Barça

El error de Busquets que ha indignado al mundo árabe

El capitán, uno de los jugadores en quienes más confía Xavi, paga los platos rotos después del clásico de la Supercopa

Corría el minuto 25 de partido cuando Sergio Busquets recibió una pelota en medio del campo y Karim Benzema le mangó la cartera. La jugada acabaría con una transición rápida que remataría al fondo de la red Vinícius. Era el primer gol de la semifinal de la Supercopa entre el Barça y el Real Madrid. Con la derrota final, este error acabaría siendo lo detonante de un alud de críticas dirigidas al capitán azulgrana en las redes sociales, en concreto en Twitter, en que se pide su suplencia con el hashtag #BusquetsEnElBanquillo – aunque también hubo respuestas de apoyo, tanto en contenidos de la prensa deportiva que sigue al Barça como de periodistas en particular. Si hace dos años la Supercopa en Arabia Saudí aceleró el hashtag #ValverdeOut, ahora es el centrocampista de Badia del Vallès quien paga el pato.

La gran cantidad de mensajes con el hashtag (más de 100.000) y la velocidad con la que se han producido algunas respuestas hace pensar que se puede tratar de una campaña en contra del jugador azulgrana, pero influencers del mundo árabe, con centenares de miles de seguidores en sus perfiles de Twitter, lo niegan al ARA. "No hay ninguna campaña para desprestigiar a Busquets. Simplemente, hay muchísimos seguidores del Barça en el mundo árabe que siguen el día a día del equipo con pasión, y es la forma que tienen de expresar su opinión desde la distancia", relata una de las fuentes consultadas, que prefiere mantenerse en el anonimato. "No hay una campaña como tal, sino que miles de seguidores, mediante el hashtag, piden cambios en el Barça y consideran que otros jugadores, como Nico o Frenkie de Jong, son los que tendrían que jugar en el lugar de Busquets como titulares. Puede ser que haya un pequeño porcentaje de bots, pero la mayoría son gente real". El narrador de la Cadena SER Lluís Flaquer vio cómo hinchas se le acercaron a la cabina de prensa del estadio Rey Fahd con mensajes escritos (y traducidos) en el móvil clamando contra Busquets.

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Este lunes, el programa Què t'hi jugues de Ràdio Barcelona compartió una encuesta en Twitter en la que preguntaba si Busquets tenía que seguir siendo titular, y el resultado no tardó en ensartarse hacia el no, con miles de votos. Otros tuits del mismo programa recibieron centenares de respuestas con publicaciones relacionadas con el capitán. Incluso hicieron un experimento en el que en un mismo tuit se juntaba la palabra "Busquets" y una foto del jugador con otros conceptos rotundamente alejados del fútbol como "calçots, morcilla o alioli ", y la publicación empezó a recibir comentarios con el hashtag #BusquetsEnElBanquillo procedentes de perfiles con nombres árabes. "Para delimitar si hay una campaña orquestada se tendría que analizar en profundidad si se trata de perfiles falsos, si son seguidores de este programa en cuestión, qué interacción hay entre ellos... Lo que sí que salta a la vista es que hay un comportamiento poco natural", explica la profesora Mariluz Congosto, especializada en el análisis de la propagación de mensajes y de caracterización de perfiles en las redes sociales.

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"Hay más de 120.000 tuits con este hashtag: no es una cifra fútil", continúa. Con relación a las publicaciones del Què t'hi jugues, con centenares de comentarios, Congosto explica que "cuando hay tantos comentarios en una publicación de un mismo medio, es extraño salvo que toda esta gente sean seguidores del mismo medio o el tema sea trending topic". La profesora resuelve que es un comportamiento poco habitual porque "muchos de estos usuarios que han comentado la publicación no se siguen entre sí, y esto es extraño, parecen perfiles destinados a generar ruido".

Congosto también explica que hay una comunidad muy grande de seguidores tanto del Barça como del Madrid en los países del mundo árabe (formado por más de 20 estados), pero que un mismo hashtag tenga "más de 120.000 tuits" solo se puede explicar, si no se trata de una campaña, por el hecho de que el tema fuera tendencia en el mundo árabe. La experta lo sintetiza en dos puntos clave: "O hay un gran fervor compartido en una gran comunidad de gente que posiblemente solo opina de fútbol, porque hacerlo de otras cuestiones les puede causar repercusiones, o, en definitiva, se trata de una campaña, hecho que se explicaría por el alto porcentaje de gente que comenta las publicaciones sin estar conectada entre sí".

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¿Campaña o fervor?

Por su parte, Ferran Lalueza, profesor de los estudios de ciencias de la información y de la comunicación de la UOC, también apunta a que el tema en cuestión, el Barça y el fútbol, dificulta saber hasta qué punto se trata de una campaña porque "es un tema que despierta muchas pasiones y del cual es fácil opinar y generar corrientes de debate y de crítica", a la vez que alerta de los adelantos en la sofisticación de los perfiles falsos en las redes y la existencia de este tipo de mercado encubierto. A pesar de los comportamientos poco naturales en las redes, el profesor también expone "el efecto multiplicador" del hashtag: "Cuando hay un tema que despierta interés, se hacen búsquedas y los mismos algoritmos retroalimentan los contenidos que incorporan estos hashtags y la visibilidad se amplía y se refuerza".

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Con todo, los dos expertos consultados coinciden en que en "ningún caso" se puede descartar que sea una campaña, pero defienden que la naturaleza de una cuestión que admite tanta opinión como es el fútbol hace más difícil de detectar si hay una campaña detrás. "Cuando no se está hablando de un tema y de golpe empieza a haber un alud de tuits es más sospechoso, pero en este caso todo parte de un partido de fútbol. Si se trata de una campaña, ¿a quien le podría interesar?", se pregunta Lalueza. "En caso de que fuera una campaña, puede ser que sea lanzada desde cualquier parte del mundo. Las agencias de desinformación existen", recuerda Congosto. El uso de bots en las redes y el ruido que generan no deja de ser una realidad en el día a día de las redes sociales y, en función de la magnitud, "no son especialmente caros", concluye la profesora.