Fútbol - Supercopa de España

El Barça no duele con Osasuna y se cita con el Real Madrid en la final

Los azulgranas superan a los navarros sin demasiados sustos ni lucimiento (2-0) y Pedri vuelve a vestirse de corto antes de jugar contra los blancos

El Barça hizo los deberes y sin tomar mucho daño superó a Osasuna en una semifinal de la Supercopa de España que no será recordada en la historia del fútbol (2-0). Como la pasada temporada, los azulgranas se enfrentarán al Real Madrid en la final del domingo. El primer título de la temporada se definirá en Riad, la capital de Arabia Saudí, ese país en referencia al que el club azulgrana hizo unas vergonzosas recomendaciones a sus socios y seguidores para alertarles de que "las muestras de cariño" y "las relaciones entre aficionados del propio sexo" podrían tener consecuencias legales. Fuera del césped, se hace difícil digerir ver jugar al Barça tan lejos de casa. Encima del césped, el partido lo resolvieron los de Xavi gracias a los goles de Lewandowski y Lamine Yamal.

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Ante un Osasuna con un planteamiento miedoso y defensivo, el Barça fue el gobernador único del juego. Hasta el gol del polaco en la segunda mitad, los primeros 45 minutos habían sido bastante aburridos. La circulación de pelota era lenta y pesada, y provocó más de un bostezo. De postre, los navarros le bastó con poco para poner el miedo en el cuerpo de los azulgranas en hasta dos ocasiones claras. La primera, un disparo cruzado de Areso tras un rechace tibio y temerario de un Balde muy despistado. El balón salió rozando el palo. La segunda, un gesto de calidad de Ante Budimir. Ayudado del rebote, todo sea dicho, el rocoso ariete de Osasuna logró superar a un coloso como Araujo. Por suerte, allí había un atento Iñaki Peña para lanzarse a los pies del delantero y taparle el remate.

Dos sustos que habrían sido menos sustos si Lewandowski hubiera puesto fin antes a su búsqueda particular del arca perdida, que no es otra que el gol. En la primera acción clara de los azulgranas –y no hubo muchos–, el polaco remató demasiado centrado después de que Roberto le dejara solo ante el portero. Si bien es cierto que fue un buen parón de Herrera, también lo es que el 9 del Barça debería finalizar estas ocasiones enviando el balón al fondo de la red. En la segunda mitad se haría perdonar.

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En unos primeros 45 minutos soporíferos, Raphinha añadió una cucharadita de picante al asunto. El brasileño, veloz y pícaro, birló la cartera a Moi Gómez y, cuando encaraba el área, Catena le derribó. El defensor vio una amarilla que era naranjosa. Porque si no hubiera sido por la acción del central, el extremo azulgrana se habría plantado frente a portería casi solo. Casi, porque Moi Gómez también estaba siguiendo la jugada de cerca, pese a que Raphinha le sacaba una ligera ventaja. El banquillo del Barça protestó mucho la acción reclamando la roja. Ni el árbitro Muñiz Ruiz quiso sacarla ni desde el VAR le alentaron a revisar la acción.

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Sería el último saque del atacante brasileño, porque tuvo que abandonar el partido a cinco minutos para el descanso, con problemas musculares. Es la segunda lesión de este tipo en dos partidos: en Barbastro, el damnificado fue Íñigo Martínez. Lamine Yamal sustituyó a Raphinha y la electricidad del joven de 16 años dibujó los minutos más distraídos del primer tiempo.

Robert Lewandowski marca cuando más empezaba a desesperar

Sin embargo, el marcador no se movería hasta la segunda mitad. El Barça salió dispuesto no solo a gobernar a un rival inferior como Osasuna, sino a acelerar el ritmo del juego. De la posesión estéril se pasó a un fútbol algo más animado, y Lewandowski, tras una pérdida grotesca de balón, se reencontraría con el gol. Cuando más estaba desesperando al polaco, Christensen le quitó el balón a Arnaiz, lo cedió a Gündogan –el mejor de los azulgranas– y el alemán conectó con Lewandowski al corazón del área. Con un disparo raso, poco estético, el ariete abrió la lata y cambió el relato del partido. El gol subió al marcador pese a las protestas del rival, que reclamaba una falta previa a Arnaiz. En ningún caso el contacto de Christensen con el delantero rival pareció suficiente para silbar nada.

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Con Osasuna obligado a dar un paso adelante, el Barça decidió no asumir demasiados riesgos. Xavi puso a jugar al castigado João Félix y Pedri, que volvía tras la enésima lesión muscular. El portugués, que pareció entender el mensaje de la suplencia, salió enchufado. Sergio Herrera le negó el gol con un gran paro. Budimir, de nuevo, protagonizó el último intento navarro mientras los azulgranas no conseguían cerrar el marcador. Raúl García, con un remate por encima del larguero, avisó de nuevo que el duelo aún no estaba resuelto hasta que apareció Félix de nuevo. El atacante de Viseu hizo una sotana para deshacerse de su marcador y cedió el gol a Lamine Yamal. Trabajo realizado antes de la final del domingo. Contra el Real Madrid no será tan fácil.