Barça

El Barça quema en el infierno de San Mamés (3-2)

Pedri marca en la prórroga, pero el Athletic elimina a un equipo con más corazón que fútbol de la Copa del Rey

BarcelonaNo llega nunca, la felicidad al Barça. Todas las palabras de amor escritas contra el Real Madrid en una Supercopa donde los seguidores se sintieron orgullosos de su equipo, acabaron por los suelos en San Mamés, quemando en el infierno de Bilbao. El vigente campeón perdió la corona, desnudo de fútbol a pesar de que demostró tener mucho corazón, forzando la prórroga gracias a Pedri. La hoja de ruta está marcada, pero hace falta paciencia. Ahora se plantan semillas, pero los frutos llegarán más adelante. Y el triunfo se lo quedó el Athletic gracias a un penalti por mano de un Jordi Alba que jugó un partido para olvidar.

El partido de Bilbao, en lugar de de seguir elevando el espíritu del barcelonismo, fue una pequeña tortura. Fue como un examen de recuperación cuando tus amigos ya están de vacaciones. Fue como tener que perseguir a un niño pequeño incansable cuando tú solo quieres dormir. El Athletic llevó el partido hasta el extremo, con un ritmo endemoniado. Y el Barça se vio superado una y otra vez. Sólo el coraje de Gerard Piqué y alguna parada de Ter Stegen evitaron que la nave hiciera aguas en un primer tiempo en el que el Barça solo consiguió jugar tal y como le gusta en una sola jugada, una sola posesión en la que Ferran Torres acabó inventándose un golazo. Para eso ha llegado, el valenciano: para marcar diferencias con chut que sacó las telarañas de la portería vasca. No dejaba de ser curioso que el día que Ousmane Dembélé había sido enviado al rincón de pensar, castigado por un club harto de sus pataletas, Ferran Torres hiciera suya la gloria que el extremo francés nunca ha acabado de coger con sus manos.

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El gol fue un oasis en medio de una pesadilla. Pocas convicciones se reafirmaron en la Catedral. Todo lo contrario. El partido sirvió para certificar que, por las bandas, el Barça sufre. Que los rivales siguen generando demasiado peligro y, físicamente, este equipo va corto de piernas, todavía. El Athletic había marcado a los dos minutos gracias a un toque delicado de Iker Muniain, de largo el mejor del partido, por sobre Ter Stegen, pero el equipo de Marcelino no es nada delicado, todo lo contrario. Es un equipo físico que te hace sudar la gota gorda. Y una nueva hornada de leones hizo de las suyas, con Nico Williams dejando en evidencia a un Jordi Alba cada vez más flojo en defensa. Por la derecha, Dani Alves también sufría con las caídas por la banda de Oihan Sancet, mientras el centro del campo perdía una y otra vez la pelota. No ayudaba que Araújo no tuviera el día, perdiendo unas cuantas pelotas justo donde no lo puedes hacer. Xavi había optado por una delantera con Ez Abde, Ferran Jutglà y Ferran Torres, pero no les llegaban pelotas. El partido de Jutglà y Abde fue anecdótico. Ferran tocó una, el gol. Así que al descanso, Xavi sacrificó a Abde para hacer entrar a Nico, para tener superioridad en el centro del campo. Y empezar a jugar tal como le gusta a un Xavi que perdió claramente el duelo táctico con Marcelino en la primera parte.

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Pedri irreductible y Ansu lesionado

Consciente de que era un partido importante, Xavi había apostado por Ter Stegen en la portería. Una declaración de intenciones que hería el orgullo de Neto, a pesar de que el alemán hizo dos paradas de mérito cuando más sufría el equipo. En cambio, el Athletic si hizo jugar a su segundo portero, el joven Agirrezabala, en lugar del internacional Unai Simón. En el País Vasco, encuentran porteros bajo las piedras. Pero en el Barça encuentran centrocampistas bajo las piedras, y cuando en el descanso Xavi hizo entrar a un Nico que estrenaba dorsal del primer equipo, el Barça equilibró un poco el guion del partido en una segunda parte donde la lesión de Oihan Sancet hizo que entrara Iñaki Williams. Y los dos hermanos Williams siguieron generando problemas a un Barça sin pólvora en ataque, por culpa de las bajas de Luuk de Jong y Memphis, y la falta de ritmo de un Ansu Fati que esperaba su momento en el banquillo. Xavi decidió darle media hora. El técnico egarense, después de tantos partidos donde tenía que convocar jóvenes sin carné de conducir para completar la convocatoria, ahora mira el banquillo y ya encuentra recursos para cambiar el partido. Si de salida no había acertado con su táctica, una vez hizo entrar a Frenkie de Jong por un Gavi superado y Ansu por Jutglà, Xavi consiguió ir llevando el partido hacia su terreno. 

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Por fin el Barça le miraba al Athletic a los ojos, pero la mirada de los leones daba miedo. A diferencia de aquel cachorro asustado goleado en la final de copa de hace un año, el Athletic no desfalleció, marcando el 2-1 que parecía definitivo a cinco minutos del final, en un córner mal defendido por el Barça donde ni Piqué ni Ter Stegen consiguieron despejar la pelota, permitiendo a Iñigo Martínez marcar un gol que parecía de aquellos del viejo San Mamés, cuando el fútbol se jugaba en campos llenos de barro. Pero Pedri forzó la prórroga con un gol salvador en el último minuto.

El destino, sin embargo, estaba escrito en una noche donde nada salió, puesto que Xavi volvió a perder a Ansu Fati por lesión. Y Alba, siempre superado en defensa, acabó cometiendo en la prórroga un penalti por mano que Muniain convirtió en el 3-2. El Barça cayó con la cabeza alta, con Araújo de delantero centro, pero acabó con una herida a la piel. Una derrota para aprender, para recordar que los cambios necesitan tiempo. No llegan de un día para otro.