El desatino más contundente de Laporta
BarcelonaEl desatino más contundente de Laporta en relación con el Espai Barça no fue su aparición protagonista en el anuncio de un regreso al Camp Nou por el Trofeu Joan Gamper que nunca se produjo. El desatino más contundente de Laporta en relación con el Espai Barça tuvo lugar el 8 de octubre del 2021, cuando aún no habían comenzado las obras de remodelación del Camp Nou. El presidente azulgrana entonces informó a los micrófonos de RAC1 que el primer equipo masculino del Barça se iría "un año a jugar al Johan Cruyff, con 40.000 o 50.000 espectadores".
Aquellas declaraciones hicieron que más de un arquitecto se tragara un chicle al escucharlas. Desde el punto de vista logístico, la imposibilidad de llevar a cabo el propósito de Laporta era clara. Había muchas razones, y la primera era que muy cerca del Johan Cruyff pasa la autopista B-23, que bloquea cualquier intento de ampliación megalómana. Cosas de la vida, este domingo el Barça, ante el Valencia, finalmente jugará un partido oficial en este estadio. Pero con 6.000 espectadores, el aforo con el que fue creado.
Solamente Laporta sabe por qué hizo unas declaraciones como esas. ¿Las improvisó o alguien le aconsejó que las hiciera? ¿Con qué fundamento y propósito? Sea como fuere, desde ese momento se han ido acumulando en un vertedero kilos y kilos de informaciones y promesas incumplidas por parte de la junta directiva de Laporta sobre el regreso al Camp Nou. ¿Era necesario ponerse la autopresión de noviembre del 2024 como primera fecha de regreso? ¿Era necesario caer en el mismo error este verano de cara al Gamper? ¿Es necesaria la incertidumbre constante de no saber dónde jugará el Barça su próximo partido como local? Los socios y seguidores habrían entendido unas fechas más laxas respecto al retorno. El problema comenzó cuando el máximo argumento expuesto por la junta para haber escogido a Limak como la empresa constructora era su rapidez.
Los continuos incumplimientos crean frustración al socio y al aficionado. Y la frustración suele tener dos caminos. El primero es el que vivimos hasta ahora: abrazarse a la resignación y tener la paciencia de que el regreso al Camp Nou algún día, tarde o temprano, será una realidad. Este camino será mayoritario, sobre todo, si al equipo de Hansi Flick le sigue entrando el balón. Pero la frustración tiene también la capacidad de transformarse en rabia si el contexto deportivo no es tan propicio. Mientras, la vicepresidenta institucional, Elena Fort, descartó en SER Catalunya que Limak reciba penalización alguna por los retrasos porque "no tiene ninguna incidencia directa". Entonces, ¿quiénes son los responsables?