.

Mesi celebrando un gol en el Santiago Bernabeu el año 2017
Xavi Hernández levantando la copa de la Champions en Berlín el año 2015

Durante muchos años el Barça supo encontrar el equilibrio entre su modelo de propiedad y los éxitos deportivos, pero la gestión de los últimos años, en los que se ha gastado demasiado, sumada a la pandemia, ha alterado el escenario. “Es normal sufrir cuando de un día por el otro te cierran un grifo de 300 millones de euros, que es lo que daban el estadio, las tiendas y el museo. Esto no hay club, empresa ni institución que no lo note”, explicaba durante la precampaña electoral el ex directivo Emili Rousaud, que a la vez admitía que “tener una masa salarial tan alta, con Messi al frente, no es sostenible en este contexto”. En un fútbol cada vez más agresivo, el modelo de gestión del club se ha convertido en protagonista de un debate más interno que externo. “Si públicamente dices que quieres cambiar el modelo, serás atacado por todo el mundo. Pero de puertas adentro todo el mundo maldice el modelo alguna vez. El club no funciona como una empresa y llevarlo así es más complicado”, dice un ex directivo . “Nos pensábamos que el dinero llegaría siempre, pero gastamos demasiado pensando que gastar significaba ganar. Y con la pandemia, nos hemos hecho daño”, reconoce la misma fuente con la boca pequeña.

El modelo del Bayern

Según el economista Josep Maria Gay de Liébana, si el Barça quiere seguir siendo líder en algún momento tendrá que afrontar este debate y valorar si se tiene que vender parte de la propiedad del club. Uno de los modelos que en las oficinas del Camp Nou se cita como posible inspiración es el del Bayern Múnich, donde el 75% de las acciones pertenecen a una entidad representada por los forofos, que siguen siendo los propietarios. Tres multinacionales alemanas –Adidas, Audi y Allianz– se reparten el 25% restante. En el caso del Barça, según Gay de Liébana, se podrían encontrar “diferentes multinacionales que quieran tener protagonismo a nivel internacional de la mano de una marca global”. Ninguno de los tres candidatos a las elecciones del fin de semana que viene propone cambios tan radicales, conscientes que si lo hicieran perderían apoyo. El ARA ha podido confirmar, sin embargo, que en diferentes reuniones de la última junta se habían mantenido debates sobre si era viable el modelo del Bayern en el Barça. Debates que no entraron en la orden del día.

El Camp Nou antes de un partido de la Liga
Votación de los socios compromisarios durante una asamblea del Barça

Consultadas por este diario, las tres candidaturas creen que no hay riesgo de quiebra económica. Y que muy mal tendrían que ir las cosas para tener que cambiar el modelo de propiedad de club. Con todo, sí que admiten que existe el riesgo real que fondos inversores, empresas o bancos a los que el Barça debe dinero puedan ejercer algún tipo de influencia sobre el club, que está dispuesto a venderse activos como Barça Studios, que nutre Barça TV y Barça TV+, la plataforma de contenidos audiovisuales del club.

A las puertas de unas elecciones cruciales, el Barça encara una época clave para intentar saber cómo podrá seguir siendo más que un club en el siglo XXI. De hecho, ni siquiera la masa de socios refleja la realidad del país, puesto que las mujeres no llegan al 25% y la media de edad, cada vez más alta, se acerca a los 60 años. Una generación que ha visto como su Barça cambiaba mucho. Y más cambiará.

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