Cabrear a Lamine Yamal

A los genios, a los elegidos que además son plenamente conscientes de estar tocados por la varita, lo que les estimula es el reto de demostrar lo superiores que son. A Lamine Yamal, con solo 18 años, le pasa. Lo volvimos a comprobar en el debut de Liga ante el Mallorca. Cuando el partido languidecía con un cómodo 0-2 en el marcador, el rival con nueve jugadores desde la primera parte, un calor intenso y en los últimos minutos de descuento, el mallorquinista Jan Salas se encaró con él: un empujoncito, un intercambio de palabras. Y en la jugada siguiente, Lamine se tomó la venganza futbolística con un gol marca de la casa. Ese que sabes que va a marcar, que ya ha marcado antes y que al final inevitablemente terminará marcando porque no hay quien lo pare. Es un aviso y también toda una declaración de intenciones: cabrearlo es una pésima idea, porque el rey soy yo.

Él solito se colocó después una corona imaginaria para celebrarlo, consciente de nuevo de que todos sus gestos se convierten instantáneamente en icónicos, sabiendo como sabe que es el puto amo, tiene el don y, además, por ahora, las ganas, el hambre. Aventurar hasta dónde puede llegar y dónde puede estar su límite es de locos, y todo lo que se diga o se escriba podrá, y será, utilizado en tu contr. Porque lo que lo motiva es justamente eso: evidenciar lo extraordinario que es y que los límites los pone él, y nadie más que él.

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Reconocerse tan excepcional a una edad tan temprana, con el séquito de aduladores, aprovechados, fans y bufones rendidos a sus pies, tiene que ser complicadísimo de gestionar. Su polémica fiesta de cumpleaños fue una afirmación de estatus, una exhibición de poder. Joan Laporta y Raphinha se lo aplaudieron: mal asunto. Que el presidente y uno de los capitanes consideren no solo lógico, sino además reivindicable, una ostentación semejante con solo 18 años demuestra también hasta qué punto Lamine carece de referentes. Cuando todo el mundo te rinde pleitesía estás mucho más cerca de perder de vista el mundo. Cabrearlo es muy mala idea dentro del terreno de juego, pero un entorno adulto, maduro y responsable que lo ayude a crecer fuera de él sería recomendable, no vaya a ser que el rey del mambo adolescente se convierta en un tirano de época. Hansi Flick, por cierto, no le regala elogios… por algo será.