Barça

El Barça suda sangre para llevarse un triunfo de oro (0-1)

El equipo de Xavi, castigado por las lesiones, sufre para derrotar a la Real Sociedad

BarcelonaEl Barça es una casa de locos. Para conseguir tres puntos de oro, el equipo de Xavi se dejó varios años de vida de tanto sufrir en un partido que parecía no acabar nunca. Tanto cuestan las cosas, que los entrenadores pierden pelo y ganan arrugas, envejeciendo rápido en un banquillo donde Xavi ve cómo en cada partido pierde a varios jugadores por lesión. Pero fue un esfuerzo con recompensa, ya que el triunfo en el campo de la Real Sociedad (0-1) deja al Barça segundo en la clasificación con un partido menos, avanzando en el camino hacia la Champions. Por fin vuelve a salir el sol.

En el Barça en pocos días se pasa de beber vino de la boca de tu amado en el Olimpo, rodeado de divinidades, a arder dentro de una caldera en el infierno. Así, de la euforia al sufrimiento directo, sin peaje alguno. Aquel equipo que con Xavi animaba, ahora sufre. Da angustia ver al Barça luchar contra todos los elementos, cuando a cada coladita, una rasgadita. Todos los planes del técnico de Terrassa chocan contra la larga lista de bajas de un equipo cansado, con jugadores dejándose la piel a pesar de que les duele todo el cuerpo.

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Después de unas semanas donde todos los rivales hacían de la defensa su 'leitmotiv', jugar en el campo de la Real Sociedad era mirar a los ojos a un proyecto estimulante, en su propuesta táctica. La Real abandonó hace tiempo la tradicional escuela vasca, más física, para jugar con futbolistas que parecen violinistas, como David Silva o Rafinha. El escenario era ideal para poder atacar, para poder explotar las virtudes de un Barça que se quitó de encima por fin las malas sensaciones de los últimos días en una primera hora de juego que estuvo bien. Consciente de que era un partido de primordial importancia, contra un rival directo que podía complicar mucho la lucha por estar en la Champions en caso de hacerse con los tres puntos, Xavi optó por el equipo de gala. Bien, el mejor equipo posible pensando que faltan tantos jugadores de primer nivel. Y la jugada le salió bien, con un Dembélé travieso que encontraba muchos metros para correr con libertad, Gavi ganando duelos en medio del campo y Ferran Torres poniendo con cuidado el centro que permitió a Aubameyang hacer el 0-1. Un gol tan necesario como justo, puesto que se jugaba siempre hacia la portería de Remiro.

Pero la Real se sacudió la pereza de encima. En parte porque es un buen equipo. En parte, porque al Barça no solo se le hace larga la temporada. También los partidos. Poco a poco, el ritmo alto benefició a los donostiarras, guiados por Januzaj y su pareja de delantero escandinavos, Isak y Sorloth. Ambos por suerte, no tenían el punto de mira afinado. Y cuando conseguían chutar entre los tres palos, toparon con un Ter Stegen salvador.

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Una segunda parte agónica

La alegría, en San Sebastián, duró 30 minutos. Luego tocó aguantar como se podía, asediados como los soldados texanos en El Álamo o la ciudad de Troya ante los ejércitos griegos. Se trataba de aguantar, de sufrir como fuese, aceptando por una vez perder la posesión. Perder todas las estadísticas, renunciando al estilo, ya que no había manera de hacerse con el balón contra una Real Sociedad que iba castigando una y otra una vez una defensa que parecía agrietarse de por medio. Todos los defensas que salieron a jugar terminaron por el suelo, medio lesionados. Jordi Alba pudo terminar, pero Dani Alves, Ronald Araujo y Gerard Piqué, no. Con cara de dolor, Piqué volvía a los terrenos de juego después de una lesión y la filtración de sus mensajes con el presidente de la Federación, Luis Rubiales. Mensajes que se convertirán en una cruz que el central barcelonés tendrá que cargar en todos los partidos fuera de casa, ya que los aficionados rivales le recordarán sus negocios una y otra vez. Fue un partido áspero, por momentos desagradable, con lanzamientos de objetos por parte de los aficionados más radicales de una Real Sociedad que poco a poco perdió la fe, al ver cómo la defensa azulgrana, coja y cansada, conseguía proteger el gol de Aubameyang en la primera parte.

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De hecho, Ferran Torres se acercó a la portería de Remiro a medida que el partido se rompía, intentando buscar un segundo gol que habría sido balsámico para permitir respirar a un equipo que tenía claro, entre ceja y ceja, que imponerse al campo de la Real Sociedad era dar un paso de gigante hacia la próxima edición de la Liga de Campeones. Uno de los rivales más duros, uno de los desplazamientos más complicados de un calendario que poco a poco, se acerca al final de una temporada que puede quedar resumida en el triunfo en el Reale Arena, sufriendo por momentos, pero también disfrutando. Donde por momentos se impuso el juego azulgrana y en otros tocó defender con sus uñas el gol de Aubameyang. Con lesiones y la capacidad de pensar en frío cuando pintaban bastos, consiguiendo llevar el partido, poco a poco, a un escenario que beneficiaba a un Barça que, después de su semana trágica, se reencuentra con un triunfo que hacía falta.