Lamine Yamal y Raphinha quieren que el Barça acabe segundo
El conjunto de Xavi recupera la segunda posición tras superar a la Real Sociedad con goles de sus dos extremos (2-0)
BarcelonaEn un Barça que no va sobrado de alegrías, recuperar la segunda posición de la clasificación y volver a ver la sonrisa adolescente de Lamine Yamal celebrando un gol no es poco. Ante la Real Sociedad, un buen equipo que visitaba Montjuïc con todavía deberes por hacer si no quiere quedarse fuera de la Europa League, los azulgranas recuperaron el camino del triunfo (2-0). En lunes, un día a menudo pesado, los casi 36.000 aficionados que acompañaron al equipo pudieron volver a casa contentos. También Xavi Hernández, que después de decir que continuaría una temporada más y cumpliría su año de contrato, el equipo había vuelto a exhibir en los últimos partidos algunos de los pecados capitales que le han lastrado a lo largo de esta temporada.
Uno de ellos, la fragilidad defensiva. En un curso a punto de cerrar con no más objetivos que acabar segundos en la Liga, los últimos partidos también suponen exámenes individuales. A Cubarsí, que tiene el futuro garantizado tras renovar hasta el 2027 (y con su cláusula subiendo hasta los 500 millones de euros), le tocó uno de los ejercicios más complicados de la noche: enfrentarse al veloz Sheraldo Becker. Fichado en el mercado de invierno procedente del Union Berlin de la Bundesliga, el jugador neerlandés se ha convertido en el atacante de moda de una Real Sociedad a la que el fin de temporada también se le está haciendo largo.
En una primera parte bastante igualada, Becker fue quien tuvo las oportunidades más claras de los vascos. No tardó en mostrar su carta de presentación, con un primer remate que salió por encima del larguero cuando el partido apenas empezaba a andar. También haría lucir a Ter Stegen, aún con el 0-0 presidiendo el marcador, pero la acción quedó invalidada por falta previa de Becker a un Cubarsí tan exigido como cumplidor. Casi sin haber digerido ese susto, el propio Becker clavó un golazo. Por suerte para el Barça, el neerlandés había salido a la carrera con un pie más adelantado que Cubarsí, y de la alegría vasca pudo pasarse a un suspiro de alivio del Barça.
Sin Araujo en el once, al joven central de 17 años le tocó pelearse con una auténtica carcoma. Pero si bien Becker se quedó a las puertas de empezar la lata, Lamine Yamal sí pudo probar el sabor más agradable del fútbol. En la primera oportunidad clara que tuvo tras una deliciosa pared con Gündogan, un pie providencial de Pacheco le negó el remate en el último momento. Fue una de las ocasiones más claras de un Barça que mordía bien en la presión, que dominaba el balón, pero no acababa de amenazar. Después de unos minutos planos, de posesión estéril y de caras de desesperación de los compañeros frente a un Cancelo despistado, nacieron las dos mejores acciones de lo que quedaba de primer tiempo.
Lamine Yamal inicia la lata
Gündogan y Pedri, los dos centrocampistas más talentosos del Barça, ataron una buena transición que Raphinha estuvo a punto de aprovechar con un latigazo que golpeó en el palo. En la siguiente, los azulgranas ya no perdonarían más. Robert Lewandowski, alejado del remate pero trabajador en los balones divididos ante unos centrales farragosos, hizo un reverso decisivo en medio del campo para habilitar la carrera de un Gündogan dispuesto a castigar a la defensa adelantada de la Real. El interior alemán no tardó en ver la llegada por la derecha de un Lamine Yamal decidido a comerse el mundo. Su remate fue de pieza de museo: preciso, colocado y efectivo. Ocho partidos después, pudo celebrar de nuevo un gol haciendo el gesto con las manos que simula el código postal de Rocafonda, su humilde barrio natal en Mataró.
En la reanudación, el Barça salió dispuesto a saturar la sangría defensiva que había sufrido los últimos partidos y no echar por la borda el botín conseguido en el primer tiempo contra los vascos. Los jugadores de Xavi consiguieron adormecer a una Real fuerza amodorrada. Raphinha, incansable, volvió a probar fortuna con otro gran disparo lejano. Si en el primer tiempo el palo le negó el gol, esta vez fue una buena mano de Remiro.
Todo parecía demasiado plácido, con los azulgranas dominante y por delante en el marcador. El susto habitual lo patrocinó esta vez Gündogan, que cometió una pérdida en la frontal que Brais Mendes derrochó con un remate demasiado cruzado. Sería la última vez que intimidaría de verdad a una Real fiada a intentar remontar y un Barça que estuvo a punto de oler la sangre con un remate de Ferran Torres que resolvió bien de nuevo un buen Remiro.
El segundo gol llegaría de penalti. A instancias del VAR y una eternidad después (el juego no se detuvo en casi dos minutos), Cuadra Fernández pitó manos de Odriozola dentro del área. Lewandowski, cambiado hacía un puñado de minutos, no pudo engordar a su casillero particular en la lucha por el pichichi, y fue Raphinha quien cogió el balón para rubricar con gol su buen partido. Ahora no hay que lanzar triunfo trabajando contra la Real en la visita del jueves a Almería.