La historia de la foto imposible contada por quien la organizó

BarcelonaTardé diecisiete años en saber que el 31 de octubre del 2007 sería uno de los días más increíbles de mi vida. Ese miércoles, tras el entrenamiento del primer equipo del FC Barcelona, ​​el fotoperiodista Joan Monfort y yo esperábamos a Leo Messi en un vestuario del antiguo Camp Nou. Fuimos para hacer una fotografía del Dios/Dios (con o sin acento, como queráis) con un bebé que ilustraría el mes de enero de un calendario solidario que nos inventamos en el diario Sport. El objetivo era dar visibilidad al impagable trabajo que realizan Unicef ​​y el Casal de Infants del Raval, y quien mejor que Messi, Ronaldinho, Henry, Puyol, Xavi, Iniesta y compañía para hacerlo.

Primero llegó Sheila Ebana –tímida, prudente, extremadamente educada– con su hijo Lamine Yamal. El chaval clapaba plácidamente en brazos de su madre. Un angelito. Cruzábamos los dedos para que cuando llegara Leo Messi todo siguiera igual, pero un sabio dijo que si algo puede salir mal, sale mal. Cuando el futbolista se puso delante de los focos y cogió al bebé, quedó claro que no había tenido una criatura entre los brazos en su vida. Nunca he visto a nadie tan tenso. Por si fuera poco, el bebé, fuera del calor de su madre, hizo una pataleta de esas ensordecedoras (sí, de esas, quien tiene criaturas sabe de qué hablo) y todo se torció.

Cargando
No hay anuncios

Entonces, Messi apenas tenía veinte añitos y le daba más miedo un bebé que enfrentarse a Sergio Ramos y Pepe con carta blanca para clavarle los tacos en la rodilla. Iban mal datos, pero la cosa debía salir bien a toda costa porque, sin aún saberlo, nos habíamos citado para retratar un pedazo de historia. Poco a poco, el bebé Lamine Yamal fue sintiéndose cómodo. Entre Sheila y Messi lo pusieron en un barreño, el chaval dejó los llantos aparte y empezó a chapotear con el agua, pero fue cuando le mostramos un patito de goma de color amarillo que dibujó la sonrisa que Joan Monfort, que es un artista, inmortalizó. Lo demás es historia: la foto se ha convertido en viral y en un icono del fútbol mundial para siempre.

El destino quiso que esa mañana de octubre fuera la primera vez que Lamine Yamal entraba en el Camp Nou y entró para ser bautizado por lo que acabaría consagrándose como el mejor de todos los tiempos. Imagine a Michael Jordan bendiciendo a un bebé llamado LeBron James. Sí, es así de bestia. Puedo jurar que en mi vida he creído en esto del destino, pero cuando el 5 de julio supimos que el niño que acompañaba a Messi era Lamine Yamal, pensé que quizás debería hacerlo mirar.

Cargando
No hay anuncios