Tan crecido, fanfarrona y matón como quieras, hijo mío: los apuntes en caliente del Barça-Inter
Empate espectacular entre dos colosos europeos en Montjuïc
BarcelonaEmpate bestial en un partido espectacular de Champions entre el Barça y el Inter de Milán. A continuación, unos apuntes en caliente.
Queda Milán por seguir soñando. El Barça hizo lo más difícil, que es ir a remolque en los noventa minutos. Se sobrepuso a dos goles en contra y situó el 3-3 en la siguiente jugada de recibir al tercero de un Inter en el que Dumfries fue una auténtica pesadilla para la defensa azulgrana. Los italianos marcaron el cuarto en otra galopada del peligroso carrilero neerlandés culminada por Mkhitaryan, pero un fuera de juego milimétrico salvó al Barça de ir al Meazza con una derrota en el zurrón. Si el plan A es el riesgo y el plan B no interesa nada explorarlo, habrá que ir a muerte con las ideas de Flick también a la vuelta de la próxima semana. No habrá reproches si la final de Múnic no tiene presencia catalana. La temporada, pase lo que pase también en la Liga, ya puede darse por buena. Ahora bien, el triplete es aún posible.
Crecido rima con cojonudo. No puede decirse que el barcelonismo haya asistido ya al primer gran partido de Lamine Yamal con la camiseta del Barça. Ha hecho tantos como los del Inter con sólo diecisiete años que quizás convendría esperarnos para hacer el titular. Con 0-2 en el marcador, el superguerrero de Rocafonda se puso al equipo en la espalda para salir del pozo y se inventó un golazo para levantar los ánimos en Montjuïc. Minutos después, volvió a humillar al pobre Dimarco para acariciar una obra de arte que solo Sommer y el larguero arruinaron. Ni Maldini en plenitud fusionado con el mejor Puyol podrían detener a este Lamine Yamal que, en la previa, consciente de que es buenísimo, reconoció que está un poco crecido e incluso presumió de esa actitud matón. Será impopular, pero lo entendemos. Carpe Diem, tú.
No era tan mala noticia. Escribíamos hace unos días que el barcelonismo no debía sufrir en exceso por la baja de Lewandowski, que cayó lesionado ante el Celta. Cuando Flick le ha dado descanso, el Barça no sólo no ha notado su ausencia, sino que ha generado aún más peligro con futbolistas menos posicionales y, por tanto, más difíciles de controlar por los centrales rivales. El elegido para relevar al polaco en punta, Ferran Torres, interpreta a la perfección este rol indetectable y suma ya diecinueve goles esta temporada, muchos de ellos decisivos. Dio la diana más importante de la final de Copa del sábado, repitió contra el Inter y definitivamente ha abierto un debate en la delantera.
Una planificación miserable. El Barça de Flick ilusiona. Lamine Yamal es un escándalo de futbolista. Pedri gobierna los partidos como le da la gana. Raphinha parece la reencarnación de Rivaldo. Iñigo es el central del presente. Cubarsí, el del futuro. Todo esto es verdad y hay que darle a Laporta el mérito que merece sobre todo por la apuesta que hizo en el banquillo. Ahora bien, no se puede perder de vista que este equipo es hijo de una profunda crisis económica que sólo se ha driblado a palancas y cautelarísimas y que ha obligado a forzar la máquina con determinados hombres sin recambio de garantías. Uno de ellos, Kounde. 4.400 minutos después, su cuerpo dijo bastante igual que los de Balde y Lewandowski. Masía es increíble, pero no puede tapar todas las carencias de planificación.