La gran quimera del Camp Nou

Por primera vez en muchos meses, los planes del Barça para la vuelta al Camp Nou coinciden con los del Ayuntamiento. Hasta ahora el club soñaba despierto con propuestas irrealizables y plazos inverosímiles. Pero con el avance lógico de la reforma, se ha llegado a un punto en el que la reapertura no solo es posible, sino que en muchos ámbitos ya se da por hecha.

No se puede garantizar nada al cien por cien porque todavía queda trabajo por hacer. Pero con un mes de margen y un batallón multitudinario de trabajadores, sería muy raro que no se lograra obtener la licencia de primera ocupación para albergar a al menos 27.000 aficionados a mediados de septiembre. Quedan otros dos obstáculos, aparte del Ayuntamiento: las visitas de la Liga y de la UEFA, que últimamente también respiraban escepticismo, pero que ahora confían en poder convencer.

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La culpa nunca ha sido del Ayuntamiento, pese a la tentación de algunos de cargársela. Si algo ha hecho el consistorio es poner facilidades. El problema nunca han sido los permisos, sino las obras. Pensar que se podía hacer la primera fase en 18 meses era una quimera absoluta. Salvo las personas vinculadas a la entidad y al Espai Barça, no había nadie que dijera que volver en un año y medio era posible. Más aún, no ha habido ninguna gran obra de ingeniería a lo largo de la historia que no tuviera problemas o imprevistos. Hace aproximadamente un año, en uno de los grupos de WhatsApp de los trabajadores ya se hacía correr que la reapertura no sería hasta septiembre del 2025. En el fondo, los que trabajan sobre el terreno son los que realmente lo saben.

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Nadie resta méritos a la directiva de Joan Laporta. Ha sido valiente y ha empezado un proyecto faraónico y multimillonario que pocos se habrían atrevido a empezar. Será su legado para siempre. Pero no hacía falta hablar de noviembre del 2024. Tampoco era necesario el teatro de la venta de abonos del pasado octubre. No sé si era para complacer a Goldman Sachs o se insistía en la mentira para justificar la elección de Limak. Con el paso del tiempo, ir de quimera en quimera ha sido un descrédito que a corto plazo eclipsa el inmenso valor de reformar el Camp Nou.