El Barça enseña al Madrid cómo se remonta con una segunda parte épica

BarcelonaEn el Barça todos los días parece fiesta mayor. El viento sopla a favor de un equipo estimulante que emociona en su búsqueda del triplete. Ante el Celta, en un partido jugado aún con el dulce sabor del vino de la Champions en los labios, el equipo de Hansi Flick levantó un partido que parecía perdido y demostró que, cuando las piernas no llegan, llega el corazón. En pocos minutos el Barça pasó de perder 1-3 a alzarse victorioso con Raphinha marcando de penalti en el tiempo añadido. En pocos meses, Hansi Flick ha conseguido construir un Barça que derriba de rodillas a todos sus críticos, uno tras otro. Poco a poco, todos los que dudaron del técnico alemán se caen del caballo y se convierten, cambian de fe. Quedan pocos, que aún renieguen de un equipo con un corazón grande que por un momento pareció tropezar, lo que habría permitido al Madrid ilusionarse con chuparse las heridas de la Champions enganchándose a la lucha por la Liga. Le tocará esperar, este Barça no quiere dejarle ni las migajas.

Pese al cansancio, el equipo azulgrana supo mantener la cabeza fría para levantar un partido que se había complicado mucho con los tres goles de Borja Iglesias. La dulce alegría que llegó con la Liga de Campeones daba paso a un corte de digestión con un tropiezo inesperado una vez entrada la segunda parte. Pero no, era sólo un susto. El barcelonismo sigue de fiesta. Para los aficionados, el fútbol no deja de ser un espacio para hacer volar palomas y olvidar los problemas del día a día, así que tras regresar a unas semifinales de la Champions, el barcelonismo seguía eufórico pese a los avisos de Fick, que quiere poner los pies en el suelo a la gente sin suerte. Culpa tuya, Hansi, por hacerlo demasiado bien.

Y, de hecho, el partido empezó de la mejor manera, con Ferran Torres inventándose un gol prodigioso, deslizándose entre rivales y conectando un disparo seco al que nunca podía llegar el portero de los visitantes, Vicent Guaita. Un delantero de Foios marcando a un guardameta de Torrent, todo quedaba entre valencianos. Parecía el inicio de un trámite más para el Barça, un paso más hacia la fuente de Canaletes. Pero no lo sería, puesto que tocaría picar mucha piedra.

Flick tenía cara de cabreo. Sabía de la importancia del encuentro contra este buen Celta de Vigo que juega y deja jugar. Sabía que el equipo de Claudio Giráldez no se asusta fácilmente, este año que sueña con volver a competiciones europeas con un montón de jóvenes de la casa. Pero con el Inter de Milán y la final de Copa en el horizonte, el técnico alemán debía tomar decisiones dolorosas, como dejar a Lamine Yamal en el banquillo. Tenía sentido, ya que el joven de Mataró lo juega todo y en los últimos días se le veía demasiado cansante. Mejor hacerle reponer contra el Celta que contra el Inter, debió pensar. Y, de hecho, la apuesta le salía bien con el tanto de Ferran en los primeros minutos del partido.

La alegría duró poco, ya que este Celta disfruta corriendo. Y aprovechando la espalda de Gerard Martin, Pablo Duran puso un centro que Szczesny se tragó. Justo el día que Deco afirmaba que el veterano portero polaco seguramente seguirá en el club la próxima temporada, cometía un error que permitía a Borja Iglesias empatar. El Panda, como le conocen, mortificaría una y otra vez una defensa del Barça demasiado abierta.

El equipo azulgrana llevaba siempre la iniciativa, pero no conseguía hacer el segundo y jugaba con fuego cada vez que no echaba bien la presión después de pérdida. Celta, sin hacer nada del otro mundo, iba mordiendo de vez en cuando, como hacen las moscas cuando se anuncia lluvia. Y entrada la segunda parte, un grave error de Frenkie de Jong permitía a Borja Iglesias marcar el segundo gol. El día había empezado con sol y se iba poniendo gris.

Flick, pues, llamó a Lamine Yamal y Dani Olmo. Había que revolucionar las cosas en un Barça en el que Lewandowski estaba demasiado aislado y Pedri, siempre con criterio, no conseguía comerse la moral de los visitantes. Este Celta sabe jugar y aprovecharía un nuevo error defensivo para hacer el tercero, con Borja Iglesias golpeando el balón suavemente ante el portero polaco del Barça. Una vez en la línea de flotación azulgrana. Pero en pocos minutos Dani Olmo, casi en el primer balón que tocaba, se encargaría de marcar el segundo gol. Un momento clave, ya que de repente el Celta ya no se sentía con el control del encuentro y veía cómo cambiaba la mirada de los jugadores que tenía delante. En Flick los cambios le funcionaron. Cierto es que si puedes hacer entrar jugadores del talento de Olmo y Lamine Yamal es fácil que sea una apuesta ganadora. Y un centro de Lamine Yamal lo remataría Raphinha en el fondo de la portería cuando aún quedaban más de 25 minutos para acabar de demostrar al Madrid el significado de la palabra remontada, estos días que lo han utilizado tanto.

Los últimos minutos fueron un asedio azulgrana eterno, con Gavi entrando para provocar el caos en lugar de un Lewandowski que no pudo marcar su gol número 100 vestido de azulgrana, después de sufrir una lesión que le podría dejar sin jugar la final de Copa. El Barça encontraría el premio con un penalti sobre Dani Olmo en el que fue necesaria una llamada del VAR para silbarlo, lo que añadió emoción antes de que Raphinha hiciera el gol que provocó el delirio colectivo en el estadio. El brasileño simboliza el espíritu de este Barça, con su arrebato. El calendario sube, los horarios no ayudan y los jugadores están cansados, pero este equipo quiere comerse el mundo.