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El Granada corta las alas del Barça de una forma cruel (1-1)

Puertas empata un partido que el Barça tenía en el saco gracias al gol de Luuk de Jong

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Luuk De Jong, celebrando su gol en Granada

BarcelonaEl Granada ha dejado con un palmo de narices al Barça justo cuando el equipo de Xavi se elevaba en la clasificación. Asediado después de perder a Gavi, expulsado, el equipo azulgrana se quedó a un paso de llevarse los tres puntos en Granada. Lo rozó con la punta de los dedos, después de un partido duro, incómodo. Un punto con sabor a poco, cuando tenías en la mano llevarte tres y seguir subiendo en la clasificación.

Hace un año el Barça ganaba en Granada con Messi y Griezmann. Ahora casi lo ha hecho con Luuk de Jong y Dani Alves, dos jugadores que poco se habrían esperado ser azulgranas ahora hace un año. El destino es así de travieso y sorprendente en un club en el que pasa de todo. La primera asistencia en este segundo periplo de un Alves que no ha perdido la capacidad de mimar la pelota le sirvió a Luuk de Jong para convertirse en el héroe accidental de un Barça que todavía tiene los pies de barro. Cada alegría, de hecho, tiene el regusto amargo de una lesión, últimamente. En Granada, la cara fue Alves, y la cruz, perder a Eric Garcia.

Después de mover al equipo en Linares, en Granada tocaba un 4-3-3 más fácil de reconocer. Un equipo que empieza a ejecutar las ideas de Xavi con más bagaje. Pero todo cambia con Luuk de Jong en ataque. Seguramente Xavi habría preferido tener a otro delantero en el terreno de juego, pero, puesto que tienes al neerlandés, toca aprovechar sus características. Y, tal como pasó en Mallorca, el Barça se hartó de centrar. Y cada centrao parecía hacer crecer la autoestima del neerlandés, que en pocos minutos marcó un precioso gol de cabeza, a pesar de que el VAR descubrió un fuera de juego de Gavi antes del centro. Pocos minutos después, intentaba rematar una centrada de Jutglà con la espuela. Ese jugador que hace poco chutaba fuera con la portería vacía se ha transformado en un hombre sin miedo a nada.

A pesar de tener a Alves y Dembélé por la derecha, eran Jutglà y Alba los que estiraban al equipo por la izquierda. Ya recuperado, Gavi aseguraba la posesión en medio del campo acompañado de la poesía de Nico. Gavi, en cambio, es todo corazón. Tanto, que no siempre sabe controlarse y acabó expulsado en la segunda parte. Pecados de juventud. A la derecha, Dembélé hacía de Dembélé. Nunca sabes qué puedes esperar del francés. Si en Linares fue el héroe, en Granada se dedicaba a perder casi cada duelo individual. Jugar con Dembélé es como mirar horas y horas el cielo esperando a ver si pasa una estrella. La mayor parte de las veces no pasa nada, pero de vez en cuando el francés ilumina el escenario. No fue el caso en el Nuevo Los Cármenes.

Gavi acabó expulsado en el campo del Granada.

Era un partido de guion claro, como suele pasarle a Xavi. Ya le pasaba como jugador, de hecho, tener delante a rivales cerrados que te buscan las cosquillas en la contra. El técnico se abrazó al inicio del partido con un viejo conocido, un Robert Moreno que poco a poco consolida su carrera en Granada, renunciando muchas veces al estilo que trabajó cuando era miembro del cuerpo técnico de Luis Enrique en el Barça. Moreno había trabajado entonces tanto con Xavi como con un Dani Alves instalado en el lateral derecho, donde estaba más pendiente de las piernas rápidas de Darwin Machis que de atacar. Quizás consciente de que Dembélé no lo ayudaría mucho cuando tocara defender.

Ter Stegen, en forma

El dominio del Barça, con un Jutglà disfrutando del partido con la misma pasión que un joven que recibe permiso para volver tarde a casa por primera vez, acababa estrellándose contra un Granada muy sólido. Nada nuevo en un Barça que anda en la dirección correcta pero que muchas veces tiene más juego que efectividad. Normal, con tantas bajas y tantas trabas. Y, a pesar de todo, el inicio fue bueno, con las ocasiones de Luuk de Jong despertando a un Granada que entendió que también le tocaba estirarse un poco en ataque. Lo hizo atacando la banda de Alves. I Darwin Machis, uno de esos jugadores que parece priorizar divertirse, haciendo siempre trucos con la pelota, estuvo a punto de batir a Ter Stegen. Como en Mallorca, el brazo del portero alemán resistió, firme. La reacción local atascó el partido. De Jong quedó aislado. Y el Barça se encontró atrapado en este barrizal por donde ha pasado tantas veces, con mucha posesión pero pocos espacios para romper la defensa rival. Si el Granada resistía, el Barça se frustraba. Ni el paso adelante de Dembélé servía para nada. Sus carreras nunca acababan en buen puerto.

Avanzar cuando tienes el viento de cara siempre cuesta. Los primeros meses de Xavi en el banquillo parecen afectados por una plaga bíblica, con tantas bajas y lesiones. En Granada, quien cayó fue Eric Garcia: lesión muscular que quizás lo deja también sin poder jugar la Supercopa. Xavi hizo entrar a Lenglet en una defensa que se aguanta con pinzas, después de perder también a Araujo en pocos días. Pero el Barça de Xavi tiene corazón. Tiene hambre. Y cuando peor lo pasaba dejó al Granada boquiabierto con una receta clásica. Alves puso la pelota en la cabeza de Luuk de Jong y el holandés volador batió a Luis Maximiano. Si tienes uno de los mejores centradores de la historia y un jugador que domina el juego aéreo, la receta sale sola. Y lo que era un partido complicado se empezaba a convertir en un nuevo paso adelante de un equipo que, con más espacios, envió a De Jong al banquillo para recuperar a Memphis Depay y Ez Abde.

El gol del neerlandés fue defendido por un equipo liderado por un Piqué imperial. Un equipo que acabó sufriendo de lo lindo cuando Gavi vio la segunda amarilla a falta de 10 minutos. Jugando con fuego, el equipo se acabó quemando cuando, en un córner, la pelota acabó en las botas de Antonio Puertas, que batió a Ter Stegen en el minuto 89. Un gol de los que duelen. De los que te hieren. Buena señal. Si duele, quiere decir que el proyecto está vivo. Pero todavía es un proyecto en crecimiento. Las semillas se han puesto, pero las raíces todavía no han acabado de arraigar.

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