Los apuntes en caliente

Bendita temeridad: los apuntes en caliente del Barça-Celta

El equipo azulgrana, muy blando en defensa, firma una remontada y sigue líder firme de la Liga

Raphinha celebrando un gol ante el Celta de Vigo.
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BarcelonaRemontada épica del Barça ante el Celta de Vigo en la Liga (4-3). A continuación, unos apuntes en caliente.

El olor de los campeones. No, el Barça no está en su mejor momento. Los azulgranas perdieron con claridad en Dortmund y han sudado el tocino para resolver la visita de un rival de media tabla. El valor de los tres puntos sumados frente a los gallegos se ha visto en los gestos de rabia de Flick y los futbolistas, conscientes de que la Liga está un poco más cerca después de esfuerzos nobles como estos. Del 1-3 se ha pasado al 4-3 gracias al habitual vendaval en ataque, a la amenaza de Lamine Yamal y Olmo como revulsivos ya un meridiano penal en el descuento forzado por el egarense. Victoria épica con defectos a mejorar y un aviso: todo va a costar mucho. Pero algo ya está claro: este Barça huele a los campeones.

Un portero que para. Como el Barça es un equipo tan ofensivo que por momentos es temerario y sólo tiene permitido jugar con once hombres, es lógico que los rivales le generen ocasiones de gol. El Celta, que es un conjunto que le toca bastante, ha aprovechado esta circunstancia no sólo para que Borja Iglesias hiciera su primero hat trick en Primera, sino por chutar un total de ocho veces entre los palos de Szczesny. El guardameta polaco, que nota el aliento de un Ter Stegen que no quiere perderse el tramo bonito de la temporada, ha salido en la foto del 1-1, pero ha firmado hasta cuatro paradas meritorias para sostener al colectivo. La remontada también es suya. Que no pase desapercibido, porque el Barça, pese a ganar, exigió menos golpes a Guaita.

Según cómo, no es tan mala noticia. Con el 3-3 en el marcador, Lewandowski pidió el cambio por molestias en el muslo. El polaco, que con casi 37 años lo está jugando prácticamente todo, se expone ahora a unas semanas de baja en caso de que las pruebas corroboren que sufre una rotura de fibras. De confirmarse un diagnóstico de este tipo, no podrá jugar la final de Copa, que es el próximo sábado. Sobre el papel, la ausencia del pichichi nunca es una noticia a celebrar, pero viendo lo que vendrá –semis de Champions, un final ajustado de Liga y el sueño húmedo del triplete– quizá convenga que Lewy no haga locuras y se recupere en condiciones. Además, cuando no juega, el Barça tampoco le echa tanto de menos. Sin él hay menos olfato, pero mayor presión y movilidad.

Es un poquito lo que hay. En su última rueda de prensa, y molesto porque la Liga ha puesto al Valladolid-Barça el 3 de mayo a las 21 h –con poco margen antes de ir a Milán para jugar las semis de la Champions–, Flick puso el grito en el cielo. El alemán viene de un fútbol en el que el negocio es menos importante. En la Bundesliga, se priman el descanso en el césped y la fidelización en las gradas. En cambio, en España, money talks: mandan las operadoras de tele, y la afición es sólo una porción del pastel. Los seguidores son vistos como consumidores, como puede comprobarse cada fin de semana en Montjuïc. Abracamos las quejas del entrenador. Tienen todo el sentido. Pero el comunicado del Barça es algo postizo, incoherente con cómo explota la mama del fútbol.

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