Dos jovencitos descarados salvan los muebles del Barça en Mallorca (2-2)

BarcelonaDejad que los jóvenes puedan hacer de las suyas. Confíe en ellos, que puedan demostrar todo lo que saben hacer. Dos chavales con cara de niño y ganas de zamparse el mundo cambiaron el guión de un partido en el que el Barça parecía destinado a perder. Entre Lamine Yamal y Fermín se encargaron de asustar al Mallorca, muy digno hasta entonces, y consiguieron sumar un punto (2-2). Poco, seguramente. No fue de nuevo un buen partido del equipo de Xavi Hernández. Como ocurrió ante el Celta, el técnico tuvo buen acierto con los cambios, después de un partido demasiado flojo en la primera parte. El punto deja medio enfadado al Barça y saca una sonrisa en la cara del Girona. Si gana en el campo del Villarreal, será líder en solitario. Y todo, porque entre el césped, el árbitro permisivo, las rotaciones y los errores propios, el Barça se dejó dos puntos.

Porque efectivamente, las rotaciones llegaron. Siempre lo hacen, como los exámenes de fin de curso o el pago del IVA trimestral. Y con las rotaciones llegan los debates sobre quienes gozan de una oportunidad. Iñigo Martinez suspendió el test, blando en defensa y sin orden en ataque. Raphinha, sin embargo, sacó mejor nota. En una semana cargada de partidos, Xavi pensó que era el momento ideal para realizar cambios, contra un Mallorca que había parecido un muñeco de papel fácil de estrujar en Girona. Pero no era el día. El Mallorca supo hurgar en la herida de un Barça de nuevo muy débil en defensa, que reaccionó gracias al talento y los cambios en la segunda parte. Como el día del Celta. Suerte de la magia de Lamine Yamal, que rodeado de defensas centrales gigantes con cara de pocos amigos iba haciendo ruletas, sotanas y regates. Como si fuese un juego.

El partido fue un pequeño infierno para Iñigo en su estreno como titular. El central vasco abusó de los pases en largo justo el día en que Lewandowski descansaba en el banquillo. Y defendiendo, haciendo pareja con Araujo, sufrió demasiado con el cuerpo de Muriqi y las carreras traviesas de Abdon Prats, el mallorquín que lo da todo en cada balón por su Mallorca. Ya de salida, Muriqi puso por delante a los locales en una jugada en la que Ter Stegen falló. El guardameta alemán, con una hoja de servicios impecable hasta ahora, no se entendió con Oriol Romeu y regaló el balón. A los equipos de Javier Aguirre no les puedes hacer regalos. Los abres la puerta de casa y, en un santiamén, ya te han abierto la despensa y duermen en tu cama. Los errores defensivos catalanes permitieron al Mallorca ser peligroso en ataque, cuando el Barça no sabía entender un 4-3-3 en el que solo el carácter de Gavi y Raphinha parecía sobresalir. Gündogan estuvo oscuro, João Felix intermitente, y Ferran Torres falló las oportunidades que tuvo. Suerte de Raphinha, que se inventó el gol del empate con un disparo precioso desde la frontal, en una de las primeras ocasiones de un Barça que antes del descanso pudo hacer el segundo, cuando el Mallorca se había reencontrado con las dudas. Pero ni João Félix ni Ferran supieron marcar. Los mallorquines, sí. Pelotazo largo de portero, Muriqi que la gana por arriba a Romeu y Abdon que burla a todos por hacer el 2-1. Un duro golpe, inesperado. Tocaba volver a remar a contracorriente, como el día del Celta.

Tras las dos goleadas por 5 a 0, un oasis de felicidad, el Barça parece entrar en un territorio salvaje, en el que tocaba masticar arena para sacar adelante los partidos. Contra el Celta hubo que apelar a la épica. Contra el Mallorca, más o menos lo mismo. Y para ello, como era normal, le pidió a Lewandowski entrar en el terreno de juego. Poco después, apostaba por los jóvenes: Lamine Yamal y Fermín. A diferencia del partido contra los gallegos, Xavi decidió sacar del terreno de juego a João Felix con estos cambios. Y en la primera que tocó, Lamine forzó un penalti. Lástima que no lo era, ya que se dejó caer para intentar engañar al colegiado y las pantallas del VAR. No lo logró. Pero su entrada empezó a cambiarlo todo.

La hora de los jóvenes

Entre Lamine y Fermín, lo revolucionaron todo. Algunos jóvenes acuden a Mallorca para descubrir las cosas de la vida que no te enseñan en la escuela, y otros van para enseñar cómo se juega al fútbol. Cada vez que Lamine Yamal cogía el balón, el Mallorca daba unos pasos atrás. Raphinha y Lewandowski eran sus compañeros de ataque ideales. La fe del brasileño es loable, nunca desfallece, persiguiendo la tan soñada titularidad. Entre todos se inventaron el empate en la casi única jugada trenzada de la segunda parte, con Fermín estrenándose como goleador en la Liga. No, no fue buen partido del Barça. Sí lo fue para el joven andaluz, que espera pacientemente partidos como éste. Juntos intentaron conseguir el tanto del triunfo, pero no siempre puedes tocar el cielo, como el día del Celta. El empate no deja de ser un aviso para navegantes, para recordar que sólo con talento no ganas. Un punto que pincha el orgullo del Barça. Le toca espabilarse, para volver a parecerse al equipo de hace unos días. Suerte de los jóvenes, en Mallorca. Y de Raphinha.