BarcelonaEl legado de Johan Cruyff sigue intacto ocho años después de su muerte. La llegada al Barça de aquel joven neerlandés de sólo 26 años que ya destacaba en el Ajax cambió por completo la forma de entender el fútbol de entonces, tanto deportiva como culturalmente. Revolucionó la historia moderna del club azulgrana desde el césped y, más tarde, la revolucionó en el banquillo.
Considerado uno de los mejores jugadores del siglo XX, Cruyff dejó una huella inolvidable en Barcelona. Además de conseguir varios trofeos como futbolista, como una Liga después de 13 años de sequía azulgrana, y logros como entrenador, como la primera Champions de la historia del club, también trascendió en muchos otros aspectos. Aparte de la Cruyff Foundation, que sigue activa hoy en día, el ARA recuerda una bonita historia con el neerlandés como protagonista.
Todo empezó en 1975. Hacía cuatro años que el doctor Carles Bestit había fundado los servicios médicos del Barça. Licenciado en medicina por la Universidad de Barcelona, era una persona que se preocupaba por todos los jugadores del club, desde el primer equipo hasta las categorías inferiores. En la universidad, Bestit fue compañero de promoción del doctor Josep Toro, que dirigía el Servicio de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil del Hospital Clínic de Barcelona, donde llevaba años tratando trastornos alimenticios.
Bestit y Toro eran muy amigos, hasta el punto de que el doctor del Barça derivaba a pacientes particulares en el Clínic para que les tratara a Toro, pero no solía enviarle ningún jugador del Barça. Pero un día esto cambió. Toro recibió una llamada de Bestit: "Oye, quiero que me mires a un chico de las categorías inferiores". Se trataba de un futbolista infantil, de 14 años, que vivía en un pueblo y que jugaba muy bien en el fútbol. Al volver de las vacaciones de verano, empezó a comer poco ya adelgazar. "Estamos un poco preocupados y el entrenador está alarmado. Vemos que físicamente está bien, pero queremos que le mires", le dijo. Y dicho y hecho.
Era un adolescente sin antecedentes relacionados con trastornos alimenticios. No parecía un caso grave, pero el bajón de peso en los tres meses de verano, en el que había perdido hasta seis kilos, preocupó a Toro. Hablando con el paciente, encontró el desencadenante del trastorno alimenticio. El caso era que, a la vuelta de las vacaciones de verano, el entrenador le había dicho con cierta contundencia que le sobraba algún kilo. A partir de ahí, el jugador, de 14 años, empezó a adelgazar hasta sufrir anorexia. "Cuando le vi no estaba grave, pero ya había entrado en el proceso", recordó el doctor Toro en conversación con el ARA respecto a un caso de hace casi 50 años.
Decidió ponerle unas normas para ver cómo evolucionaba el caso y lo citó para unas sesiones más para poder profundizar en la enfermedad. Pero de un día para otro el joven canterano azulgrana no se presentó más en la consulta.
La intervención de Johan Cruyff
El doctor Toro estaba preocupado porque el adolescente no aparecía y sólo le había visitado una vez. Por casualidad, caminando por Barcelona, se cruzó con el doctor Miquel Albanell, que entonces era el segundo médico del Barça. "¿Tienes idea de lo que ha pasado con el chico que me envió a Bestit?", le preguntó preocupado. "Ya come, se ha curado", respondió el doctor azulgrana ante la sorpresa de Toro.
En aquella época, las categorías inferiores del Barça se entrenaban muy cerca del primer equipo. Los niños terminaban su entrenamiento y podían ir a ver cómo entrenaban sus ídolos. Entre esos niños estaba el futbolista que sufría anorexia. En la entidad corrió la voz de que el chico estaba sufriendo y eso llegó a Cruyff. El neerlandés, que llevaba dos temporadas de azulgrana, era el ídolo del adolescente.
Durante un entrenamiento, Cruyff se acercó a aquel joven canterano que miraba cómo se ejercitaban él y sus compañeros del primer equipo. "Escúchame bien: yo como cinco veces al día y gracias a eso puedo jugar a fútbol y soy el futbolista que soy hoy en día", le dijo Cruyff. A partir de ese día, el chico empezó a comer con normalidad, dejando atrás sus problemas alimenticios.
Aquella corta conversación con Cruyff sirvió para cambiar los hábitos de ese futbolista de las categorías inferiores del club. "Las palabras de un entrenador pueden ser el factor que detone un principio de anorexia, ya que para un chico de sólo 14 años el fútbol puede significarlo todo. Del mismo modo que tener el consejo y el empuje de un referente como Cruyff ayudó a ese adolescente a reponerse", asegura el doctor Toro. El legado de Johan Cruyff está lleno de historias marcadas por su carisma y su grandiosa figura.