La dignidad no da puntos, pero crea adeptos (2-1)

El Tenerife supera a un Girona luchador gracias a un remate final de Enric Gallego

Baena, dedicándole el gol a Azoteas
Jordi Bofill
09/11/2021
2 min

GIRONAEn un mundo perfecto, los resultados serían perfectos; pero en el mundo real, los resultados son realistas. Entendiendo que el contexto no era nada agradable, el Girona, con nueve bajas, algunas muy importantes, hizo un ejercicio encomiable de esfuerzo en Tenerife (2-1), cayendo por una individualidad de Enric Gallego y acabando con los jóvenes, enrabiados, buscando una justicia invisible.

Cuando no tienes más remedio que poner a los que tienes, la alineación se hace sola. Míchel, que en ningún momento quiso excusarse, introdujo un pequeño matiz, casi imperceptible en la vista en estático, pero obligado: a falta de juego interior, cogió la máquina del tiempo para retroceder a la época de Pablo Machín en el banquillo para intentar aportar profundidad por fuera, potenciando la zona de los carriles, especialmente con Valery. Ni el gol tempranero del Tenerife, en el cuarto temprano, rectificó el plan de partido de los gerundenses, que supieron traducir el susto inicial con una buena dosis de paciencia para no caer aturdidos y mantener viva la esperanza. Y en Montilivi son expertos de vivir creyendo que cualquier cosa es posible.

El gol de Mellot, un golazo desde fuera del área después de un rechazo de Juanpe poco acertado, añadió una dosis de dificultad más grande al reto que se le presentaba al Girona, que si daba un vistazo a los suplentes, comprobaba como solo había un par de futbolistas del primer equipo. Nadie puede señalar a los rojiblancos como un conjunto que se esconda en los malos momentos, sean las que sean las circunstancias. El Tenerife no hizo ninguna excepción. Después de evitar que los locales hicieran más sangre a copia de contraataques liderados por un Elady inspirado, cogió la pelota, protegido como lo estaba por Kebe, un gigante, y empezó a distribuirla, sin desesperarse. Su instante llegaría, porque siempre llega cuando crees. Y el Girona, orgulloso y rebelde, creía.

La obra de arte de Baena, insuficiente

Las ocasiones del primer tiempo no entraron, especialmente un lanzamiento de Juanpe desviado espectacularmente por Soriano. Se atrevió a pedir un par de penaltis por manos que el árbitro tuvo claro que no lo eran –otros días se han silbado cosas peores– antes de contemplar, boquiabierto, cómo aparecía Baena para ensartar la pelota en la escuadra nada más salir del descanso para dedicar la obra de arte a Azoteas, recientemente operado de una fractura en la tibia que lo tendrá ausente hasta 2022. El mismo Baena, calentado como iba, también mimó el segundo. Pero quien marcó fue Enric Gallego, a diez minutos del final, en un remate clásico de goleador. La dignidad del Girona sale reforzada. 

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