Los estatutos del Barça exponen en el artículo décimo los derechos de los socios. El punto 10.7 dice que tienen derecho "a acceder a la documentación necesaria para la aprobación de los acuerdos de la asamblea general, en las mismas condiciones que los socios compromisarios", y el punto 10.8 dice que tienen derecho "a acceder a los acuerdos de la asamblea y de la junta directiva en los términos que se establezcan, salvo aquellos que por la naturaleza de su contenido puedan perjudicar gravemente los intereses del club o que vulneren la normativa de protección de datos personales o los criterios y acuerdos de confidencialidad".
Barcelona"No podemos dar más información porque la empresa nos ha pedido confidencialidad" es una frase recurrente en la historia contemporánea del Barça. Todos los presidentes recientes, en algún momento, lo han utilizado como argumento para no contar detalles sobre alguna operación, aunque el club azulgrana es propiedad de casi 150.000 socios. Los últimos casos destacados en los que el Barça, ahora bajo el mandato de Joan Laporta, ha expresado la imposibilidad de desvelar aspectos de grandes contratos han sido los acuerdos con la constructora turca Limak para la remodelación del Camp Nou y con la empresa sueca Spotify como patrocinador principal de las camisetas de juego y de entrenamiento de los primeros equipos masculino y femenino de fútbol y para poner el nombre del Camp Nou.
"Cada vez los contratos son más privados, es así", asegura al ARA una persona que recientemente ha participado en negociaciones para cerrar acuerdos comerciales para el Barça. "A las empresas no les gusta ser ostentosas, y a nadie le gusta que le cuestionen las decisiones. Por eso se quiere evitar que, si el acuerdo va mal, se sepa cuánto te ha costado", argumenta. En el mismo sentido se expresan Sílvia Gómez y Fernando Barbancho, profesores de derecho mercantil y derecho privado de la Universidad de Barcelona, respectivamente. "Esta manera de actuar es bastante habitual en las empresas anglosajonas. Y, en el caso de que en la negociación de un contrato se quieran introducir cláusulas de confidencialidad y el club se niegue, lo lógico es que el contrato no se firme", afirman. Asimismo, exponen que "el incumplimiento de las cláusulas de confidencialidad sería un incumplimiento del contrato, con las correspondientes consecuencias fijadas en el mismo contrato". ¿Cuáles serían estas consecuencias? "Pueden ir desde el pago de una cantidad fijada hasta la resolución del mismo contrato con una compensación por daños y perjuicios", responden Gómez y Barbancho.
Pero una persona que conoce de primera mano el proyecto del Espai Barça explica que "estos acuerdos de confidencialidad los inicia y los exige el Barça para comenzar a hablar con cualquiera sea de lo que sea, como hace cualquier empresa". Además, dice que, "en el caso del Espai Barça, los impone el club a la constructora, entre otras cosas, para que no hagan públicos planos o cosas similares".
Por su lado, Marc Duch, consultor fiscal y socio de Deventer Consulting, aparte de socio del Barça y uno de los impulsores del voto de censura que provocó la dimisión de Josep Maria Bartomeu, considera que "el discurso oficial es 'esto nos lo imponen', pero es una verdad parcial". En este sentido, opina que "ceder a la imposición de un tercero es una decisión tuya y, comercialmente, no tiene ningún sentido, porque igualmente se acaban conociendo más o menos las cifras gracias a los medios de comunicación y a la memoria anual del club". Pero el hecho de que no sean cifras concretas, añade, "puede alimentar las suspicacias". Fuentes oficiales del club explican al ARA que "siempre las empresas y corporaciones han pedido y piden cláusulas de confidencialidad en los acuerdos". Y añaden: "Nosotros lo respetamos como club, pero siempre les advertimos (y acordamos con las empresas) excepciones en aquellos puntos que requieren información pública al ser una entidad deportiva propiedad de los socios y socias y que hay decisiones que deben ser ratificadas por la asamblea".
Las cláusulas de confidencialidad se llaman NDA (non-disclosure agreement), las siglas en inglés del concepto "acuerdo de no divulgación". En este sentido, Duch explica "que las empresas deben conocer sus mierdas cuando negocian cosas importantes y, originariamente, esto estaba diseñado de cara a los contratos industriales en los que una empresa había tenido acceso a secretos de procesos industriales de otra empresa durante las negociaciones". Es decir, era una forma para evitar que un tercero pudiera divulgar la fórmula de la Coca-Cola después de conocerla. "¿Pero esto debe trasladarse al mundo del fútbol?", se pregunta Duch. "El Barça es de los socios y tiene un compromiso con una manera de hacer, o debería tenerlo. Además, los que ahora gobiernan el club hicieron sangre en el pasado, con razón, porque Bartomeu y Rosell precisamente no eran transparentes", recuerda.
Muchas preguntas sin respuesta
Sea como fuere, la realidad es que asiduamente los socios se ven privados de conocer exactamente cómo se está gestionando su club. De todas formas, algunos no pierden el ánimo y lo siguen probando. Por ejemplo, el grupo de socios Àgora Blaugrana envió 87 preguntas al club sobre aspectos de la remodelación del Camp Nou de los que querían ser informados después de que Limak ganara la licitación de las obras a principios del 2023 y se aprobara una financiación de 1.450 millones de euros vertebrada por Goldman Sachs y JP Morgan. Por último, después de meses de insistencia, recibieron las respuestas.
Pero muchas no fueron contestadas precisamente amparándose en las cláusulas de confidencialidad. El Barça se agarró a esta excusa, entre otras, a las preguntas de cuál es el desglose de todas las partidas del precio de la obra; de cuál será la cuantía económica de la penalización para Limak en caso de que no termine las obras en el plazo previsto; de las diferencias de precio entre la oferta de Limak que ganó la puja y la del resto de empresas; y de qué puntuaciones recibieron las distintas constructoras en las ofertas técnica y económica. Además, la entidad azulgrana también mencionó la confidencialidad para justificar que el contrato con Limak no esté colgado en la página web del club.
"A la hora de decidir no responder a preguntas y cuestiones de socios y socias, basadas en este principio [el de confidencialidad], deberían tomarse en consideración los principios de transparencia que rigen la actuación del club, el derecho de información de socios y socias, el principio de proporcionalidad y principios de oportunidad, además de la naturaleza jurídica de nuestro club", dice el comunicado que publicó posteriormente Àgora Blaugrana. "A tal efecto, debería ser un principio de obligado funcionamiento del club no firmar contratos con entidades que apliquen principios de confidencialidad no proporcionados ni razonables. No es admisible que no tengamos información básica sobre los proyectos más importantes del club, con la excusa de ese principio, que solo ampara la posición de terceros y no del club", añade.
El caso de Spotify
Un episodio muy similar tuvo lugar en 2022 cuando el Barça anunció el acuerdo con Spotify a cambio de 57,5 millones de euros anuales para poner la marca en el frontal de las camisetas de juego y de entrenamiento del masculino y el femenino y el nombre en el Camp Nou. "Las cláusulas de confidencialidad son muy comunes en estos contratos. Debemos respetar que Spotify no quiera dar cifras", dijo Laporta ante la asamblea de socios compromisarios. "Nos han dejado explicar la duración. Es el mejor acuerdo de la historia del club y valoramos que este hecho no podía echar atrás un acuerdo tan importante como este. Hay otros acuerdos confidenciales. Cuando fichamos a un jugador tampoco os decimos el sueldo", siguió argumentando. Esta confidencialidad supuso que los socios compromisarios del Barça se vieran obligados a votar sobre si refrendaban el acuerdo de patrocinio o no sin tener toda la información.