Barcelona"Habéis hablado de ir a Montjuïc como si fuera a Siberia". Esta frase la dijo un directivo del Barça hace un año mal contado para protestar por las bajos datos de asistencia a Lluís Companys. El fútbol no era para echar cohetes y el ambiente era más bien gélido. Pero la culpa era de los medios, por haber hecho mala prensa del estadio. Que si hacía frío, que si estaba lejos o que si un campo con pista de atletismo nunca puede ser un buen lugar para ver fútbol. El exilio temporal, mientras el Camp Nou estaba en obras, se hacía más pesado de lo que muchos habían imaginado. Menos calor para los jugadores y menos dinero en la taquilla, que se resintió, y mucho. Entre el bajón de ingresos y las entradas que quedaron por vender se facturaron 100 millones menos respecto al curso anterior. Todo un mar de problemas en un club que, desde la pandemia, vive en el límite de la tesorería.
Pero un año después la situación se ha dado la vuelta ya los despachos nobles del Barça se ve el paso por Montjuïc con mucha menos pena. La veteranía es un grado, como se ha evidenciado en la venta de entradas y en el proceso de compra de los abonos. Hasta 6.000 socios adicionales se apuntaban en el carro este verano. En taquillas, la facturación ha aumentado un 13% de media, sin que ello suponga necesariamente subir el coste de las entradas o abrazarse a los turistas que tienen el bolsillo más lleno. Aunque el regreso al Camp Nou se produzca más tarde de lo que quisiera la directiva, el reto de alcanzar 154 millones de ingresos en el apartado del estadio (hace un año fueron 126) no queda tan lejos.
El primer curso completo en Montjuïc se cerró con casi un millón de espectadores (973.566) en los 24 partidos disputados, una media de 40.982 por duelo. Aunque fue en la Champions (45.308) donde se registró una media superior en la Liga (39.843). En cambio, este curso, después de once partidos, de momento la media es de 45.757 asistentes, y existe muy poca diferencia entre la Liga (45.200) y la competición europea (47.242).
No es sólo el fútbol, también son cambios en los procesos de comercialización. Por ejemplo, la anticipación. Vender entradas 50 días antes del partido ha supuesto un aumento proporcional del 41% de los ingresos, al tiempo que minimiza factores negativos no controlables poco antes del partido como lesiones, sanciones o meteorología. O los resultados. En temporadas anteriores, perder contra Las Palmas y contra el Leganés habría tenido consecuencias negativas en la visita del Atlético de Madrid. Pero contra los colchoneros se superaba la media de la Liga con 46.249 asientos ocupados. "Conocemos mejor a Montjuïc y las rutinas de los espectadores, que son factores clave para mejorar tanto las entradas como la facturación", aseguran desde los despachos, donde también ponen el acento en los descuentos al público catalán, un factor clave para ayudar a llenar las gradas con seguidores apasionados que no sólo vengan a ver un partido de fútbol.
El papel de los turistas en la grada y en la caja fuerte
Es aquí donde entran en juego los turistas, un maná para las cuentas del club en un momento de extrema necesidad. Representan un 30% del total de los asistentes, según datos del Barça. La cifra no gusta nada a los más nostálgicos, ya que el ambiente en las gradas no es tan pasional. Pero se compensa con creces en la tesorería. Es una situación curiosa, porque los aficionados locales compran más entradas en cada proceso de venta, ya que van a ver el fútbol en la familia o con amigos. Los guiris, en cambio, comprando menos tickets en cada venta, cuando están en el campo gastan un 45% más.
Estos son los clientes que más gustan en el área económica. Tienen un poder adquisitivo más elevado y no se conforman comprando entradas: también pagan sin quejarse los 10 euros que cuestan un bocadillo y un refresco –aunque en Montjuïc esta facturación no se la queda el club– y pasan por los quioscos a comprar bufandas o camisetas. Son los mismos a los que se ofrecerán la mayoría de tours cuando el nuevo Camp Nou esté terminado. También a ellos se dirigen parte de los productos vip que se ponen a la venta de forma individual –no abonos de temporada– durante los partidos. Quizás no animan o tienen actitudes desconcertantes, ya que a veces les da igual cantar un gol del Barça o del rival, pero son una pieza clave para hacer negocio, aprovechando que el Barça exprime al máximo su marca global.
Hasta 6.000 abonados se añaden a Montjuïc
¿Y los abonados? El curso 23/24 eran 17.000. En éste se superan los 23.100, según datos del club. "La pasada temporada –con Xavi Hernández en el banquillo– no acabó bien, y eso podía generar ciertas dudas, pero al final se ha impuesto la lógica. Los abonos de Montjuïc son muy baratos", decía al ARA un miembro de la directiva, que destacaba los 37 euros de media por partido que cuesta ver el fútbol desde la tribuna, los 22 del lateral o los 16 del córner. De hecho, en la junta conviven dos puntos de vista: el de los que consideran que ser socio del Barça es un privilegio y que, por tanto, hay que subir los precios, y el de los que opinan –como el presidente– que es necesario mantener una política de precios más populares. Hace un año ya hubo una suerte de revuelta, y este año se ha vuelto a imponer la tesis de la austeridad. Aunque ni así se ha logrado alcanzar la cifra de los 27.000 pases que estaban a la venta. Pero "un aumento del 35% siempre debe considerarse una buena noticia", dicen las fuentes oficiales. En el fondo, la cáscara es la cáscara.